La sentencia del TJUE es un paso adelante muy importante, no sólo para los catalanes, sino para cualquier minoría nacional de Europa
La sentencia dictada el pasado martes por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el caso del conseller en el exilio Lluís Puig es histórica. Lo es evidentemente para el proceso de independencia de Cataluña, pero también para todos los pueblos sin Estado de Europa.
En un vuelco de guión inesperado, el tribunal ha introducido un matiz de enorme importancia. Hasta ahora, la doctrina oficial era que una orden de extradición podía ser denegada por un Estado aduciendo razones políticas –de peligro evidente para el demandado si era enviado allí– tan sólo en caso de constatar una deficiencia sistémica del sistema judicial del país emisor de la euroorden. La fórmula atendía la situación de Hungría, Polonia y Rumanía. Ahora, en cambio, entra en juego un nuevo concepto. El tribunal ha declarado que una euroorden puede ser rechazada también si, pese a ser una democracia, en el país emisor sin una quiebra sistémica del poder judicial se constata que existe un riesgo centrado en «un grupo objetivamente identificable de personas». Que puede ser una minoría religiosa, sexual, o, como es el caso que nos ocupa, nacional.
El precedente y la jurisprudencia que implica la decisión es muy importante porque por primera vez la justicia europea admite –y mira que nosotros lo sabemos, Martxelo (Otamendi) y María (Obelleiro)– que en una democracia europea puede existir un grupo minoritario que se vea obligado a vivir con reglas distintas, no democráticas, a las de la mayoría. Y dice que es necesario protegerlos de la discriminación que sufren. Lo que es importante en mi país, pero también lo es para vascos, gallegos, corsos, bretones, flamencos, tiroleses y alsacianos, por decir solo unos cuantos.
El exilio catalán ha tardado cinco años en llegar, por medio de un litigio judicial estratégico, a este punto histórico. Ahora es necesario empujar entre todos para que el respeto a nuestras naciones en situación de minorización nacional sea total y absoluto en Europa. Lo que implica que es necesario poner fin a cualquier discriminación y que las que existan tienen un camino abierto a la máxima institución judicial.
VILAWEB
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