Apuesta por el ‘turismo de guerra’

Gernika simbolizaría la paz, Elgeta la guerra y Eibar lo económico

EN plena revolución de la memoria histórica en Euskadi, tres localidades han dado un paso pionero: trabajar en equipo para fomentar el turismo de guerra, acepción muy habitual en países como Francia o Alemania. Igual que hay turismo verde, de arte en cementerios o enológico; Gernika-Lumo, Elgeta y Eibar promoverán el de la Guerra Civil. Cada uno de los municipios sería un monográfico y, conformarán lo que denominan «triángulo histórico». Así, la villa vizcaina sería ejemplo de paz, con su museo dedicado a la resolución de conflictos; Elgeta mostraría los avatares de la guerra en un recorrido de la Guerra Civil en Euskal Herria y Eibar, el aspecto económico-político-social en la contienda. Faltaría por poner en marcha el de la ciudad armera. «De este modo, habrá tres zonas de turismo de guerra o histórico», confirmó ayer a este periódico el componente del grupo por la recuperación de la memoria histórica Intxorta 1937, Josuren Murgizu.

La apuesta por el turismo de guerra se conoció ayer tras una rueda de prensa en la que tomaron parte los alcaldes de Elgeta, Oxel Erostarbe; Gernika-Lumo, José Luis Gorroño; el miembro de Gerediaga Elkartea, Jon Irazabal; el miembro del Grupo de búsqueda de Intxorta 1937 Alberto Sardón; y otros representantes municipales de Elgeta. En el acto celebrado en Espaloia kafe antzokia de esta localidad anunciaron el comienzo de una exposición fotográfica que lleva por título Elgeta devastada: 3 fotógrafos, 3 testimonios. La muestra bilingüe permanecerá abierta en este café teatro desde mañana hasta el 3 de mayo y ofrece imágenes obtenidas en la Guerra Civil por el eibartarra Indalecio Ojanguren, el antzuolarra Toribio Jauregi y el madrileño Marqués de Santa María del Villar.

La asociación Intxorta 1937 valora que Ojanguren fue el fotógrafo que mejor retrató Elgeta. «Las imágenes que nos ha legado de la vida de la villa antes y después de la guerra son un documento gráfico, además de etnográfico, indispensable para calcular la magnitud de la tragedia que vivió el municipio, considerado entonces como una de las villas más bellas de Gipuzkoa», valoran. Toribio Jauregi fue conocido con el mote de Altzeta. Además de fotógrafo vocacional, fue un destacado deportista, afición que marcaría en gran parte su estilo de reportero cubriendo partidos de pelota, pruebas ciclistas y montañeras, «el alma de la sociedad bergaresa de la época y los acontecimientos políticos y sociales que le tocaron vivir». Esta muestra da a conocer por primera vez su fondo fotográfico. Retrató a los miembros de la comisaría de Bergara y su Junta de Defensa hasta la caída del pueblo en manos de los militares españoles sublevados. El Marqués de Santa María del Villar era de cuna aristocrática y formó parte del Departamento Fotográficos de Regiones Devastadas actuando en el seguimiento de la reconstrucción de Elgeta. La exposición también mostrará las dos fotos, «casi iguales», que muestran uno de los bombardeos que sufrió la localidad hace 74 años.

Tras la caída de Bergara, la vecina Elgeta se convertirá para Mola en objetivo militar y llave estratégica para la toma de Bizkaia. Los cerca de 1.000 habitantes que contaba la población, su casco urbano y alrededores sufrieron trágicamente las consecuencias.

Las autoridades vascas evacuaron a su población urbana, que se «salvó milagrosamente» -apunta Murgizu- de los bombardeos, y comenzaron al mismo tiempo la fortificación del pueblo convertido en eje de un extenso frente que recibió fuego de fusilería, artillería y mortero. Pero no fue hasta abril del 37 con la intervención de las potencias fascistas de Alemania e Italia cuando la devastación llegue a límites insospechados.

Tras la caída de Bizkaia en junio del 37, los habitantes retornaron a la villa totalmente destruida y familias enteras tuvieron que buscar cobijo en otras poblaciones hasta su reconstrucción en los años 50. En el 38 el ayuntamiento hizo constar en actas la falta de viviendas para los elgetarras desplazados. En el 40, el pueblo entró en el plan general de reconstrucción. En el 44, obras aún no habían comenzado y la corporación pidió angustiosamente que comenzaran. Ese mismo año se colocó la primera piedra del edificio consistorial que fue inaugurado dos años más tarde.

 

Publicado por Noticias de Gipuzkoa-k argitaratua