Aprendí siendo niño, puede que en la catequesis, aquello de que “se dice el pecado pero no el pecador”. No daré aquí, ¡válgame Dios! nombres de políticos ni de sus partidos. Sí voy a hablar de sus pecados, algunos bien graves; no votaré a esos pecadores para no tropezar de nuevo en la misma piedra. Pecado mortal es, por ejemplo, gastar alegremente el dinero del pueblo en obras inútiles sin ninguna planificación y que además cuesta un pastón mantenerlas cada año: auditorio de Javier, circuito de Los Arcos, el fracasado museo de los Sanfermines, el Reino de Navarra Arena, el TAV sin principio ni fin, el destrozo de la plaza del Castillo, el aeropuerto, peajes en la sombra. ¡Cuántos millones tirados a la basura! Pecado también que merece el infierno, es no usar el dinero del pueblo solamente y escrupulosamente para el pueblo: han deteriorado la sanidad, la educación, las prestaciones sociales. ¿Dónde está nuestra Caja de Ahorros y dónde queda el robo de las famosas dietas? Han desaparecido hasta los cuadros de valor que tenía la Caja y nadie sabe nada. Pecado mortal es ir en contra de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestra lengua, de determinados medios de comunicación, obedecer a Madrid y no escuchar al pueblo navarro. Con sus tejemanejes, han hecho casi desaparecer a Osasuna, que ni tiene instalaciones, sólo le queda el nombre. ¿Se lo quitarán también? No me extrañaría que algunos lo intenten. Tampoco votaré a los que nos han mentido tantas veces y que nos amenazan con aquello “¡Que vienen…!” ¿O no quieren que vengan otros que no metan la mano en la caja? ¿Se puede dejar en peor estado a Navarra? Difícil papeleta para los nuevos. Que conste que quedan en el tintero un montón de pecados más, y no sólo veniales.
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