Entrevista al presidente en el exilio sobre ‘Me explico’ (Plaza Janés), su extenso dietario del proceso que llega el jueves a las librerías
Carles Puigdemont (1962), president catalán en el exilio, acaba de publicar el primer volumen de su dietario del proceso. ‘Me explico. De la investidura al exilio’ (Plaza Janés) son casi 700 páginas que cubren los años 2016 y 2017 en formato de dietario explicado por el periodista Xevi Xirgo, con quien el presidente se fue encontrando cada semana durante estos años. Es un libro notarial, lleno de información, datos, citas y encuentros. No es un libro con tesis, sino que es un dietario del día a día muy completo y que permite ver casi en directo los acontecimientos con los ojos del president. Ayer, Puigdemont comentó en una entrevista por internet esta obra, a la espera del segundo volumen (‘La lucha en el exilio’) que se publicará dentro de unas semanas.
– ¿Qué cosas espera que este libro ayuden a entender?
– Ha habido todo un intento de confrontar la decisión del exilio y la de quedarse. Y explicar el exilio de manera muy nebulosa, por lo que quedaba la sospecha, o la acusación directa, de que fue una traición, que sirvió para dejar tirada a la gente y no dar la cara. Necesitaba salir a defender cómo había vivido yo las cosas.
– Explica que pierda la confianza con Junqueras muy pronto, cuando él no le informa que se ha encontrado con Pedro Sánchez, o que quiere ver al president Ximo Puig sin avisar. Explica que no conecta con Junqueras y que no lo sabe leer.
– Explico que debemos ser muy leales con nosotros mismos, y noto que no soy correspondido de la misma manera. Y me preocupa, no tanto por el hecho en sí, sino por lo que pueda representar para el conjunto. Pero la confianza que me interesaba es la que tuve: la del Primero de Octubre. El resto de diferencias, si no impidieron hacer el Primero de Octubre, creo que se han de explicar, porque se pueden entender algunas decisiones, o declaraciones, o ayudan a entenderlas, pero no son determinantes.
– Leyendo el libro uno se pregunta si con Junqueras podrá rehacer la confianza alguna vez.
– La confianza política la tenemos que tener siempre. Si no, no haríamos política. A mí no me interesa recrearme en qué cosas tenemos pendientes con Junqueras, sino en que no entorpezcan el objetivo general. Aquí no hay ninguna cuestión personal.
– El libro dice que el 13 de septiembre, por primera vez, prevé la hipótesis de que el Estado español consiga de frenar el referéndum. Muy tarde, ¿no?
– Era obligación nuestra plantear qué pasaba si cortaban el operativo previsto. A pesar de que había muchos nervios y especulaciones, estábamos convencidos de que lo haríamos.
– En octubre de 2017 aparece en el libro un Puigdemont dudoso e indeciso. Unos días dice blanco, otros, negro. Se agradece. Por ejemplo, llega a justificar las elecciones porque el Primero de Octubre votó menos del 50%. Frases que ahora no creo que las dijera usted.
– Yo tengo que ser fiel a mí mismo. No he querido unas memorias arregladas, ni pasadas por Photoshop, y ahora retoco esta arruga y ahora aquella. No. Esto da veracidad al documento. Somos seres humanos, personas con debilidades y flaquezas. Mostrándose honestamente tal como se es, uno no hace daño en política. Dicho esto, tampoco es nada contradictorio, porque recuerdo que en la reunión del grupo parlamentario del día 26, estos fueron los argumentos que defendí para convocar elecciones: la confrontación que nos prepara el Estado no es para la que nos habíamos preparado para hacerle frente. Es otra. Teníamos claro cómo se podía desarrollar la República en un clima de aguantar posiciones sin confrontación violenta. Pero el Estado español se dirigía hacia una confrontación violenta. Y eso exigía otra responsabilidad por parte de quienes tomábamos decisiones. Segunda: para la comunidad internacional, es evidente que el hecho de que no hubiera ido a votar el 90%, o el 50%, del censo era un handicap. Que para mí no lo invalida. Si analizamos el porcentaje del censo que ha votado a favor del Brexit, el estatuto de Cataluña, el ingreso de España en la OTAN o la constitución europea, veremos que es inferior al del Primero de Octubre. No lo decía en este sentido. Lo decía en el sentido de que si teníamos que aguantar la posición ante un Estado que se confrontaría violentamente con nosotros, ya no era igual. Y es cuando propuse al grupo parlamentario una serie de reflexiones que ahora siento decirlo a las personas que en ese momento estaban abiertamente opuestas.
– El miedo del conflicto. El miedo de ls muertos. El miedo de la confrontación, ¿cómo se supera? ¿Por qué esto fue determinante en 2017. También puede serlo en el futuro. ¿Cómo evitar que vuelva a frenar?
