Una de las preguntas que ha añadido el último Barómetro del CEO y que ha pasado relativamente desapercibida es la de qué partido elegirían como segunda opción los votantes de cada partido. La cuestión tiene un interés que remite al sistema electoral. Inevitablemente, tenemos en la cabeza el modelo actual, que, de hecho, es el español porque en cuarenta y dos años el Parlamento no ha sido capaz de hacer una ley propia. Como mucho, discutimos la cuestión de la proporcionalidad territorial, o el de las listas abiertas o la doble lista a candidatos y partidos. Pero hay otros sistemas, entre ellos uno de votar primeras y segundas opciones.
Vayamos a la pregunta del último Barómetro. Hay respuestas que no merecen demasiada atención por su predicibilidad. Que los votantes de Vox en segunda opción se decanten en un 47% por el PP es lógico, siendo de dónde provienen. O que el 34% de Ciudadanos optara, en segundo lugar, por el PP o el 22% por el PSC, también es esperable y describe bien su origen y, si se huelen el derrumbe definitivo de Cs, podría ser que fuera el camino que tomara su primera opción. Y también es bastante irrelevante que un 33% de los votantes del PP digan que optarían por un Cs moribundo y un 19% por Vox, mientras sólo el unionismo patriótico y no la ideología conservadora puede explicar que en un 21% digan que votarían al PSC.
Por el contrario, la encuesta muestra dos cosas que pueden explicar las decisiones políticas actuales y futuras y, sobre todo, condicionar las estrategias electorales de cada partido. La primera es que los votantes del PSC digan que su segunda opción es ERC, con un 30% y dejen En Comú Podem (ECP) en un 23%. Y en cambio que ECP prefiera al PSC con un 33% y deje a ERC con un 27%. Aquí pesan la proximidad en el eje nacional (catalán y español), la afinidad de izquierdas y, sobre todo, la expectativa de poder gobernar en un futuro tripartito.
El segundo dato interesante es el de la diferencia enorme entre ERC y Junts en las segundas opciones. Para ERC, la más elegida es el PSC con el 23%, mientras Junts y CUP quedan en un 21% cada uno, y ECP lo es para un 16%. En cambio, para el 40% de los votantes de Junts la segunda opción es ERC, muy por delante del 23% de la CUP y con una insignificante opción del 4% y el 2% para el PSC o ECP, respectivamente. Es decir, los votantes de ERC, en la segunda opción, se decantan casi igual por partidos no independentistas (39%) e independentistas (42%). En cambio, los de Junts, se decantan en un 63% por independentistas, y en un ridículo 6% por los no independentistas.
La diferencia de segundas preferencias entre ERC y Junts es profunda. Habría que ver si la salida del gobierno puede haber impactado en estas preferencias, pero indica claramente que ERC y Junts tienen un electorado muy diferenciado en cuanto a la prioridad por la independencia. La frontera con el unionismo sólo tiene un agujero del 6% en Junts, y del 39% en ERC. De modo que el proclamado «incremento de la base» del que habla ERC no es del independentismo, sino del partido. Y está claro que Junts sólo tiene margen para crecer en una hipotética decepción de los votantes de ERC. Es decir: ERC debe poner cortafuegos con Junts, y éstos, allanar el camino en sentido inverso.
EL TEMPS
Publicado el 28 de noviembre de 2022
Nº. 2007