Benjamín de Tudela

 

El navarro que viajó por medio mundo un siglo antes que Marco Polo

Benjamín de Tudela, un navarro que viajó por Europa, Asia y África en el siglo XII (unos 100 años antes que Marco Polo). Llegó hasta Bagdad, Arabia, Persia y Egipto; y podría haber llegado hasta China. Hombre preparado, pues tenía formación en historia, además de ser conocedor del hebreo, arameo, griego, latín y árabe además del euskara y el romance navarro, lenguas habladas en el Reino de Navarra, su tierra natal.

Podría fijarse el inicio de sus viajes entre 1159 y 1167 (reinando en Navarra Sancho VI “el Sabio”) y su regreso en 1172-1173. Según esto, sus viajes tuvieron una duración mínima de cinco años y una máxima de catorce. Esta última hipótesis parece la más probable, dado que su última etapa -desde que abandona Egipto hasta que llega a Tudela – duró por lo menos un año.

En total, visitó ciento noventa ciudades de Europa y Oriente, convirtiéndose en una de las primeras fuentes de la demografía. Su ‘Libro de Viajes’ desde Tudela, en el sur de Navarra, desciende por el valle del Ebro: Zaragoza, Tortosa, Tarragona, Barcelona y penetra en Provenza a través de Gerona. Se embarca en Marsella y viaja a Génova, Pisa, Lucca y Roma, ciudad en la que debió detenerse durante un tiempo, a juzgar por el minucioso relato que ofrece de sus monumentos. Esta parte primera de su viaje es un buen testimonio de las tempranas vías romeas.

Deja Roma y se encamina hacia el sur, donde llega a Salerno. Embarca nuevamente en Otranto, pasa por la isla griega de Corfú, en el mar Jónico, y Arta. Atraviesa Grecia y se detiene en Constantinopla, de la que ofrece una viva descripción, de gran importancia para el conocimiento de las condiciones y situación socioeconómica de sus habitantes en aquel momento.

Cruza el mar Egeo (islas Mitilene, Chíos, Samos, Rodas) hasta Chipre. Ya en tierra firme, pasa por Antioquía, Sidón y Tiro, entrando en Palestina por Acre, en aquellos momentos en manos de los cruzados. Recorre el país y describe detalladamente los Santos Lugares, dejando un documento de especial interés para el conocimiento de la Palestina de aquella época, con alusión a las diversas comunidades étnicas y religiosas de la zona, incluidas confesiones minoritarias, como los drusos.

De camino hacia el norte, pasa por Tiberíades, Damasco, Alepo y Mosul, con un itinerario difícil de precisar. Llega a Bagdad, ciudad que describe con mayor extensión que cualquier otra. Es probable que viajara a lo largo y ancho de Mesopotamia y Persia, aunque en estos relatos abundan los materiales legendarios. Es improbable que se aventurase a traspasar estos ámbitos geográficos, aunque se esforzó por reunir noticias sobre los lugares a los que no viajó, como Arabia, Persia, Asia central, India o Ceilán de Kai Fong en China.

En el viaje de vuelta, hace una admirable descripción de Egipto, El Cairo y Alejandría, ciudad en la que embarca para llegar a Sicilia. Nos da una descripción cuidadosa y pintoresca de Palermo. De allí, probablemente, regresa a Navarra por mar (Libro de viajes de Benjamín de Tudela).

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