«NO vale», era la frase que empleábamos de txikis si nos iban a alcanzar cuando jugábamos a pillar. A decir verdad, era una estratagema bastante tramposa para evadir una derrota inevitable. Justificábamos ese no vale bajo algún pretexto como el de que se nos había soltado un cordón o nos habíamos retorcido un pie. La validez de este alegato se dirimía de la forma más horizontal posible, de tú a tú, de txiki a txiki, y lo más frecuente era que finalmente tocase llevarla .
Hay quien dice que el mundo adulto es como el patio de un colegio, y que seguimos jugando los mismos roles que en nuestra infancia. Ejemplos no faltan:
El pasado mes de marzo se iba a celebrar en la Audiencia de Iruñea un juicio en el que se pedían penas de cárcel para 12 jóvenes -3 con obligación de cumplir la posible pena- que habían llevado a cabo, meses atrás, una campaña de desobediencia civil a favor de los locales okupados y autogestionados. Su acción, ahora juzgada, consistió en sentarse. Realizar una sentada con la que hacer visible la falta de espacios, con la que gritar en la normalidad del día a día de nuestra ciudad que no se deja sitio en ésta a quienes entienden de una forma distinta las relaciones humanas o los estilos de vida.
Para afrontar el juicio se organizó una ambiciosa campaña en la que participaron cientos de jóvenes, y que fue apoyada por un amplísimo abanico de personas procedentes de las más variadas ideologías. Todo el mundo pudo ver aquellos carteles naranjas en los que aparecen célebres personajes de la historia que llevaron a cabo similares formas de protesta.
El apoyo social recibido y la abusiva petición de penas hacían afrontar el juicio con cierto optimismo, pero en el último momento, para no perder, para desactivar el trabajo realizado, el poder institucional gritó no vale y aplazó el juicio a septiembre. Justificó ese no vale bajo algún pretexto como el de que se no podía localizar a algún testigo o algo por el estilo. La validez de este alegato se dirimió de la forma menos horizontal posible, de tú a usted, de txiki a grandullón, y finalmente tocó esperar a septiembre.
La esperanza del abusón , como les decíamos a estas personas hace ya algunos años, era encontrar en septiembre a un grupo de jóvenes desorganizados y desarropados, pero hemos vuelto a hacer piña y juntos volvemos a ser muchas. La red no se ha deshecho y sabemos que haremos valer la razón frente al abuso y al pique de quienes no saben perder. Frenaremos este buying judicial, este acoso sinsentido que pretende hacer dominar el gris -gris cemento, gris uniformado- en el patio de esta Iruñea que ya hay quien lleva años coloreándola de naranja.
El próximo día 17 será el juicio, hasta entonces mostraremos nuestro apoyo y nuestra solidaridad a las personas encausadas porque queremos un patio libre e igualitario, no el patio de prisión que nos están preparando los abusones, que siempre juegan a su única alternativa: Juan y Pinchamé, se fueron a nadar, Juan se ahogó, ¿y quién se salvó?
* José Ramón Urtasun Recalde. Colectivo Malatextos