Ante las elecciones españolas

Una primera reflexión, de tipo generalista, es que ninguna contienda electoral es el fin del mundo, en el sentido apocalíptico de que, si no te presentas, desapareces para siempre. Relativizar los acontecimientos políticos y enmarcarlos adecuadamente en su contexto es un ejercicio saludable. Así pues, nos aproximamos al tema sin apriorismos electoralistas ni absolutismos de signo contrario. Pero, eso sí, con la intención de fidelizar y ampliar el electorado independentista.

Entendemos que la hoja de ruta hacia la independencia del Principado de Cataluña y del conjunto de los Países Catalanes pasa por que ésta sea proclamada por los representantes políticos de la nación catalana, con las pertinentes ratificaciones referendarias posteriores, en su caso. Este procedimiento entra dentro de lo aceptable -y que ha sido aceptado ya, en otros casos- por la legalidad internacional. Es cierto que ésta también aceptaría, sin proclamación previa, el resultado favorable a la independencia obtenido en un referéndum con una participación superior al 50% del censo y convocado desde las instituciones existentes, pero el Estado (antidemocrático) español, así como el francés, impide tal convocatoria de referéndum. Por el contrario, con las armas del derecho, no pueden impedir que se haga una declaración unilateral de independencia ni los efectos y los reconocimientos posteriores.

En esta perspectiva, los representantes políticos llamados a protagonizar una declaración de independencia son, en primer lugar, los diputados de los parlamentos autonómicos, especialmente el Parlamento de Cataluña, seguidos por alcaldes y concejales de todo el territorio nacional. Es decir, los que han sido elegidos para ejercer y gestionar determinadas cuotas de autogobierno y que, una vez constatada la insuficiencia de este autogobierno, dan el paso de ir más allá y reclaman y proclaman el autogobierno máximo, es decir, la independencia política. Una declaración de independencia realizada por una mayoría de estos representantes políticos de nuestro territorio será tomada en consideración, con toda seguridad, por las instancias internacionales.

Por otra parte, los diputados en el Congreso español, como así mismo este Congreso al completo, no entran en la hoja de ruta de la proclamación de independencia. De hecho, no tienen ningún papel ni función, ya que no pasa por este parlamento ni el acto de proclamación ni los actos de reconocimiento posteriores, aunque desde allí pueden interferir los mismos o reforzarlos con gestos y declaraciones políticas, que siempre serán ajenas a un proceso (de reconstrucción nacional) interno de la nación catalana.

Por todo ello, la presentación de candidatos a estas elecciones generales españolas por parte del independentismo catalán es una cuestión secundaria en el proceso de independencia. Incluso, prescindible. En cualquier caso, sometida a valoraciones de oportunidad coyuntural, como posible elemento «externo» reforzador del proceso. Por ejemplo, un refuerzo del proceso sería el abandono del Congreso español por diputados catalanes como gesto coherente de apoyo a la proclamación de independencia, realizada en Cataluña. Pero al final, independentistas o no, a estos diputados no les quedaría otra, no tendrán más remedio que marcharse de Madrid, ante la nueva situación creada.

En las circunstancias actuales, inmersos en un proceso emergente de crecimiento independentista, nada indica que sea necesaria la presencia del independentismo catalán en una cámara carpetovetónica, donde la marginalidad y el desprecio los tenemos asegurados. Una cámara donde dos partidos nacionalistas españoles se alternan en el gobierno (en la designación del presidente del gobierno) y escenifican una comedia de seudodemocracia, sin permitir ni siquiera el uso de la lengua propia de más de ocho millones de ciudadanos de este estado. Una cámara donde no es posible hacer una política independentista catalana.

Así pues, creemos que lo mejor para la nación catalana es tomar el máximo de distanciamiento posible respecto a esta cámara a dos voces y que el independentismo catalán adopte una opción política consciente de forma unitaria, un lugar de encuentro conjunto: ni presentarse ni votar, es decir, la abstención activa en estas elecciones españolas. En un clima de entendimiento y de futuro. Que tenemos mucho trabajo pendiente en nuestro país y nada que hacer en España.

* También firman este artículo: Víctor Alexandre, Agustí Barrera, Jordi Bilbeny, Núria Cadenas, Toni Cucarella, Joan Daunis, Patrícia Gabancho, Jordi Miró, Isabel C. Simó, Agustín Soler, Santiago Vilanova y Josep M. Ximenis.

Publicado por Avui – El Punt-ek argitaratua