– El miedo es normal. Y es esperable que una persona, ante un conflicto que puede conllevar violencia y víctimas, tenga temores. Y yo los tendré siempre. Quien vaya a un conflicto que sabe que puede causar víctimas sin temores es un irresponsable y un tonto. No lo quería asumir. Hoy podemos decir que tenemos intacto el legado del Primero de Octubre y la razón de haberlo intentado todo para conseguir la independencia, que quizá no la tendríamos si en la espalda hubiera una mochila cargada de víctimas por haber terminado en lo mismo: cárcel y exilio. No es igual para el proceso de independencia. Cualquier gobernante debe tener temores de este tipo de escenarios. Lo que hay que preguntarse es qué hacer en ese momento.
– ¿Y qué hacer en ese momento?
– No se lo adelantaré. Pero le recomiendo que cuando aparezca el documento ‘Preparémonos’, del Consejo por la República, lo lea. Porque si España nos señala como único camino transitable para que Cataluña sea un Estado independiente, y ejerza el derecho a la autodeterminación, el de gestionar un conflicto con el Estado español, las lecciones de octubre del 2017 son muy útiles. Teniendo clara una máxima, un compromiso ético: nosotros no tenemos que poner la violencia. Y que la violencia es algo muy diferente de la resistencia activa y otras cosas. Nosotros hemos de preguntar cada día al Estado español si piensa renunciar a la violencia para impedir la independencia. Del mismo modo que yo sí estoy dispuesto a renunciar a la violencia para alcanzar la independencia.
– El día 10 de octubre, la única persona que dice que hay que ir adelante con la DUI prometida es Clara Ponsatí, y un poco Lluís Puig. Al final la DUI se suspendió unos días. ¿Qué clase política tenemos que los que lo ven claro son los últimos en llegar?
– Claro claro, no se puede decir que todos lo tuviéramos claro. Ni que el resto avalaran mi posición fácilmente. Había muchas dudas. Lógicamente. Verme a mí convencido hizo que la mayoría del consejo ejecutivo lo entendiera así. Al final había una ventana muy definida que abriría un diálogo inédito entre Cataluña y España. Me sentí obligado a transitarlo. Pero al mismo tiempo que digo que el 10 fue un error dar marcha atrás, también digo que fue un acierto. El error sería no aprender de aquella lección.
– ¿Qué lección?
– La lección de 2017 es que cuando el Estado español, incluso en momentos tan críticos, habla de negociar, no nos lo tenemos que creer. Hemos de aprender. Y no volver a cometer este error. Esta lección la pongo al servicio de generaciones futuras: que entiendan que enfrente hay un Estado que es trilero. Lección para relacionarse con el Estado español en el futuro.
– Comentemos personajes secundarios del libro. Por ejemplo, Jordi Pujol, que le dice que haga la DUI, pero no desde el parlament, sino desde el govern, y luego convoque elecciones. Contra el tópico de que quería frenar, Pujol está a su lado y le dice, tire adelante.
– Como resulta que el gobierno español, de manera muy irresponsable, no supo actuar a la altura histórica de los acontecimientos, no había ninguna otra conclusión. No se podía hacer nada más. Aquel paso se tenía que dar. En la carpeta catalana, estos son momentos fundacionales de la República independiente. Quizás nos parece lejano, y extraño, pero al final, cuando acabemos este camino, en el dossier, habrá documentos fundacionales, uno de los cuales será el 27 de octubre.
– Quim Arrufat. El puente con la CUP.
– No es el único, pero sí. Es uno de los puentes. Creo que la CUP hace un esfuerzo para tejer puentes y actuar con lealtad.
– César Alierta, presidente de Telefónica. Cae por haber tratado de ayudar en el diálogo con Cataluña.
– De aquello se desprende esto. Y es lo que él me transmite. Yo nunca he sabido los detalles exactos de los acuerdos, pero tengo testigos que explican que el Gobierno adquirió un compromiso antes del 9-N. Rajoy con Mas. Compromiso que, nuevamente, siguiendo la tradición política española, el gobierno incumplió. Tiene valor que una persona como Alierta, opuesta al proceso de independencia, explique este hecho.
– Elogia a Álvarez Espejo, militar que dijo que el ejército no había de intervenir en el conflicto Cataluña-España.
– Sí. Los pocos militares que he conocido de este nivel, tengo que decir que me han parecido demócratas y profesionales. Y han procurado explicitar que el papel del ejército en un Estado europeo no es el de hacer lo que el ejército se había acostumbrado a hacer. En este caso particular, no era el militar golpista.
– No frene, president, le dijo un guardia civil.
– Sobre la Guardia Civil ya tuve discusiones con gente que no entendía que yo no tuviera problemas para acompañar la celebración del día del Pilar cuando era alcalde. Iba cada año. Una parte de los miembros de la Guardia Civil, a diferencia de la Policía Nacional, viven aquí y se integran familiarmente. Esta gente es necesario que sientan que una República independiente también es suya, aunque ellos no la quieran.
– Sorprende la cantidad de gente que le presiona aquellos meses siempre hacia el mismo lado: frene. Una de las pocas excepciones es Antoni Abad (CECOT). ¿Hasta qué punto le condicionó que la presión fuera siempre hacia un lado (frene) y no hacia un otro (plantémonos en la plaza, de esobediència civil)?
