Bosnia-And-Herzegovina

Los planes de un nuevo ejército serbo-bosnio son un gran peligro en los Balcanes

Cuando la guerra de Bosnia ya terminó hace un cuarto de siglo, Bosnia y Herzegovina se encuentra en una situación peligrosa. La gente que vive allí está preocupada. Más de cien mil personas murieron o desaparecieron en el conflicto que asoló el país entre 1992 y 1995. Esto incluye a unos 8.000 hombres y niños asesinados en el genocidio que vino tras la caída de Srebrenica, en julio de 1995.

Se ha hecho todo lo posible para resolver el legado de la violencia generalizada desde la firma del Acuerdo de Paz de Dayton y el fin del conflicto. Se han encontrado a muchos de los desaparecidos. Algunos de los responsables de haber matado, violado y agredido a miles de ciudadanos han sido procesados ​​y encarcelados.

Sin embargo, parece que todo esto no ha sido suficiente y ahora existe el peligro de que la violencia vuelva a estallar.

Un estado de disfunción

Desde finales de 1995, Bosnia y Herzegovina se encuentra en un estado de disfunción constitucional. El acuerdo de paz creó dos entidades: la República Srpska y la Federación de Bosnia y Herzegovina, que, junto con el pequeño pero estratégico distrito de Brčko, constituyen el Estado bosnio actual.

La federación es dirigida conjuntamente por representantes de los bosniacos (antes llamados musulmanes bosnios) y de los croatas bosnios. En cambio, Radovan Karadžić y el general Ratko Mladić defendieron la independencia de la República Srpska, que en Serbia contó con el apoyo de varios patrocinadores, como Slobodan Milošević, quien proporcionó la financiación y las armas necesarias para el conflicto.

Karadžić y Mladić fueron condenados a cadena perpetua en La Haya, por los crímenes cometidos para conseguir sus ambiciones territoriales y demográficas. Durante la campaña armada para crear una República Srpska independiente, que debía ser libre de no serbios, se perpetraron horribles crímenes.

El sistema establecido en el Acuerdo de Dayton puso fin a la guerra, pero también dividió el país. Inadvertidamente, el acuerdo originó incentivos para que los políticos atizaran las llamas de las tensiones étnicas y les permitió caer en una corrupción generalizada sin perder el cargo.

Mientras, la comunidad internacional –principalmente Estados Unidos y la Unión Europea– ha ido perdiendo interés en financiar los esfuerzos de reconstrucción del estado bosnio. Asumieron muchos compromisos inmediatamente después del conflicto, pero desde entonces, las crisis de Siria, Ucrania y, más recientemente, Afganistán han desviado la atención y los recursos hacia otro lado.

Esto ha hecho perder fuelle a las promesas de integrar a Bosnia y Herzegovina en la UE. Durante estos últimos quince años no ha habido visión, ni entusiasmo, ni esperanza de un futuro mejor. En los últimos meses, la respuesta del país a la crisis de Covid-19 ha puesto dolorosamente de manifiesto hasta qué punto se ha vuelto disfuncional al Estado bosnio, con consecuencias mortales para los ciudadanos del país.

La amenaza de un nuevo ejército

En este contexto tan complicado, los dirigentes serbo-bosnios –principalmente Milorad Dodik, que lleva mucho tiempo dominando la política del país– han hecho crecer la tensión amenazando con crear un ejército serbo-bosnio, retirarse de las instituciones estatales conjuntas y declarar la independencia. Dicho de otra forma, los planes de Dodik son un peligro para el sistema que mantiene a Bosnia unida y en paz.

La última vez que los nacionalistas optaron por la independencia de la República Srpska, el intento acabó con derramamiento de sangre y persecución generalizada y sistemática de las comunidades no serbias. El ejército serbo-bosnio bombardeó y disparó contra los civiles de Sarajevo durante cuatro años; sus oficiales de seguridad e inteligencia estuvieron, en buena parte, tras el genocidio de Srebrenica.

Se suponía que la responsabilidad penal en el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, en La Haya, así como en las salas de los tribunales de todo el país, proporcionaría justicia y disuasión a Bosnia y Herzegovina. Los bosnios que viven la crisis actual no se sienten seguros, y con razón: en estos últimos años, el ritmo de los juicios para condenar a los criminales de guerra se ha ralentizado y los asesinos y los violadores han salido en libertad.

A principios del próximo año hará treinta años del establecimiento de la República Srpska, a raíz de una brutal campaña de limpieza étnica. La proximidad de este acontecimiento, junto con el contexto geopolítico más amplio –con Estados Unidos, Reino Unido y la UE distraídos y Rusia embravecida–, hacen prever un invierno angustioso. Rusia continúa alentada por las experiencias del este de Ucrania y Crimea, donde ha ampliado la influencia y el control gracias a la cooperación con actores locales. Existe la posibilidad, como advierten los expertos, de que Moscú quiera hacer esto, apoyando los planes de los serbios de Bosnia.

Y hay que añadir aún las tensiones recientes en la región, principalmente en las zonas fronterizas con Kossove y en Montenegro, donde preocupa la existencia de una comunidad radicalizada que quiere estrechar vínculos con Serbia.

Los ciudadanos de Bosnia y Herzegovina recuerdan nítidamente los primeros años de la década de 1990. Muchos se sintieron abandonados, y con razón, por la comunidad internacional, que vio en los telediarios cómo los bosnios eran acorralados, encerrados en campos y disparados por francotiradores desde las colinas que rodean Sarajevo.

Esta crisis, la culminación de años de decadencia, es un llamamiento a la acción para garantizar una salida razonable, sin violencia y con seguridad para todos los ciudadanos de Bosnia y Herzegovina, independientemente de su origen. Para ello son cruciales la voluntad y el compromiso políticos locales. Pero, ante todo, Bosnia y Herzegovina necesita desesperadamente la atención de los dirigentes políticos internacionales y la sensación de que alguien en disposición de ayudar –quien sea– se preocupe de ello.

Iva Vukušić es profesora del Departamento de Historia e Historia del Arte de la Universidad de Utrecht. Este artículo se publicó originalmente en The Conversation (1).

(1) https://theconversation.com/bosnia-and-herzegovina-world-leaders-risk-renewed-violence-if-the-country-breaks-apart-171068

 

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