Brics: un frente amplio contra el dólar

La decimoquinta cumbre de los Brics concluyó el 24 de agosto de 2023 en Sudáfrica. Pese a la ausencia de avances espectaculares en los grandes temas diplomáticos, hubo un importante éxito con la ampliación del grupo a seis nuevos países: Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.

La iniciativa representa un verdadero reto para los Brics: una ampliación excesiva conlleva el riesgo de diluir la identidad de un grupo entre cuyos cinco miembros iniciales existen ya numerosas diferencias. Desde el punto de vista económico, China aplasta en cierto modo a los demás miembros por su enorme peso a escala internacional. Los sistemas políticos son también muy diferentes. Además, esos estados no tienen la misma categoría diplomática y estratégica: algunos son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, otros no; algunos tienen armas nucleares, otros no. De todos modos, no hay que llevar demasiado lejos esas diferencias.

Lo cierto es que los Brics han aceptado el reto de ampliarse de forma medida y contenida. La ampliación pone de manifiesto el atractivo del club y su capacidad para tener mayor peso demográfico. Como ha reconocido Emmanuel Macron en su discurso pronunciado el pasado lunes en la conferencia de embajadores franceses: «No he visto a ningún país llamar a la puerta del G-20». Los Brics ampliados representan más del 46% de la población mundial y el 30% del PIB mundial.

Los nuevos miembros son también diferentes en términos estratégicos, económicos y políticos. Los Brics ha elegido incorporar unos países procedentes de dos continentes diferentes: Etiopía y Argentina, país vinculado a Brasil aunque pueda haber un cambio de mayoría. En un principio, Brasil y Sudáfrica eran reticentes a aceptar una ampliación demasiado grande y solo aceptaban un país de su continente para no perder su singularidad. Argentina y Etiopía (con un PIB de apenas 100.000 millones de dólares; es decir, 170 veces menos que China y 30 veces menos que India) se han considerado más compatibles que Nigeria y México.

Irán y Arabia Saudí se incorporan al mismo tiempo que los Emiratos Árabes Unidos. De modo que no se trata solo de una ampliación petrolera y gasística, sino también financiera. Irán, pese a no ser un actor importante desde el punto de vista económico, es un país productor de petróleo con toda una tradición en lo referente a eludir las sanciones estadounidenses.

La próxima cumbre de los Brics se celebrará en Rusia, lo que garantiza la participación de Vladímir Putin, que no tendrá que evaluar los riesgos de abandonar Moscú por temor a posibles disturbios políticos internos ni de salir al extranjero por miedo a su imputación ante el Tribunal Penal Internacional. Será el primer anfitrión de un club Brics ampliado, que se convertirá entonces en un G-11.

Por último, dentro de dicho grupo, algunos miembros mantienen buenas relaciones con Estados Unidos, pero no desean quedar prisioneros de una relación bilateral exclusiva con Washington. Desde esa perspectiva, la adhesión de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos supone un éxito para los Brics, capaces de atraer a esos países, pero también para Riad y Abu Dabi, cuya diplomacia ya no está exclusivamente alineada con las posiciones estadounidenses. Pueden volar por su cuenta, aunque sin romper puentes con Washington. Algunos países, como Irán, mantienen pésimas relaciones con Washington. Otros desean conservar las relaciones con Occidente, pero ampliando su margen de maniobra para lograr una mayor independencia. De ahí que los Brics se presenten cada vez más como el anti-G-7, o al menos como una alternativa al G-7. De todos modos, el G-7 es un bloque unido, mientras que los Brics ampliados son más bien un club.

Además de dotarse de una base demográfica, diplomática e incluso económica más sólida, los Brics desean contribuir a una mayor desdolarización de la economía internacional. Los Emiratos Árabes Unidos, cuyo peso demográfico es relativo teniendo en cuenta sus 9 millones de habitantes, gozan de la ventaja de un indudable peso económico y son muy activos diplomáticamente. El país mantiene relaciones muy regulares con Nueva Delhi, que compra en rupias el petróleo emiratí. Del mismo modo, China compra en su moneda nacional el petróleo de procedencia saudí. Por ello, se ejercerán más presiones y acciones para que las transferencias energéticas se lleven a cabo en divisas distintas del dólar. El objetivo de la ampliación es un claro desafío al monopolio del dólar en la economía internacional.

Traducción: Juan Gabriel López Guix

* Dr. Inst. de Rel. Internacionales y Estratégicas, París

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