Linajes alaveses y guipuzcoanos del s. XIV vasallos de Carlos II de Navarra

Es sabido que a partir del siglo XI la territorialidad del reino de Navarra fue mermando a manos de Castilla. En 1200 al reino se le amputaron los territorios de las actuales Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado imponiendo una nueva frontera entre territorios hermanos.

Ya mencionamos en este blog que Sancho el Fuerte trató de recuperar la territorialidad perdida pero que aunque su participación en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) fue decisiva para la posterior estabilidad de Castilla, ésta jamás devolvió aquellos territorios navarros.

Luego entró a reinar en Navarra la dinastía de Champaña, descendientes de un conde de aquellas tierras y de una hermana de Sancho el Fuerte. Los tres reyes de esta dinastía siguieron reivindicando los territorios perdidos.  Pasaron los años. En 1274 Juana I de la dinastía de Chanpaña casó con Felipe rey de Francia. Durante 50 años los reyes vivieron en París hasta que en 1328 en tiempos de Juana II casada con otro Felipe (Philip de Evreux) Navarra vuelve a tener reina propia y se entroniza la dinastía de los Evreux.

Este paréntesis entre la dinastía de Champaña y la de Evreux, en que el centro de poder estuvo en París, es el más negro en cuanto a los actos de bandidaje que se prodigaron a ambos lados de la nueva frontera impuesta entre el reino independiente y sus antiguos territorios de Álava y Guipúzcoa.

 

En aquel artículo del blog comentábamos que Carlos II de Navarra, que comenzó a reinar en 1349, retomó la vieja y nunca olvidada reivindicación territorial y que incluso durante cuatro años tuvo bajo su dominio Álava y Guipúzcoa con la ayuda de oñacinos y gamboínos.

POLÍTICA DE CARLOS II DE NAVARRA RESPECTO A LOS LINAJES GUIPUZCOANOS Y ALAVESES.
Mucho se ha hablado y escrito sobre los malhechores que aprovechando la nueva frontera divisoria pasaban de un lado al otro de la misma dedicándose a la rapiña y al robo de ganado.

También se ha hablado de las villas que fortificó Castilla para atenazar a lo que quedaba del reino independiente de Navarra. (Tolosa, Segura, Villafranca de Ordizia en territorio guipuzcoano. Salvatierra, Contrasta y Santa Cruz de Campezo, en tierras alavesas)

En cambio poco o nada se ha hablado del tema que vamos a tocar en este artículo.

Es más: Me atrevo a decir que se oculta interesadamente que Carlos II de Navarra logró hacer vasallos suyos a los linajes más importantes de Álava y Guipúzcoa consiguiendo de paso que quienes practicaron bandidaje transfronterizo dejasen de hacerlo convirtiéndose en aliados y vasallos suyos.

 

Se oculta, o no se divulga, que destacados personajes y escuderos de los linajes que más tarde serían conocidos como oñacinos y gamboinos se incorporaron a los ejércitos de Navarra en las empresas guerreras que este rey mantuvo en Normandía, París, Portugal, Albania y en sus guerras y escaramuzas con Castilla.
Y se oculta también que gracias a la intervención de aquel rey y los vasallos que tuvo en aquellos territorios, Alava y Guipuzcoa volvieron a ser Navarra entre 1368 y 1371.

Recomiendo acceder a un libro de sumo interés sobre este tema que se puede encontrar en formato Pdf en Internet. Se titula «Los señores de la guerra y de la tierra: nuevos textos para el estudio de los Parientes Mayores guipuzcoanos (1265-1548)»

Este tomo es el resultado de la labor investigadora de cinco medievalistas de la UPV / EHU que además de consultar otros fondos documentales, acudieron al Archivo General de Navarra donde se conservan muchas anotaciones de cuentas y pagos a los parientes mayores que prestaron vasallaje a Carlos II de Navarra.

