Que vascos y navarros nos parecemos bastante ya lo sabíamos. Lo sabíamos vascos y navarros. Y también, europeos, reyes franceses, dominicos, godos, carolingios y romanos. Para reafirmar que el agua moja, pero desde otro ángulo, podemos echar mano de los más variopintos estudios de los últimos meses, al alcance de Google.
Los estudios sitúan a la ciudadanía de Navarra y la CAPV en puestos parejos en prácticamente todos los temas, la una detrás de la otra, y viceversa, como una doble cadena de ADN flotando sobre un café-aguachirri de comunidades autónomas. Y por cierto, flotando casi siempre en puestos europeos.
Estos estudios que «equiparan» la CAPV y Navarra abordan temas tan dispares como: conocimiento de anticonceptivos, ranking de jóvenes con estudios de Bachillerato, índices de pulsión sexual (bajitos), equipamiento TIC, respeto de las normas de circulación, lectura de prensa por internet, tasa de abandono educativo, capacidad de ahorro, acogimiento a permisos de paternidad, incremento de gasto familiar, desarrollo del tuning, gente por debajo del umbral de pobreza, recogida selectiva de envases, donaciones de sangre, decrecimiento de bodas católicas, uso de productos de medicina alternativa, acudir al cine, lectura de periódicos, edad de inicio de consumo de droga, morosidad de empresas, consumo de agua por persona, calidad en servicios sanitarios, acoso escolar, uso del teletrabajo, empresas con página web, proporción de hogares sin recursos, viajes al extranjero, número de universitarios, gasto medio en libros, percepción social de la ciencia, optimismo frente a la crisis, separación de papel y cartón, control del colesterol, número de empresas innovadoras, absentismo laboral…
Es decir, con indicadores de todos los gustos (culturales, sexuales, hábitos, competencias, económicos, emprendizaje, civismo…) se «lee» un aglomerado sociológico entre la CAPV y Navarra, un aglomerado con homogeneidad interna (nos parecemos entre nosotros) y con heterogeneidad externa (nos diferenciamos del resto de comunidades autónomas). Y eso que a la coctelera no se le ha sumado ni la Historia, ni el euskera, ni el sentido común.
Así que vascos y navarros nos parecemos, como si fuéramos gentes del mismo pueblo. Pero no, somos dos realidades jurídico administrativas bien diferenciadas, separadas en el mapa del tiempo, y con proscrito nombre común.
¿Para cuándo un muro?
Publicado por Izaro News-k argitaratua