La dudosa legitimidad de los Estados

Los Estados son el fruto de acciones sociales artificiales que separan o unen colectivos humanos de pueblos poderosos que invaden a otros para saciar su afán de dominio, por más que hayan evolucionado hacia la democracia y en la actualidad den lecciones de respeto a los derechos humanos y de alardear del ambiguo y cínico “imperio de la ley”, ocultan con argucias jurídicas que su origen proviene de acciones de violencia que ejercen los pueblos guerreros sobre otros a los que invadieron por las armas o negociando matrimonios de conveniencia entre la nobleza para ampliar sus dominios y aumentar su fuerza para someter a sus vecinos por medio de ejércitos, infraestructuras y leyes para para asegurar la sumisión de los pueblos invadidos y asimilados.

A diferencia de las naciones que se forman alrededor de una lengua, creencias o ideales como factor de cohesión que genera con espontaneidad el valor de la unidad, en cambio, los imperios invasores necesitan permanecer vigilantes para asegurar que las naciones asimiladas no se rebelen. Esos pueblos son conscientes de que han perdido su identidad y quieren recuperarla. La humanidad está basada en la ambición de invasores para dominar a pueblos pacíficos, unos que terminan por ser asimilados por la metrópoli perdiendo su idiosincrasia como la mayoría de los estados actuales americanos, africanos o asiáticos surgido de revoluciones contra imperios históricos como el inglés, alemán o francés entre otros. Capítulo aparte merece el español que, bajo el lema: “En el imperio español nunca se pone el sol”, colonizó gran parte del planeta, pero según la historia, lo perdió por querer mantener su ADN imperialista perdiendo todas las colonias arrebatadas por imperios más sagaces. Sin embargo, invadió pueblos de la Península Ibérica próximos, siendo asimilados por falta de conciencia de sus identidades diferentes.

No fue así con catalanes y vascos que hoy mantienen viva su idiosincrasia con costumbres, creencias, idiomas, leyes históricas propias y conciencia de su derecho a la autodeterminación y a concertar libremente tratados con otros pueblos en condiciones de igualdad y derechos.

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