«El juez superstar español no ha tenido muy en consideración ni la historia, ni la realidad, ni la cultura de Schleswig-Holstein, antes de dar según qué pasos»
Seguramente, lo que más ha irritado a la justicia española, en la decisión del tribunal de Schleswig-Holstein de no atender su petición de extradición de Puigdemont por sedición y rebelión, ha sido la condición «regional» del tribunal en cuestión, como si el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña hubiera respondido, del mismo modo, una petición de la justicia federal alemana. Con su visión nacionalimperial de la realidad política, les parece una situación por completo incomprensible. En realidad, esta reacción primaria deja al descubierto, entre otras cosas, una notable indigencia cultural e informativa con respecto a la realidad de la República Federal Alemana y su historia. Schleswig-Holstein no es ninguna región, sino un Estado de esta República. Exactamente, pues, lo que el pueblo de Cataluña votó que quería ser, el 2 de agosto de 1931 con el Estatuto de Nuria, y un 99,45% de votos favorables: «Cataluña es un Estado autónomo dentro de la República española «.
Schleswig-Holstein, el más septentrional de los 16 estados alemanes federados y aspiración tradicional de la corona danesa, fue incorporado a Prusia, con la victoria de ésta sobre Dinamarca, a raíz de la guerra de 1866. Este territorio, en todo o en parte, perteneció a Dinamarca o a Alemania, o bien se situó al margen de la soberanía de ambos, en diferentes momentos de la historia. Con la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial -en el contexto de los 10 puntos del presidente Wilson sobre el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades y en el marco del Tratado de Versalles-, se produjo un referéndum entre la población para que ésta decidiera si quería formar parte de Dinamarca o de Alemania. El norte del territorio, con el 75% de los votos favorables, optó por la reunificación con Dinamarca, el 10 de febrero de 1920. Cuatro meses después, esta zona pasó a soberanía danesa y se situó, plenamente, bajo su jurisdicción a todos los efectos. El 14 de marzo de 1920, la zona centro optó, a la inversa, por continuar en Alemania, con el 80% de los votos, mientras el voto pro danés se localizó en la ciudad de Flensburg, donde habían nacido algunos miembros de la realeza danesa y segundo puerto de Dinamarca después de Copenhague hasta el 1864, así como en la isla de Föhr. Tras la II Guerra Mundial, en Schleswig-Holstein, apareció un movimiento político pro danés, con la pretensión última de incorporarse a Dinamarca. Los derechos de la minoría danesa en el sur y alemana en el norte, sin embargo, han sido en general respetados hasta la actualidad
Situado al sur de la península de Jutlandia, que también comparte con Dinamarca, que ocupa el norte del territorio, este Estado hoy alemán constituye, de hecho, desde el punto de vista geográfico, un continuo territorial con el país escandinavo. De mayoría protestante, la Reforma llegó hacia 1526 y en muy pocos años ya había arraigado. Hoy el Estado tiene cuatro lenguas oficiales: alemán, bajo alemán, danés y frisón, así como un número destacado de personas refugiadas o inmigrantes que han encontrado acogida, huyendo de las guerras, las dictaduras o la miseria. Es aquí donde nacieron Willy Brandt, canciller alemán en el periodo 1969-1974; el gran novelista y premio Nobel de Literatura, en 1929, Thomas Mann, así como Max Planck, Nobel de Física, en 1918, los tres protestantes.
Schleswig-Holstein es un estado que cuenta con la tradición democrática de decidir el futuro colectivo en las urnas, en referéndum, y no a porrazos. Una sociedad donde la diversidad religiosa y lingüística de sus habitantes forma parte del paisaje, con naturalidad, y es vista como una realidad enriquecedora, difícilmente podía sentirse identificada, mediante su poder judicial, con una tradición inquisitorial, uniformista, alérgica a la diversidad, soberbia y con una justicia tan politizada como la española y con una consistencia democrática tan débil. No sé porque, pero diría que el juez superstar español no ha tenido muy en consideración ni la historia, ni la realidad, ni la cultura de Schleswig-Holstein, antes de dar según qué pasos, que, en definitiva, se han convertido en un ridículo vergonzante .