Joseba Sarrionandia: «Piensan que te hacen un bien obligándote a ser español»

Escritor. Pol·len Edicions publica la traducción catalana de ‘Cartes a Ainhoa’

Joseba Sarrionandia (Iurreta, 1958) acaba de publicar ‘Cartes a Ainhoa’ en catalán (versión de Ainara Munt y Maria Colera, en Pol·len Edicions), un libro aparentemente de cuentos donde explica a una niña las vivencias de quien se fugó de la cárcel y vivió clandestinamente. Tras más de treinta años de exilio, en 2021 regresó a Euskal Herria el que ya es uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura vasca. Ésta es la única entrevista que ha concedido a un medio catalán.

– ¿Por qué escribiste este libro en formato de cuento infantil?
— Escribes por algo, y para alguien. A la hora de escribir tienes un lector imaginario en la cabeza. Yo, al menos, delante de cada libro imagino a un interlocutor al que tengo algo que decir y con quien puedo hablar en un tono determinado. En este caso es una chica, pero representa a varios niños con los que conviví en algún momento. Una niña cuando tenía un año de edad, otra cuando tenía seis o siete, y no volví a verlos. Y entonces, años después, escribo estas cartas a esta adolescente imaginaria, que es en realidad una síntesis de estos niños, al igual que, aunque yo escriba en Ainhoa, los lectores del libro serán varios y ni siquiera deben ser niños ni adolescentes.

– Me guardé una reflexión tuya del libro ‘Yo no soy de aquí’ de cómo escribir periodísticamente sobre ETA, que planteaba envolver o rodear el tema de la violencia en busca de una expresión ajustada. ¿Practicas esa teoría en las Cartas?
— A ver, me preguntas al menos dos cosas. Una, si se puede hablar sobre ETA. Fíjate en que quienes imponen su relato oficial español, con toda su maquinaria de prensa y todas estas series para televisión, y si dices otra cosa incluso te pueden meter en prisión, ahora harán una nueva ley de secretos oficiales que sustituya a la franquista del 68, y resulta que no dejarán que se sepa la verdad hasta que pasen al menos cincuenta años, prorrogables si quieren todavía quince años más. O sea, que el Estado no quiere que se sepa la verdad, ni siquiera su verdad oficial. ¿Y qué tipo de democracia es esa que esconde la verdad oficialmente y al mismo tiempo impone su cuento? Lo que interesa a España es que el País Vasco esté dominado, y cada uno contribuye a su manera. A poca gente le interesa realmente qué ha pasado o qué ocurre, porque las realidades pueden resultar incómodas. Hay excepciones, pienso por ejemplo en un libro que acaba de publicar Arturo Muñoz, ‘Por un túnel de silencio’, que habla del matonismo que desplegaron el capitán Hidalgo y compañía en una zona de Bizkaia a mediados de los 70. Creo que es una investigación muy digna, y se asemeja al Euclides da Cunha de ‘Os sertoes’ [1902], que parte de una tesis y la misma escritura le permite darse cuenta de cosas que desconoce. Pero la otra cuestión que me preguntas es si en las ‘Cartas a Ainhoa’ se roza o elude el tema de la violencia. Pues aparece como contexto de la escritura, se le habla a una niña que está en medio de una guerra sin saberlo, pero las cartas como tales tratan temas muy universales.

– Queda claro al menos que no eres creyente, pero se vislumbra un entorno metafísico. No sé, la fe necesita ingenuidad infantil –o eso dice Mateo– y las ‘Cartas’ son más o menos el género infantil por antonomasia…
— Yo daría una explicación terrenal. Más que fe en otra dimensión de las cosas, el narrador vive en la clandestinidad, tiene muy restringidos sus movimientos, y entonces desarrolla la imaginación, con esa conciencia de que hay muchas cosas maravillosas ahí fuera, en otros lugares, proponiendo como una apertura a otros mundos y otros tiempos, porque, como se sabe, hay otros mundos y otros tiempos, pero están en éste.

– Dedicas un capítulo precioso a Robinson Crusoe. ¿Fuiste Robinson en alguna cárcel?
— En alguna cárcel, y en alguna isla, pero, bueno, todos somos Robinson en algún momento. En el libro desfilan varios arquetipos y nos representan de algún modo, incluso Laurel & Hardy aparecen aquí. Yo, si tengo que identificarme con alguien, más que con Robinson Crusoe me reconozco en el Gulliver del país de los Houyhnhnms.