Al leer dicho libro se deduce que en tiempos de los Teobaldos (1234-1274) algunos guipuzcoanos, en especial de la familia Guevara, ya habían estado al servicio de los soberanos navarros.

El problema de los malhechores fronterizos y una acción novedosa para neutralizarlos.

En este tomo se nos cuenta que en tiempos de la dinastía de Champaña (concretamente en 1261) ya hubo reuniones de comisionados castellanos y navarros para tratar las reclamaciones presentadas por súbditos de ambos reinos a cuenta del bandidaje transfronterizo. Las continuas acciones punitivas tuvieron resultados desiguales y muchas veces no satisfactorios.

Durante la primera mitad del siglo XIV los actos de bandidaje llegaron a ser tan frecuentes que la zona fue conocida como la “frontera de los malhechores«.
En tiempos de Carlos II, que comenzó a reinar en 1349, se le dio un giro muy importante al tratamiento de este problema: ¡Se pretendió convertir al ladrón en guardián de la frontera!

La idea era conseguir el vasallaje de los clanes que actuaban en las mugas de Álava y Guipúzcoa atrayéndolos a la órbita navarra.
Además, de esta manera se conseguía reclutar guerreros para reforzar el ejército navarro empeñado en un gran esfuerzo militar lejos de nuestras fronteras.
En consecuencia, hubo caballeros guipuzcoanos y alaveses nutriendo las tropas de Carlos II en Normandía, Borgoña y París, en Portugal, Castilla… y en aquella otra aventura que se conoce como la conquista de Albania.

 

En este libro se nos dice que los primeros en comprometerse con la monarquía navarra fueron los principales caudillos oñacinos de la frontera: Lope García de Murua, señor de Lazcano; Martín López de Murua; Martín Gil de Oñaz, señor de Larrea, y Ochoa Martínez de Berástegui, y algunos escuderos alaveses en 1350, seguidos (tan solo un año más tarde) por Beltrán Vélez de Guevara, señor de Oñate de la facción gamboína.

 

Luego se nos cuenta que en 1351 el reclutamiento de tropas al servicio de Carlos II implicó no sólo a aquellos que habían aceptado su vasallaje, sino también a otros escuderos guipuzcoanos que actuaron como auténticos mercenarios.

En 1364 un segundo grupo de escuderos guipuzcoanos entró en relaciones de dependencia vasallática con el rey de Navarra. Se trataba de varios miembros del linaje Urquiola, una familia prácticamente desconocida si no fuera gracias a la documentación existente en Navarra.

Al leer este libro nos enteramos que en los archivos hay constancia de que vasallos y mercenarios guipuzcoanos participaron en las campañas militares navarras en Francia de 1351, 1353, 1359 y 1364, y contra Aragón, en 1362 y 1363.

 

El vasallaje de estos jauntxos estaba pagado de tal manera que si ocurría algún hecho de bandidaje proveniente de su zona originaria, se les descontaba de sus emolumentos una cantidad en represalia.

 

La reconquista de Álava y Guipúzcoa.

El punto álgido del compromiso de los linajes alaveses y guipuzcoanos con la monarquía navarra se produjo entre 1368 y 1371.

A consecuencia del tratado de Libourne, Pedro I entregó a Carlos II de Évreux las tierras de Álava, Guipúzcoa y Logroño a cambio de su ayuda para recuperar el trono castellano.

Desde la primavera de 1368 el soberano navarro comenzó a preparar la anexión del territorio guipuzcoano.

Aunque no logró ganarse al señor de Lazcano, la administración navarra consiguió poner de su lado a algunos de los más poderosos linajes del Sur y del Este de Guipúzcoa.

En el flanco septentrional de ese territorio, Ayero de Ugarte recibió el cargo de capitán en Oyarzun y Rentería y desde aquí hasta San Sebastián.

En las tierras meridionales el señor de Oñate volvió a hacerse vasallo del Évreux.

