Contra el cinismo: Vox y PP atacan al catalán no porque sea de izquierdas, sino porque es catalán

En la época soviética una de las pocas maneras de soltar la presión política que la gente sentía en su interior era con chistes. De los muchos que aprendí aquellos años, había uno que encontraba particularmente divertido, por sutil. Esto era una reunión del politburó del Partido Comunista en el Kremlin donde el secretario general se levantó, ufano él, para proclamar: “Camaradas, finalmente ya hay un país que ha superado las fases de transición y está de lleno dentro del comunismo; saludamos con alegría a la República Democrática Alemana”. Entonces todo el politburó se ponía de pie y aplaudía con entusiasmo, y venga vítores, mientras allí al final uno de los miembros, sentado en la última fila, levantaba la mano con insistencia para pedir la palabra. El secretario general, un poco enfadado, acalló a todos y le dio la palabra. «Querido secretario general, el problema es que lo han logrado porque son alemanes, no porque sean comunistas», decía el hombrecillo del fondo de la reunión.

El chiste me ha venido a la cabeza estos días, viendo la manera tan descarada cómo, especialmente los socialistas españoles, aprovechan para su campaña electoral la censura de las revistas en catalán en la biblioteca de Burriana o la retirada del nombre de Vicent Torrent del auditorio de su ciudad.

Y me ha venido a la cabeza porque, como ocurría en el chiste soviético, la censura no es exactamente porque quienes la perpetran sean de derechas, asépticamente de derechas, sino porque los atacados son catalanes.

No digo que Vox y el PP no atacarán, cuando toque, también, publicaciones españolas o actividades culturales en español. Lo harán, sin tanta intensidad pero lo harán, claro que sí. Ahora, hay que ser muy ignorante o muy cínico para hacer ver que no sabes que en estos dos casos concretos, Burriana y Torrent, hablamos de un ataque a la lengua catalana desde un supremacismo lingüístico, desde un españolismo nacional, que el PSOE comparte plenamente con PP y Vox.

Al respecto, no creo que haya que hacer el recordatorio de la inmensa cantidad de leyes, normas, decretos y regulaciones en las que los partidos españoles han votado juntos una y otra vez, siempre, contra la normalidad de la lengua catalana –y de la occitana, la vasca, la gallega, la aragonesa y la asturiana también. Diría que para valorar el oportunismo cínico de los socialistas es suficiente que haga referencia a uno de los casos más graves de todos, que es la prohibición de TV3 en el País Valenciano. Porque no fue el PP quien cerró las emisiones, sino un ministro socialista catalán, el president José Montilla. Y porque si después de ocho años de gobierno del Botànic TV3 sigue sin llegar al País Valenciano esto es sólo por obra y gracia –y por imposición– del Partido Socialista, y muy concretamente del president Ximo Puig.

¿De qué caramba nos hablan, pues? Cuando es cuestión de limitar los derechos de los catalanohablantes, los partidos españoles, la nación española en su conjunto, son todo uno. Lo son en Bruselas impidiendo que nuestra lengua sea oficial, lo son en Madrid impidiendo que ningún diputado pueda decir más de dos frases en la lengua de una tercera parte de los ciudadanos de su Estado, lo son en Valencia, en Palma o en Barcelona. Y a partir de esta constatación, fundamentada en la historia más reciente pero apoyada en el pasado más remoto, da mucha pena comprobar que hay gente, entre nosotros, oprimida, maltratada, represaliada, que piensa si votar a quien también le oprime, maltrata y represalía sólo porque le han puesto un títere ante la cara que se mueve de manera más espectacular y más llamativa: que viene la derecha, uuuuuuh…

“Bétera, 1960. Director de VilaWeb. Presidente del European Journalism Centre. Creo que todo el mundo tiene el derecho de una vida digna, que significa sin miedo. Aquí y en cualquier parte del mundo. Siempre digo lo que pienso y asumo sus consecuencias.”

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