Al final todo depende de si se creen o no a Marta Rovira

Unas declaraciones recientes de Marta Rovira en Catalunya Ràdio han vuelto a encender el debate. En medio de una larga explicación sobre su proyecto, la secretaria general de ERC dejó caer dos o tres frases que han tenido una mala recepción en un sector importante de la población. Porque dijo que el referéndum del Primero de Octubre no había tenido suficiente legitimidad en Cataluña, que no había sabido conectar con una gran parte de la población y que incluso había sido percibido como una amenaza por una parte de la sociedad.

La reinterpretación interesada del pasado para legitimar las posiciones que un partido adopta en la actualidad es una constante de la vida política que, desgraciadamente, la historia nos enseña que debe ser siempre combatida, pero que también siempre es complicada de combatir. Por dos razones.

La primera es que, al final, la legitimidad de estas reinterpretaciones depende del nivel de honradez de quien la expresa y esto resulta difícil de valorar de entrada. Una reinterpretación positiva y honrada es aquella que se basa en las evidencias y hechos disponibles y que es coherente con la comprensión común de los acontecimientos que tiene la población. No siempre y en todas las circunstancias, tomar un hecho pasado e interpretarlo es una manipulación reprobable.

Y de ahí nace precisamente la segunda razón que dificulta combatir este estilo de hacer política, que es la necesidad de que pase el tiempo para demostrar cuál es el interés de cada uno. El tiempo normalmente pone las cosas en su sitio y es lo que demuestra finalmente las intenciones de quien hace estas reinterpretaciones. Recuerden «La OTAN, de entrada no» del PSOE, por ejemplo. El problema es que el tiempo debe pasar necesariamente para que los ciudadanos decanten su opinión a la vista no ya de la teoría que se propone, sino de los hechos que la acompañan. Y ese paso suele ser lento y pesado.

Foucault, Marx, Arendt, Saïd o, de una manera más aguda, Derrida han hablado de ello sobradamente, argumentando que la reinterpretación del pasado es inherente a la condición humana, y que la verdad objetiva es imposible o muy difícil de determinar. Ahora, ¿eso significa que tú puedes apoderarte de un hecho pasado, el Primero de Octubre por ejemplo, cambiando el relato precisamente para justificar lo contrario de lo que pasó? La respuesta lamentablemente es que, en principio, sí. Puedes hacerlo. Pero también es necesario acompañar esta respuesta decepcionante de una constatación positiva. Cuando hay reinterpretaciones de los hechos como esta que hacen Marta Rovira y Esquerra Republicana, no tienen por sí solas la capacidad de imponerse. Que triunfe el relato que hacen o deje de triunfar depende tan sólo de un factor que ellos no controlan: la gente debe creérselo. Y ésta es la gran debilidad a la que se enfrentan.

Por eso discutir teóricamente con ellos si el Primero de Octubre fue visto como una amenaza o si no tuvo legitimidad es un poco perder el tiempo. Y por eso, aunque ya he dado un par de pistas que me hacen pensar que existe una falta de honradez del debate tal y como lo plantean, me gustaría profundizar en ellas.

La primera pista es que decir todo esto que dicen representa un giro de 180 grados respecto a lo que decían, y esto es un vuelco absolutamente inexplicable. Mucha gente se desespera hoy cuando ve un vídeo en el que se comprueba qué decía Oriol Junqueras en 2014, 2015, 2016 o 2017 y lo contrasta con lo que dice y hace hoy. Bien, pues ésta es su gran debilidad. Para seguir la ruta que se han marcado cada vez deben decir cosas más excéntricas e incomprensibles. Y con ello el alejamiento entre la experiencia vivida del Primero de Octubre que tiene la población en general y lo que dicen ellos es cada vez mayor.

Lo que nos lleva a la segunda pista, para mí la más importante. Como decía antes, es fundamental que la reinterpretación de los hechos sea coherente con la comprensión común de los mismos. Con lo que la gente recuerda. Con lo que la gente vive en su interior. Que encaje con la visión que la mayoría de la población tiene sobre los hechos. Y aquí es donde los republicanos, desde que entraron en la deriva en la que han entrado, se estrellan constantemente. Porque pretender presentar el Primero de Octubre como un hecho reprobable va completamente en contra de la visión que tiene la inmensa mayoría de la población. Incluso de sus militantes, la gran mayoría de los cuales se la jugaron para hacerlo posible.

Ya sé que después, en la misma entrevista, Marta Rovira también intenta dar una visión positiva del referéndum, pero es demasiado evidente que lo hace para atenuar el impacto de lo que ha dicho un momento antes. Si realmente crees que el Primero de Octubre no tuvo legitimidad y causó miedo y un sentimiento de amenaza en una parte de la población, luego no puedes decir que fue un ejercicio impresionante de libertad política y bla, bla, bla. Porque nunca una persona de izquierdas, cualquier demócrata en realidad, podría aceptar definir como algo positivo una imposición, y que el referéndum de autodeterminación fue una imposición y una amenaza es lo que sus palabras describen.

La batalla, pues, está sobre la mesa y la derrota de este relato de Marta Rovira no dependerá de los hechos y de cómo queramos interpretarlos sino sobre todo de si se le cree a ella o no –por decirlo de una manera fácil y que se entienda. Yo no me la creo, pero eso no tiene importancia. Lo que realmente importa es que al final todo ese artefacto intelectual que han organizado si ha de estrellarse, que estoy convencido de que se estrellará, será contra la gente, contra sus votos, contra su recuerdo de lo que ocurrió el Primero de Octubre, contra las emociones que ese día convoca y contra sus críticas públicas. Críticas en la calle, en el bar, cenando en casa, en el lugar de trabajo o por Twitter y cualquier otra red social. De eso, sólo de eso, se trata ahora.

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