– Yo estaba en un gobierno independentista, y no me hacía falta que me presionaran en este sentido. Es normal que hubiera la contrabalanza. Pero estoy convencido de que si finalmente el Gobierno español hubiera aceptado las condiciones para convocar elecciones, yo habría recibido mucha presión de éste tipo. Estoy convencido.
– Rey de España: en el libro explique que al principio parecía más abierto que Rajoy.
– Las veces que la había tratado, el rey hablaba con franqueza y suficiente documentación e información, incluso más interés sobre nosotros que Rajoy. Hasta el 3 de octubre, pensaba que en una monarquía parlamentaria, en un momento de crisis constitucional, el rey tenía que arbitrar. Toda aquella esperanza que habíamos depositado que el rey podía tener este papel arbitral se fundió. Una decepción enorme. Su padre había salido vestido de militar a hacer un discurso civil, y él salió de civil a hacer un discurso militar. Fue catastrófico. Incluso preferí no escucharlo en directo, y analizar el discurso con frialdad después.
– Explica posibles países que podrían acogerle en el exilio: ¿Suiza, Bélgica, Noruega y Uruguay. Uruguay?
– No voy prever más esta posibilidad. Debía ser en algún papel y alguien que hizo una gestión. Pero nunca pensé en un exilio del tipo de evitar la extradición. Bélgica era el que tenía más posibilidades.
– En el libro se le nota cansado y harto de las tensiones dentro el PDECat. Y las desavenencias con Marta Pascal.
– Pensar que en un contexto tan límite y extraordinario no habrá tensiones es ser ingenuo. Siempre habrá tensiones y vendrán más. Es normal. La cuestión importante no es que no haya tensiones, sino sobreponerse a ellas. Y mantener la cabeza lo suficientemente serena como para tomar decisiones acertadas, que básicamente son las que puedes explicar aunque puedan ser equivocadas.
– Artur Mas aparece como uno de los sus grandes hombres de confianza.
– En él tengo mucha confianza, porque me la ha demostrada. Estuvo al lado en los momentos duros. Y lo agradezco.
– Ahora Mas no se ha posicionado sobre el nuevo partido, Junts. Mantiene silencio. ¿Cómo lo interpreta?
– Yo públicamente tampoco me he visto posicionarme mucho. No me he prodigado en declaraciones. Mas y yo mismo intentamos que todo lo que representa aquella Convergencia de 1974, que supo aglutinar democristianos, socialdemócratas, gente que venía del PSUC e, incluso, algunos del franquismo, se mantenga. Ni Mas ni yo somos de rupturas. Y los silencios a veces se deben interpretar en la línea que no somos gente de ruptura, sino de suma.
– Cuenta con la violencia del equipo rival. La usaron el Primero de Octubre. ¿Cuenta con ella?
– Sí. Por eso estoy en Bélgica. Porque es una lucha desigual, con un Estado que está dispuesto a usarlo todo. No lo digo yo. Lo han dicho ellos. Recuerdo a Rubalcaba: pagaremos el precio que sea necesario. Y a fe de Dios. Sólo las licencias del Pegasus son 250 millones de euros. Por no hablar del Primero de Octubre. Debemos contar con ello: nuestro adversario no escatimará recursos. Antes podíamos tener certezas, ahora tenemos datos. Información muy valiosa para saber que sí, que el Estado puede tener la tentación de la violencia, pero es tentación de debilidad, de mucha pereza intelectual para no tener que imaginar soluciones complejas. Y eso nos da una ventaja.
– ¿Quiere añadir algo?
– Pido que el libro sea leído de manera pausada. Y al final de todo esto, que la gente llegue a su propia conclusión como personas adultas y maduras a quien no debemos escatimar información, y que no debemos pensar que si aparecemos más majos pensarán que somos muy buenos. No. Debemos darles los elementos para que saquen sus conclusiones para poder volver a ello. De hecho, vamos volviendo. Y es imprescindible que expliquemos las fortalezas y debilidades. Que hacemos un documento DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades) adecuado para ganar en el momento que estemos otra vez ante aquella pared que España tiene preparada para Cataluña.
– Impresiona el DAFO que publica el libro. Aquel octubre teníamos la gente y nada más. No teníamos a los Mossos. Dicho por ustedes mismos.
– Y no los tendremos. Es una de las cosas que explico en el libro: a los Mossos no les pedí nunca. Es una de las cosas que me ha sublevado, el intento de incriminar al cuerpo para quitarles las competencias. No hay ninguna base para pensar que jugaban a la contra del Estado. Y me parece injusto. Pero es que en el mundo del siglo XXI, donde tenemos una herramienta más poderosa, seguramente, que un cuerpo policial [muestra el móvil], ¿debemos estar pendientes de poner en tensión un cuerpo policial para tener el control de territorio? Que al final es control de personas. No sólo control físico sino de personas. Debemos ser capaces de preparar el control del territorio, y tenerlo a punto cuando volvemos a encontrar aquella pared que España siempre tiene preparada.
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