– ¿Te quedó amistad con alguien de los que te sacaron de la cárcel? Fue una fuga muy intelectual-artística… Un escritor y un cantante que sacan a otro escritor muy cantado.
— Te refieres a Mikel [Mikel Albisu, Antza, uno de los líderes de la paz] y a Imanol. Mikel, pese a haber cumplido una larga condena, sigue criminalizado y acosado por todos los aparatos del Estado, y no menos por la prensa. Somos amigos, y pienso que es buena persona, porque le he visto arriesgarse por otras personas, lo que serían incapaces de hacer la mayoría de quienes lo denigran. A Imanol no volveré a verlo, desgraciadamente. Eligió otro rumbo, me enviaba recuerdos a través de familiares; también siento empatía por la situación que vivió en los últimos años [fue crítico con ETA, se distanció de la izquierda aberzale, recibió amenazas de muerte que le forzaron a marcharse y murió en Oriola en el 2004].

– Sin embargo, él siguió cantando textos tuyos.
— ‘Oroimeneko portua’, un texto que le di ese mismo día en Martutene [la fuga fue el 7 de julio de 1985], y años después cogió textos de otro libro, ‘Aldaketarik aldaketa’, versión de un poema de un refugiado chileno.

– En las cartas, citas tangencialmente a Mikel Laboa. ¿Qué te parecen las músicas que puso a tus versos? ¿Son “una melodía propia”, para usar tu terminología?
– Mikel Laboa era un músico raro. Mis letras no las considero mucho, porque sea cual sea la letra, la voz de Mikel es como si sonara desde el fondo del paisaje. ¿Cómo se llama? ¿Telúricamente?

– Has vuelto a tu casa después de más de treinta años de exilio, ¿qué sociedad te has encontrado?
— Pues una sociedad económicamente desarrollada, con una innovación tecnológica y una creciente productividad, con un consumismo incluso extravagante, pero con todos los viejos problemas sin resolver e incluso agravados. El problema de la desigualdad socioeconómica, en proporciones que contradicen la idea de democracia y de cualquier humanismo. El problema de los países pobres que se han convertido en inhabitables, y la emigración. El problema ecológico, cuya carrera de desarrollo puede hacer inhabitable el planeta. El problema del dominio geoestratégico, lo que antes se llamaba la Guerra Fría, que ahora vuelve de nuevo al primer plano. La ley del más fuerte impuesta en todos los ámbitos, por no hablar de la mujer y…

– ¿Y el problema vasco?
— Para los vascos es el problema español, el de la imposición política española, que piensan que te hacen un bien obligándote a ser español. El problema consiste en la incapacidad de comprender algo tan elemental como que la sociedad libre se construye de abajo a arriba basándose en la solidaridad y la autodeterminación. Los vascos tenemos un problema irresuelto, desde que se constituyeron las naciones modernas a principios del siglo XIX, que si no se resuelve volverá a plantearse de una u otra forma. Es el problema español, pues, pero también es un problema vasco en el sentido de que si los vascos no lo planteamos adecuadamente diferiremos en la solución. En Cataluña me da la impresión de que también hay un problema español, y además un problema catalán de incapacidad bastante notable de los dirigentes políticos para ponerse de acuerdo.

– ‘Las Cartas en Ainhoa’ son de 1990. ¿Cómo las ves/lees treinta años después y en catalán?
— Pues bien. Cuando las escribí, la literatura vasca apenas existía todavía fuera de aquí y en 1999 asistí a una conferencia en la que un profesor de universidad nos convenció a todos de que al formato-objeto libro le quedaba un verano de vida útil. Es decir, que este libro se publique ahora en catalán me parece pura supervivencia y espero que se lea con algún provecho.

Uno de los escritores más importantes de la literatura vasca
Joseba Sarrionandia Uribelarrea (Iurreta, 1958). Licenciado en filología por Deusto, profesor de fonética y traductor. Con treinta y siete libros, traducido a varias lenguas, se ha convertido en uno de los escritores más importantes de la literatura vasca, que ha cultivado en diversos géneros. La Canción –Laboa, Ordorika, Lete, Muguruza…– popularizó alguno de sus poemas, y el grupo Kortatu hizo un hit del tema que evoca a su fuga, ‘Sarri, Sarri’. Fue Premio de la Crítica de narrativa al euskera en 2001 y Premio Euskadi de Literatura 2011 por el impresionante ensayo ‘Moroak gara behelaino artean?’, traducido al catalán ‘Som com moros dins la boira? (Pol.len). El pasado año recibió la acreditación de Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca, que le había hecho miembro en 1991, cuando estaba en busca y captura.
ARA