Cultura y economía

Tiempo de crisis económica, dicen, es mal tiempo para la cultura, y los presupuestos públicos se encargan de demostrarlo. Error gravísimo. Dejemos de lado el concepto antropológico, según el cual «cultura» es toda actividad estrictamente humana. Pensemos sólo en la cultura como estética, accesorio, lo que no es necesario para sobrevivir, lo que solemos llamar arte, decoración, contemplación, música o lectura. Y, vista la crisis cruel, empezamos a rebajarlo y, si la situación se agrava, a suprimirlo. Suprimamos la buena gastronomía, pues, que es la cultura de la comida, cerremos los restaurantes y comamos sólo en casa, cosas simples y baratas. Suprimamos la moda en el vestido, porque sólo necesitamos ir cubiertos, cerremos tiendas y peluquerías. Eliminemos el diseño doméstico, en mobiliario o en decoración, porque es estrictamente superfluo. Cerremos las editoriales, las librerías y, si es necesario, las bibliotecas, ya que leer es un lujo inútil y de rendimiento escaso, incluida la lectura de diarios y revistas. Eliminemos la música en la radio y la televisión, olvidemos los discos y los conciertos, cantantes, bandas y orquestas, porque todo es un pasatiempo sin provecho. Cerremos museos y salas de exposiciones. Ah, y cerremos en primer lugar los bares y las cafeterías, que no ofrecen ningún servicio computable. Y vayamos pensando en suprimir los viajes de placer y buena parte del turismo: ¿qué utilidad tiene visitar iglesias, mirar paisajes o tomar el sol sin hacer nada? Hagamos todo esto, queridos gobernantes que nos gobiernan, aquí y allá, y probablemente enderezareis las cuentas públicas. Pero sólo el primer día: el segundo día, la economía general se derrumbará por completo. El paro será tres veces mayor, y la miseria general será implacable. Porque resulta que estas sociedades nuestras, llamadas modernas, industriales, postindustriales, desarrolladas y ricas, se fundamentan en la actividad superflua, en el añadido estético, en la cultura. Y si les quitamos esto, podremos aún vivir, ciertamente: comer, habitar casas y cubrirnos el cuerpo. Pero viviremos, más o menos, como europeos en la más profunda edad media. Si hay algo que no entiendo, es que tantos ideólogos, economistas, políticos y sociólogos, no entiendan algo tan simple.

 

Publicado por El País-k argitaratua