En el boletín número 141 del Servicio de Información Nacional Catalán, editado en Londres por el ‘Consell Nacional Català’, correspondiente al 25 diciembre de 1969 aparece en portada ese artículo que encuentro adecuado reproducir:
“Mucha gente se pregunta cuál puede ser la causa de la decadencia del carácter de los catalanes de hoy. En tiempos pasados nuestro pueblo había tenido fama de ser belicoso y revolucionario. Véase, por ejemplo, el estudio del historiador Ferran Soldevila, “Los catalanes y el espíritu belicoso”.
No hace falta ir lejos en nuestra historia para encontrar confirmado este espíritu. Basta con mirar al siglo pasado. Los liberales estaban siempre a punto de sublevarse y levantar barricadas por las calles de Barcelona, de Reus o de Figueres. Los tradicionalistas cogían el fusil y se echaban al monte con las partidas de guerrilleros.
Es difícil encontrar una explicación del contraste con la actitud de pasividad sumisa de los catalanes de hoy. Hay quien se excusa diciendo que hoy los catalanes viven bien. Pero también, en las condiciones del siglo pasado, vivían bien y mejor que otros pueblos del Estado español. Hoy los vascos también viven bien, tanto o más que los catalanes, y con una ‘renta per cápita’ superior a la nuestra. Y, sin embargo, tienen la dignidad y la valentía de luchar para defenderse.
Ferran Soldevila atribuye el actual debilitamiento nuestro a las bajas considerables de nuestra juventud en la batalla del Ebro. Pero desde entonces existe toda una nueva generación que ha venido a llenar estos vacíos sin demostrar un espíritu combativo igual a los jóvenes de ahora hace una generación. Quizás podríamos decir que el movimiento catalán ha sido excesivamente cultural e intelectual, lo que le ha desviado del esfuerzo físico necesario para defenderse y liberarse como los demás pueblos oprimidos han hecho.
Sea como fuere, queda sin respuesta el inquirir las causas de la debilidad, apocamiento, pasividad y abulia de los catalanes de hoy. Señalamos que el catalán actual sufre de dos complejos: un complejo de inferioridad frente a los españoles y un complejo de culpabilidad, como si nosotros fuéramos los responsables de las infamias actuales.
Hemos estado tantos años dominados, perseguidos y aporreados durante tantas centurias que nuestras relaciones con el pueblo dominador, perseguidor y aporreador se han visto afectadas. Sin querer confesarlo, en el fondo del subconsciente, el catalán se siente dominado y, por consiguiente, en situación de inferioridad en relación a los españoles. Trabajar, procurar vivir bien y pagar contribuciones a los «españoles» es algo que los catalanes encuentran muy normal. De la misma forma que han llegado a encontrar normal que los españoles de oficio sean los gobernantes y gobernadores, los funcionarios, los policías, los militares y los recaudadores de contribuciones. La dominación «española» ha roto la evolución normal del pueblo catalán y de su carácter.
Nadie puede decir que la reacción de un catalán hacia un “español” sea la reacción de odio del oprimido contra el opresor. Muy al contrario, es la aceptación pasiva de una situación de inferioridad y, por tanto, de la superioridad del español. El burgués catalán hablará castellano a sus hijos porque la criada es castellana. Un cantante de la canción de protesta cantará en castellano porque si no los inmigrantes llegados de Andalucía no la entenderían. No podemos hacer afirmaciones nacionales muy fuertes porque si no los inmigrantes se enfadarían. Alguien había dicho que los catalanes «teníamos un rey en el cuerpo», pero, en realidad, cuando un catalán se refiere a sí mismo se llama «un servidor». Cierto, quizás, que el catalán tiene a veces una reacción de desprecio contra el pueblo dominador. Sin embargo, los psicólogos dicen que el desprecio es manifestación de un complejo de inferioridad.
Este conjunto psicológico de los catalanes se ha complicado en la última generación con un complejo de culpabilidad. Mucha gente, especialmente entre las generaciones viejas, creen, equívocadamente, que si hoy el pueblo catalán está ahogado y perseguido por los españoles se debe a nuestras culpas. Si nosotros nos hubiéramos dejado asimilar y nos hubiéramos integrado completamente en el pueblo castellano y no hubiéramos emprendido la Renaixença y el Movimiento Nacional que culminó en el régimen autonómico de 1931-39, no hubiera habido ningún motivo para que los “españoles” emprendieran la lucha actual contra la lengua, la cultura, la economía y la personalidad nacional de los catalanes. Somos nosotros mismos los únicos responsables, creen algunos ignorantes con alma de esclavo.
Una muestra parecida de complejo de culpabilidad se extendió también entre nuestra gente después de 1714. Durante todo el siglo XVIII, y de acuerdo con las ideas de la monarquía absoluta y paternalista de la época, hubo catalanes que encontraron justo que los Borbones nos oprimieran toda vez que los catalanes se habían sublevado contra el régimen bondadoso paternal de esta dinastía. Como un padre castiga a un hijo desobediente.
Este proceso, llevado por los dominadores, de ir de infiltrando en la conciencia del pueblo catalán, este complejo de culpabilidad se encuentra hoy extendido en grado considerable en nuestra gente. Los hay incluso que reaccionan contra el amor de los catalanes a su tierra desde un punto de lucha de clases por considerar que el catalanismo ha sido predominantemente un movimiento de la clase media y la pequeña burguesía. Así, la conciencia de una nueva culpa ha sido injustamente creada en el espíritu de los catalanes.
Cabe preguntarse cuál es, al fin y al cabo, el efecto que produce en un pueblo la extensión de este complejo de culpabilidad. Mientras los catalanes se golpeen en el pecho como culpables y penitentes nunca tendrán el coraje de alzarse en pie y defender resueltamente su propia personalidad y la justicia de su causa al quererse liberar de una dominación extranjera, y mientras se consideren débiles e inferiores a los dominadores nunca tendrán valentía para sublevarse contra éstos y conquistar la libertad.
¿Cuáles son las causas de este doble complejo de inferioridad y de culpabilidad? ¿Cómo nos podemos liberar de este complejo de inferioridad y culpabilidad? ¿Hasta dónde llegaremos si no logramos liberarnos de esta profunda abyección y de ellos?
He aquí unos puntos que son de trascendencia vital. Pedimos, pues, a todos nuestros lectores y especialmente a los jóvenes, que reflexionen sobre la situación moral de los catalanes de hoy. Nuestros lectores tendrán su círculo de amigos. Proponemos, pues, a todos que en sus conversaciones hablen y discutan este tema. Que procuren averiguar las causas de la inferioridad y la culpabilidad que sentimos equívocamente, y que procuren igualmente buscar sus remedios para devolver a nuestro pueblo la tranquilidad de una conciencia limpia y una conciencia de superioridad. Sobre todo pedimos a todos que nos escriban y comuniquen sus impresiones, y el resultado de sus conversaciones en los círculos de sus amigos, y las iniciativas de todos para rehacer y fortalecer la moral de nuestro pueblo”.
BLOG DE JAUME RENYER