A principios de los años 80 se llevó a cabo una transformación profunda de la enseñanza en euskara en los centros escolares del País Vasco. Casi 30 años después, hemos de confesar que el sistema de los modelos respondió a una época, pero que en la actualidad está desfasado y superado, porque no se cumplen los objetivos que se pretendían conseguir, es decir, «una capacitación real para la comprensión y expresión, oral y escrita, en las dos lenguas, de tal manera que al menos puedan utilizarse como lenguas de relación y uso ordinarios» (Ley de la Escuela Pública Vasca, 1993).
El Parlamento Vasco, en noviembre de 2005, aprobó una resolución para instar al Departamento de Educación a diseñar un nuevo sistema que superara los actuales modelos lingüísticos. Tras muchos retrasos, el Proyecto de Ley vio la luz en septiembre de 2008, pero, al no contar con los apoyos necesarios, fue retirado y en su lugar se publicaron varios decretos que iban en la misma línea para intentar corregir el desfase existente entre lo que dice la Ley de la Escuela Pública Vasca, de 1993, y lo que ocurre en la realidad, es decir, que el alumnado vasco termina dominando el castellano, pero no siempre el euskara.
El acuerdo PSE-PP para la formación del nuevo Gobierno en el País Vasco incluyó como uno de sus puntos básicos el tema relativo a la educación y los modelos lingüísticos. En concreto, lo que se resaltaba era la defensa de la «libre elección por los padres de la lengua vehicular». En noviembre de 2009, desde la Consejería de Educación se presentan tres nuevos decretos de Infantil, Primaria y Bachillerato para anular los del anterior gobierno y se nos dice que «nosotros mantenemos que el euskara y el castellano son dos lenguas cooficiales, que parten con igual rango y que ninguna está sobre la otra». A esto le llaman un «bilingüismo equilibrado». Confunden que una cosa es el trato legal y otra, muy diferente, el objetivo final. Si uno de los objetivos finales de la educación es que los alumnos dominen las dos lenguas, es evidente que tratando las dos lenguas por igual no se llega a esa meta.
La Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias, aprobada en 1992 y ratificada por España en 2001, dice en su artículo 7.2 que «la adopción de medidas especiales a favor de las lenguas regionales o minoritarias, destinadas a tener en cuenta sus situaciones peculiares, no se considerará un acto de discriminación con los hablantes de las lenguas más extendidas». Así lo entendió también el Parlamento Europeo, que aprobó una resolución a favor del multilingüismo en 2009, con los votos en contra del PP.
Lo peor de todo es que esta nueva propuesta viene envuelta en papel de regalo envenenado, con un ataque al euskara dentro de un discurso que habla en términos de «liberar la enseñanza del adoctrinamiento», y denunciar el tratamiento de «una enseñanza sectaria y reduccionista».
La Ley de la Escuela Pública Vasca, de 1993, no dice que el trato a las dos lenguas deba ser el mismo, sino que el resultado debe una «capacitación real en las dos lenguas». Sin embargo, desde la Consejería de Educación se afirma que las dos lenguas oficiales del País Vasco deben recibir un mismo trato. Como si no hubiera existido la historia anterior, con la persecución y la prohibición del franquismo; como si las dos lenguas se encontraran en la misma línea de salida, en las mismas condiciones. Como si el euskara estuviera tan presente como el castellano en la televisión, el cine y la prensa. Como si no supiéramos que el castellano lo hablan en el mundo más de 400 millones de personas y el euskara lo hablamos menos de un millón. Como si nadie se hubiera enterado de que los mismos que gobiernan en Euskadi no permiten que en Navarra se trate igual al euskara y al castellano.
Es falso que el castellano esté en peligro o sea marginado. En todos los estudios que conocemos el castellano sale mejor parado que el euskera. Por si fuera poco, conviene recordar que la CAPV está a la cabeza de las puntuaciones (concretamente en segundo lugar, tras La Rioja), en lengua castellana dentro del conjunto de las comunidades autónomas del Estado, tal y como se demuestra en el último estudio internacional PISA, del año 2006.
Para más INRI, el informe PISA 2006, en el que, a pesar de que el alumnado de 4º de ESO se escolariza el 27% en el modelo A, el 22% en el modelo B y el 51% en el modelo D, los alumnos fueron examinados en un 86,4% en castellano, mientras que solamente el 13,6% de los estudiantes realizaron la prueba en euskara. Esta opción fue debida a que, presumiblemente, después de doce años de enseñanza bilingüe, la lengua que mejor dominan los alumnos es el castellano. ¿Hacen falta todavía más pruebas para certificar la precariedad en la que se encuentra el euskara y la fortaleza que tiene el castellano en la enseñanza vasca?
Sin embargo, desde la Consejería de Educación nos dicen que el asunto está zanjado, y que lo que realmente importa ahora es «cómo introducir la lengua extranjera» en el sistema educativo. Es decir, ya no hay que preocuparse del euskara, sino del inglés, que por lo visto es una lengua de «vital importancia» a los cuatro años. No llegamos al bilingüismo real y queremos conseguir el trilingüismo. Esta contrarreforma supone un paso atrás para el euskara, pero quieren hacernos creer lo contrario porque el «paquete de regalo» viene en inglés y dentro lleva un ordenador portátil.
Portavoces del Gobierno dicen que los centros tendrán autonomía para organizar la enseñanza del modo más adecuado, que no se va a cambiar nada en relación a los modelos lingüísticos, que solamente quieren indicar cuál debe ser «el espíritu de la ley», es decir, el trato igual a las dos lenguas.
Pues bien, el trato igual no es el «espíritu» de la ley de 1993, ni el de la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias y Regionales, sino el «espíritu» de los nuevos decretos que quiere impulsar este Gobierno, y eso significa seguir manteniendo los viejos modelos A y B, que ya sabemos que no sirven para conseguir los objetivos marcados en la ley. Invito a los responsables de los centros escolares y las familias a no hacer caso de los viejos y nuevos fantasmas y a que estén seguros de que la enseñanza en el modelo D es la única respetuosa con las dos lenguas oficiales del País Vasco. La que de verdad se acerca más al objetivo del bilingüismo equilibrado.
Sin olvidar, claro está, que la tarea de fortalecer y hacer avanzar el euskara no es sólo un asunto de la escuela, sino de toda la sociedad, especialmente de los medios de comunicación.