¿Quién asesinó a Carrasco i Formiguera?

El general Franco ordenó personalmente su ejecución; pero la sentencia de muerte la escribió mucha otra gente.

Burgos; 9 de abril de 1938. Hace 85 años. El general Franco, jefe de la Junta de Defensa Nacional (el gobierno del bando rebelde durante la Guerra Civil Española), ordenaba el cumplimiento de la sentencia de muerte dictada el 28 de agosto de 1937 contra Manuel Carrasco i Formiguera; exconseller de Sanidad de la Generalitat (del primer gobierno Macià, 1931); y exdiputado en las Cortes republicanas por el partido Unió Democràtica de Catalunya. Durante meses, el gobierno rebelde recibió una multitud de peticiones internacionales de indulto. Y algunos destacados investigadores de la Guerra Civil Española afirman que la ejecución de la sentencia se precipitó cuando las mismas cancillerías que solicitaban el indulto condenaron los ataques aéreos alemanes e italianos contra la población civil vasca y catalana. ¿Fue así? ¿O había más motivos y de más peso?

¿Quién era Carrasco i Formiguera?

Carrasco había nacido en Barcelona en 1890. Estudió derecho y ejerció como profesor en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de la Mancomunitat. En 1920, con treinta años, era elegido concejal del Ayuntamiento de Barcelona, por la Lliga Regionalista. Y en 1922, desencantado con el conformismo de Cambó, se iba para crear la formación nacionalista Acció Catalana. Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930/31) dirigió L’Estevet, un semanario próximo a su formación política, y fue encarcelado por la publicación de unas caricaturas que representaban a los militares españoles. Pasado un tiempo, tendría un papel destacadísimo en el Pacto de San Sebastián (1930), el congreso clandestino de los republicanos españoles donde se convino que no era posible instaurar un régimen republicano sin restaurar el autogobierno catalán liquidado en 1714.

Carrasco i Formiguera, a la derecha, con el primer gobierno de la Generalitat republicana. Fuente: manuelcarrascoiformiguera

¿Qué más era Carrasco i Formiguera?

Con la caída de la dictadura —y de la monarquía, que le había dado un entusiástico apoyo—; y con la proclamación de la República (1931), salta a la escena una generación extraordinaria de políticos, como Francesc Macià, Lluís Companys, Joan Lluhí, Rafael Campalans, Lluís Nicolau d’Olwer, Andreu Nin, Jaume Aiguader, Josep Tarradellas o Joan Comorera; por citar solo algunos nombres. En aquel momento, Carrasco ya era una figura muy prometedora. Y así lo vio el president Macià, que al formar un primer gobierno provisional y de concentración (abril, 1931) contó con él. Entre el 28 de abril de 1931, fecha de formación del primer gobierno de Catalunya desde 1714, hasta la remodelación del 29 de diciembre de 1931, Manuel Carrasco i Formiguera sería conseller de Sanitat y Beneficiència de la Generalitat.

Carrasco i Formiguera en el estallido de la Guerra Civil

Carrasco i Formiguera es uno de los muchísimos ejemplos, probablemente el más evidente, que desmiente el eje «católicos catalanes-rebelión militar». Carrasco i Formiguera era una persona de profundas convicciones católicas. Y era, también, una persona de una ideología profundamente republicana y catalanista. Los historiadores que han investigado la figura y el ideario de Carrasco, como Lluís Duran, ponen mucho énfasis en su cita «Por una Catalunya políticamente libre y socialmente justa» que revela un pensamiento «cristiano, catalanista, y antimonárquico radical». Al estallido de la Guerra Civil (1936); Carrasco ya no es una promesa, sino que es uno de los activos políticos más valiosos del país. Absolutamente leal a las instituciones de Catalunya y al régimen republicano; a pesar del curso de los acontecimientos, que lo podía haber empujado hacia el bando contrario.

Carrasco i Formiguera, en el centro; con dirigentes nacionalistas vascos y gallegos en un congreso en Barcelona. Fuente: Archivo ElNacional

La persecución de Carrasco i Formiguera

Carrasco y su familia sufrieron la persecución de los elementos más radicales de los dos bandos. En Catalunya, después de la derrota del golpe de Estado militar (19 de julio de 1936) se produjo un segundo golpe, protagonizado por los anarquistas de la CNT-FAI, que se impusieron plenamente (20 de julio de 1936). El Comité de Milicias Antifascistas, controlado por los anarquistas, se convirtió en el gobierno de facto. Y las siniestras Patrullas de Control, una refinada extracción de los peores convictos excarcelados, en las nuevas fuerzas de orden público. Las personas y las familias de confesión católica o de ideología catalanista, sobre todo independentista (o todo a la vez, como Carrasco i Formiguera) fueron sometidas a una persecución brutal. Una constante amenaza a su vida que los obligó a escapar. La familia Carrasco-Azemar se exilió a Euskadi.

