El pasado 27 de marzo en el barrio de San Inazio de Bilbao, en plena y descarada campaña política de actos electorales, se inauguró precipitadamente después de cuatro años de obras el nuevo edificio del Conservatorio de Música Juan Crisóstomo de Arriaga. Asistieron el lehendakari Ibarretxe, el consejero de educación Tontxu Campos , el alcalde Azkuna y diversos invitados. Sorprende que un centro de estudios musicales en el siglo XXI se llame conservatorio cuando más bien parece que debería ser creatorio, en alusión a nuevas formas de expresión y creación sonora. Asimismo, que este tipo de equipamientos lo mismo que los de Artes Escénicas, Teatro y Danza no se hayan instalado en la Alhóndiga, al estilo del interesante y frustrado propósito cultural de Oteiza y proyecto de Oiza impulsado por el buen alcalde Gorordo, en lugar de gimnasios, bares, restaurantes y similares que han desvirtuado aquela extraordinaria idea y magnifico edificio.
Los asistentes, especialmente el Lehedakari y el consejero que tendrán un concepto de país, tuvieron que soportar la exigencia del alcalde de que el centro tenga estudios superiores, en clara alusión rivalizadora con Donostia. Este mandatario, más parece del PP que nacionalista, pretende que Bilbao sea el centro de Euskal Herria y las demás capitales estén subordinadas a los intereses absolutistas de un alcalde megalómano. Así va la cohesión y construcción de nuestra nación.
En este acto la directora del centro, Begoña Ruíz de Erentxun como mayor contribución intelectual sobre el edificio declaró: «Es digno de ser incluido en las rutas turísticas de Bilbao»(Deia 27-3-2007). Es reiterativamente lamentable, colma la sensatez y constituye una frivolidad social las continuas referencias a pensar en una ciudad para los turistas ¡Qué análisis más paupérrimo. Un mínimo de autoestima!
Pero por elemental respeto cultural, derecho a la propiedad intelectual, habitualmente tan despreciada, resulta indignante y los periodistas tienen su parte de culpabilidad, no se menciona a los autores del edificio. Así toca a más y parece que lo ha hecho el alcalde. Se relata que se interpretó la pastoral de Beethoven y actuó la Joven Orquesta Juan Crisóstomo de Arriaga, también que el edificio es acristalado, su superficie, número de especialidades, cantidad de aulas, capacidad de alumnos , costos, pero nada, absolutamente nada de sus proyectistas. Si lo hubiesen hecho Pelli o Isozaki que han desgraciado la Villa, pero como son del circo ambulante de la arquitectura, hubiésemos oído frases demagógicas, referencias falsas y fotos de saludos de las autoridades con los citados personajes. Una humillación más, han pasado varias,del mismo tipo por quienes se proclaman nacionalistas.
Los autores de esta magnifica y sobria obra son los reputados arquitectos gasteiztarras Miguel Ángel del Campo y Roberto Ercilla, de los que me honro con su amistad, con un extenso y excelente currículo de arquitecturas de extraordinaria calidad difundidas en numerosas publicaciones y conocidos en el panorama internacional. Su arquitectura no es para embaucadores. Simplemente que como vascos son, política y miserablemente, ignorados.
Este desprecio que ya se ha repetido en demasiadas ocasiones, pasa en la ciudad del Guggenheim, este Guantánamo museístico comercial, «capital mundial de la arquitectura del siglo XX» que parece haber exterminado la confianza en la creatividad de nuestro país. Creyendo interpretar el sentimiento de numerosos colegas solamente puedo decir: ¡Del Campo, Ercilla barkatu eta Zorionak¡
* Arquitecto