¿Por qué es tan importante el error enorme del presidente Aragonés llamando a no ir a la Diada?

La ausencia del presidente de la Generalitat dota de sentido y de importancia a una Diada en la que puede estallar la oposición de la calle a una clase política que no ha hecho nada en cinco años para resolver el conflicto con España

Hay errores políticos tan monumentales que siempre me desconciertan. ¿Cómo es posible, concretamente, que en el mundo político de hoy, lleno de asesores y con una gestión de datos que recorre el país milímetro a milímetro, un president como Pere Aragonès cometa un error de la dimensión del que ha cometido anunciando –y de la forma en que lo ha hecho– que él no acudirá a la manifestación de la Diada?

Digo de la forma en que lo ha hecho porque la mayoría de los presidentes de la Generalitat, durante su mandato, no han ido. Y, por tanto, que no lo hiciera él tampoco sería de extrañar. En cambio, sí es raro todo lo que viene a continuación.

El president pudo decir, por ejemplo, que no iría a la Diada pero que luego recibiría a los organizadores en palacio, para ver qué tienen que decirle –como han hecho varios presidentes. O pudo aducir su posición institucional, algo que también habían hecho algunos presidentes. Incluso pudo convocar una marcha más o menos paralela, como algún año ha hecho la izquierda independentista, desmarcándose de la de la ANC pero con un recorrido complementario, a poca distancia. O, si lo desean, pudo decir esto mismo que ha dicho ahora pero justo veinticuatro horas antes, cuando su decisión ya no habría tenido suficiente peso para causar el impacto que causa. Sin embargo, significativamente, no ha sido así.

Y no ha sido así porque en realidad el presidente no emite el mensaje de que él no irá a la manifestación sino otro, que además tiene unas formas sorprendentemente agresivas; un mensaje de desmovilización. Lo que ha hecho es decir a la gente, y muy especialmente a sus seguidores, que no hay que ir a la Diada, que no deben ir. Por eso su gesto contrasta con todo lo que Esquerra ha hecho desde hace años, que es acercarse a la centralidad del país (son ellos los que se van del acto central y quedan al margen). Pero sobre todo por eso comete dos errores monumentales.

El primero es que él solo dota de sentido y de importancia a la Diada. El president Pere Aragonès ha conseguido que la manifestación se convierta en un evento que el govern de Esquerra y Junts no podrá aprovechar a su favor en ningún caso, ni en Madrid ni aquí –por más que Junts trate de sacar provecho del error de sus socios. Y esto, de rechazo, origina un segundo error, quizás más importante incluso, que es el de propagar entre la sociedad el malestar hacia el govern, mucho más allá del círculo de los muy politizados.

Yo no sé si la manifestación será grande, muy grande o enorme, pero de entrada me parece muy difícil que sea pequeña o muy pequeña. Simplemente, porque, después de diez años como los que hemos vivido, la Diada de los catalanes se hace concreta, toma cuerpo en esta manifestación –por más enredos que quieran vendernos ahora diciendo que no. Y por eso hay tanta gente que ya va como una costumbre, pensando en el país y basta, dispuesta a celebrar la catalanidad y, en todo caso, convencida de que hay que impedir a España la alegría de decir que somos cuatro gatos y que el proceso de independencia ha terminado.

Entre esa gente que llenará el domingo el Paralelo de Barcelona, ​​evidentemente, estará en la primera fila el sector más activista y concienciado del país. Pero el grueso será, y eso no podrá deshacerlo el president con su mensaje, esa enorme cantidad de independentistas normales y corrientes que no se pasan el día en Twitter, que leen pocos periódicos y que no acuden a las conferencias, pero que quieren dejar de ser españoles mañana mismo. Y podría pasar –ya veremos, si ocurre o no– que el domingo mucha de esa gente interiorizara y asumiera una realidad que, de hace años, ERC trata de maquillar a base de astroturfing (1) e inversiones teledirigidas en medios.

Este debut de la oposición independentista al govern, si acaba aconteciendo, es lo que realmente hará memorable esta Diada. Y ahora es el momento.

Ahora es el momento porque han pasado cinco años del Primero de Octubre y en marzo hará dos del pacto de gobierno entre ERC, Junts y la CUP. Y es un hecho, no una opinión, que la propuesta pactada por Pere Aragonès y Jordi Sànchez no ha hecho avanzar al país, sino al contrario. La estrategia de apuntalar el gobierno español incluso si te humilla y de fiarlo todo a una mesa de negociación que nada negocia es un fracaso tan evidente que ayer mismo Marta Rovira se permitió decir en público que ya sabe que en 2023 no se adelantará en absoluto porque es un año electoral. Un argumento, uno más, que desafía el sentido común, porque en todo caso, y visto que esto ya era muy sabido, debían haber hecho más presión para cerrar la negociación este año, y esto no se hace con unas declaraciones en el mes de septiembre.

Obsesionados por las técnicas de marketing y satisfechos de mover tanto dinero público capaz de ejercer influencia, ellos quieren llevarlo todo al terreno de los sentimientos. Y el president Aragonés, con su anuncio, ha hecho esto. Primero porque saben que no tienen defensa política posible si uno mira las cosas desde la razón y desde la comprobación de lo que hacen. Pero también porque así creen que pueden anular la posición de quienes hace tiempo que reclamamos la dimisión de este govern y criticamos a los tres partidos que lo apoyan. Pero, crean lo que crean, o inventan lo que inventan, la ruptura de una parte creciente del independentismo con el govern de ERC y Junts no es un asunto sentimental, simplificable y ridiculizable en alusiones a alevosías, despechos o luchas de egos. Muy al contrario, es la razón objetiva –y los hechos contrastados– lo que nos dicta que con las políticas que este govern promueve no sólo nunca se puede llegar a la independencia sino que se consolida cada día más la dependencia de España.

Y es por esta razón profunda que, tras desarticular ya casi por completo la confrontación desde las instituciones, ahora tratan de desarticular y anular el movimiento popular y ciudadano, democrático, por la independencia. Para que nada les moleste en su gestión anodina pero suculenta de la autonomía. Y es contra eso por lo que se han ido levantando cada vez más voces conocidas en estos últimos meses. Y es contra eso que el domingo podría levantarse una muralla de personas –lo que al final solo dependerá de cada uno de vosotros y de si queréis ir.

PS. Una de esas voces que se han ido alzando hace tiempo y que por eso han querido manchar es la de Albano-Dante Fachin, de quien ayer publicamos esta entrevista (2). Lo dice muy claro y fácil de entender: “La alternativa es dejar de mentir”. Y, efectivamente, es así.

(1) https://www.arimetrics.com/glosario-digital/astroturfing

(2) https://www.vilaweb.cat/noticies/entrevista-albano-dante-fachin-negar-l1-o-cinc-anys/ Traducción más arriba.

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