El exilio de los perseguidos

El exilio catalán en Euskadi tenía dos destinos muy diferenciados, que revelaban la verdadera ideología de cada una de aquellas familias. Una parte muy mayoritaria de aquel colectivo se dirigió a Donosti, una plaza «nacional» ocupada por los rebeldes el 13 de septiembre de 1936. Y una minoritaria parte se dirigió a Bilbao, sede del gobierno vasco, que resistiría la ocupación franquista hasta el 19 de junio de 1937. Este último fue el destino de Carrasco; que inicialmente se marchó solo (agosto, 1936) y se situó como asesor del lehendakari Aguirre, en la sede del gobierno vasco, en Bilbao. Carrasco i Formiguera trabajaría para la lehendakaritza hasta que, en febrero de 1937, volvió a Catalunya (inmersa en un clima de guerra civil entre comunistas y anarquistas que acabaría estallando en mayo de 1937); para rescatar y reunir a su familia.

Arriba, Bilbao, el lehendakari Aguirre pasa revista a las tropas vascas. Abajo, Donosti, ocupación franquista de la ciudad. Fuente: Pinterest

La captura de Carrasco i Formiguera

En marzo de 1937, la familia Carrasco-Azemar salió de Catalunya por los Pirineos orientales y se adentraron en territorio de la República francesa hasta los Pirineos atlánticos. Allí se embarcaron en un barco que los tenía que conducir hasta Bilbao. Pero no llegaron nunca. Porque cuando aquel barco navegaba ante las costas de Guipúzcoa, como tantísimas otras pequeñas embarcaciones; sorprendentemente, fue abordado por una lancha militar del ejército rebelde que tenía claro qué y a quién buscaba. Carrasco i Formiguera fue identificado, detenido y conducido a Burgos, sede de la Junta de Defensa Nacional (el gobierno rebelde) y sometido a un consejo de guerra —una pantomima jurídica— sin ninguna garantía procesal. Acusado, paradójicamente, de «auxilio a la rebelión» fue condenado a muerte el 28 de agosto de 1937.

¿Quién delató a la familia Carrasco-Azemar?

La captura de Carrasco no habría sido posible sin la revelación de la información que la familia había salido de Catalunya y se dirigía a Euskadi a través de Francia. En este punto es cuando, con toda probabilidad, entra en juego el SINFE (Servicio de Información de la Frontera Nordeste de España); un «chiringuito» de espías al servicio de los rebeldes creado por Josep Bertran i Musitu, antiguo compañero de filas de Carrasco en la Lliga y líder del violentísimo Sindicato Libre de la patronal durante los años de plomo del pistolerismo (1919-1923). El SINFE, que reportaba directamente a Serrano-Súñer (responsable de Asuntos Exteriores de la rebelión); estaba dirigido desde París por Francesc Cambó, también antiguo compañero de filas de Carrasco en la Lliga, y tenía unas reveladoras terminaciones (Barcelona, Biarritz, Donosti), que dibujaban con precisión la ruta del exilio catalán a Euskadi.

Familia Carrasco Azemar. Font Cuaderna

¿Por qué Franco confirmó la sentencia de muerte a Carrasco i Formiguera?

Los profesores Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Villarroya i Font, especialistas de este periodo histórico, explican que la ejecución de la sentencia se precipitó cuando Franco fue duramente reprobado por las cancillerías europeas (las mismas que solicitaban el indulto a Carrasco i Formiguera) por los bombardeos sobre la población civil vasca y catalana (Gernika, Lleida, Barcelona). Pero no podemos olvidar la evolución del mapa de la guerra en aquellos días. Cuando Carrasco fue asesinado, las tropas rebeldes habían roto el frente de Aragón, y estaban a un paso del Mediterráneo, es decir, de fracturar la zona republicana en dos y aislar Catalunya. Seis días más tarde, el 15 de abril de 1938, ocupaban Vinaròs; y ponían en marcha la Ofensiva de Cataluña: Batalla del Ebro, ocupación del país y cierre de la frontera hispanofrancesa. El fin de la República.

¿Qué mensaje lanzaba Franco con el asesinato de Carrasco i Formiguera?

La Ofensiva de Cataluña sería el gran caballo de batalla de los rebeldes. Catalunya era el territorio más hostil a la rebelión militar; y Barcelona había sido la única ciudad de la República que había derrotado por las armas a los militares golpistas. Todos los historiadores de esta etapa coinciden en que el bando rebelde fio el destino de aquella guerra a la Ofensiva de Cataluña. Y con el asesinato de Carrasco, la Junta de Burgos y ciertos elementos del poder económico catalán lanzaban un amenazador mensaje que advertía que el republicanismo independentista, por mucho fundamento católico que tuviera, sería perseguido con el mismo rigor que el anarquismo y el comunismo. Un año antes, durante la ocupación franquista de Euskadi, el general Mole, con este mismo propósito, había ordenado el asesinato de docenas de curas vascos.

Serrano Súñer, Cambó y Bertran i Musitu. Fuente: Archivo del estado alemán; Fundación Cambó i Biblioteca Nacional de España

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