El 30 de abril de 2021, víspera de uno de mayo, con criterio oportunista de aludir al trabajo de género, se inauguró un monumento a las sirgueras en un lugar por donde jamás habían pasado en su cruel peregrinaje, el muelle de Uribitarte de Bilbao. La promotora del despropósito, la diputada foral de Empleo, Inclusión Social e Igualdad, Teresa Laespada (PSOE) y el concejal de Cultura del Ayuntamiento que lo autorizó, Gonzalo Olabarria (PNV) que ha demostrado reiteradamente su absoluta incapacidad para el cargo, es de la misma secta de la torpeza y brutalidad que el alcalde, debieron quedar satisfechos. Una gesta más de pervertida popularidad. La insoportable soberbia política de estos individuos les hace creerse infalibles hasta en lo que desconocen.
El monumento es una interpretación errónea, manipulada, de una realidad histórica, sociolaboral, el brutal trabajo de las mujeres que agrupadas arrastraban, mediante una gruesa cuerda, maroma, las embarcaciones aguas arriba en la ría del Ibaizabal para llegar al centro de la villa y descargar sus mercancías.
Esta burla y desprecio a la historia laboral portuaria de la ría, un patrimonio inmaterial, me motivó para redactar un duro escrito de denuncia «Monumento a las sirgueras, una falsedad histórica» (NAIZ 2021/05/06), que al menos ha servido para que muchas personas hayan recordado, o quizá no han conocido, esta actividad que ha quedado testimoniada por destacados artistas en la pintura vasca.
Conscientes del enorme error y de las críticas de entidades culturales, sociales y personas sensibles a la veracidad de la conmemoración de los acontecimientos singulares de la villa, intentaron justificar su grave error del emplazamiento diciendo que se trataba de una alegoría, una abstracción. Otro disparate, el monumento es un conjunto escultórico realista, un grupo en fila con cuatro figuras femeninas, a pesar de que los rostros de las esculturas no expresen el sufrimiento de esta tarea impropia de seres humanos que también se ha realizado en otras cuencas fluviales.
Nuevo ridículo
Recientemente, para intentar paliar la falsedad histórica y ridículo cultural, algún ignorante responsable se le ha ocurrido cambiar en el monumento la posición de la maroma de arrastre que rodeaba su cuerpo por el hombro, para realizar la tracción, pasándolo al otro lado del cuello para que esté más próxima al cantil, el borde del muelle, y pretenda parecer que era por esa orilla izquierda de la ría por donde realizaban el arrastre de las embarcaciones. Esta manipulación se ha hecho sin el conocimiento de la autora de la obra, la notable escultora Dora Salazar (Altsasu, 1963), según me manifestó personalmente, que realizó correctamente el conjunto en la confianza de que se colocaría en su debido lugar, la margen derecha, la orilla opuesta. El resultado es todavía más lamentable, ya que ahora de las cuatro figuras, salvo la primera, las otras tres tienen la gruesa cuerda en la mano como si fuese la cinta de una cordada. Ya no son sirgueras son otra cosa, procesionarias.
El pasado 21 de febrero la diputada y la responsable cultural de la BBK, (entidad que patrocina notables atentados al patrimonio, Casa Cuna, Museo Bellas Artes) presentaron delante de las desubicadas sirgueras, que al parecer se ha convertido en un lugar de reivindicación foral del género feminista, la resolución de los Zirgari Sariak 2023. Unos premios que justamente reconocen y meritan el trabajo de la mujer y se fotografiaron con suma complacencia, ante el desvirtuado monumento. Evidencia de que nada les importa recrearse en la materialización de la mentira.
La razón de este premeditado error de colocación es únicamente la peligrosa y perniciosa motivación turística, ya que este paseo fluvial es uno de los accesos al Guggenheim Bilbao Museoa por donde transcurren paseantes y manadas de disparadores de fotos que allí acuden. El mismo motivo por el que irrumpen los vehículos de los holgazanes policías municipales para que se les vea y parezca que hacen algo. Si quieren patrullar que lo hagan a pie o en bicicleta pero no incordiando a los paseantes.
Este es un testimonio más que es capaz de deformar una realidad laboral, histórica e identitaria de la ría, es decir, lo que debía ser un reconocimiento y homenaje a una cruel y tradicional labor, por una imagen de falso tipismo. No se puede frivolizar con el duro trabajo de aquellas mujeres. ¡Qué falta de autoestima, de rigor y vergüenza someterse a complacer a los forasteros! No se puede admitir una política municipal concebida y alterada para agradar al visitante, primordialmente, la ciudad es para el habitante. Este es un episodio más de la trágica trayectoria cultural de esta alcaldía.
El pueblo vasco no debe tolerar más esta alteración de su idiosincrasia, la pérdida de sus signos de identidad, la banalización de tradiciones, la destrucción impune de su patrimonio arquitectónico, la desfiguración de ambientes y paisajes, el continuo desprecio a la lengua propia el euskera, que están causando un enorme daño para especular, españolizar y mostrar a los turistas una actitud servil. Es ya hora de posicionarse radicalmente ante esta plaga de atentados.
Naiz