 

En el disputado sector central  de Guipuzcoa, el principal valedor de la causa navarra fue Pedro López de Murua, señor de Amézqueta, quien fue nombrado merino y capitán desde San Sebastián hasta el puerto de San Adrián e incluso, en 1369, recibió un puesto en la administración estrictamente navarra como merino de las Montañas.

Su compromiso debió ser vital para que un amplio grupo de nobles de menor categoría de la zona aceptase la supremacía navarra, entre ellos los señores de Berástegui, San Millán, Berrosoeta, Echazarreta, Muniort y numerosos Murua.

 

La influencia navarra en Guipúzcoa se difuminó de forma paralela a la muerte de Pedro el Cruel y la consolidación en el trono castellano de Enrique II.

 

Leemos en el mencionado libro que algunos de los otros nobles guipuzcoanos siguieron manteniendo estrechas relaciones con la casa real de Navarra durante bastante tiempo, como los Ugarte y los Amézqueta. Este último en especial, por su instalación por aquellos años como señor consorte de Saint Pée (en Laburdi, bajo soberanía inglesa) por lo que quedaba colocado en una interesante y ambigua situación en la frontera navarro-guipuzcoano-labortana.

 

Leemos que en los siguientes decenios la administración navarra siguió intentando atraerse la voluntad de los señores del bando de los oñacinos como los Lazcano y Amézqueta. Todavía en 1405 y 1406 (reinando Carlos III) se reclutaron algunas tropas entre los escuderos guipuzcoanos de Lazcano.

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Las enemistades entre Oñacinos y Gamboínos venían de antiguo, A partir de la época que hemos comentado fueron en aumento. El máximo de enconamiento entre ambos bandos ocurrió en el siglo XV y los enfrentamientos entre ellos duraron hasta el XVI.

Los Gamboínos (familias de Gamboa, Guevara, Balda, Olaso, Abendaño y Salazar) que desde el siglo XIII los vemos nítidamente en la órbita de Navarra, siguieron fieles a tal trayectoria y acabaron siendo aliados de los agramonteses.

 

Los Oñacinos (familias de Oñaz, Lazcano, Mújica y Butrón) acabaron decantándose por Castilla traicionando el vasallaje que tuvieron respecto al rey de Navarra. Pasado el tiempo, acabaron teniendo alianzas con la casa Beaumont afín a los invasores de 1512.

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NOTA FINAL.
Sirva este post para divulgar esta parte tan poco conocida de nuestra historia. Sirvan estas líneas para reivindicar la figura histórica de Carlos II al que, al menos en el tema que hemos tocado hoy, no corresponde darle el sobrenombre de «el Malo«.

AGRADECIMIENTOS.

Vaya mi agradecimiento a los profesores, académicos e investigadores, que publicaron el libro que menciono, por su trabajo.
Y mi felicitación a las universidades y entidades culturales que hacen posible que podamos consultar tan interesantes estudios por medio de Internet.

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ENLACES DE INTERÉS:

José Ángel Lema Pueyo, Jon Andoni Fernández de Larrea Rojas, Ernesto García Fernández, José Antonio Munita Loinaz, José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina:

– «Los señores de la guerra y de la tierra: Nuevos textos para el estudio de los Parientes Mayores guipuzcoanos (1265-1548)»  

 

José Luis Orella Unzué:

– Territorio y sociedad en la Guipúzcoa medieval: Los parientes mayores

 

Fernandez Rojas:

Un resumen de lo que fue la frontera de malhechores y el vasallaje de señores guipuzcoanos a Carlos II:

Eloísa Ramírez Vaquero:
Carlos II. La Nobleza.

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OTRO ARTÍCULO DE INTERÉS PINCHANDO EN LA SIGUINTE FRASE:
Navarra siempre reivindicó la actual Rioja, Bureba, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa.

 

https://ujue-uxue.blogspot.com/2016/02/linajes-alaveses-y-guipuzcoanos-del-s.html?fbclid=IwAR0nUAHJSgGCrvxgnZqvD5qzkLeWN2gJ56cmYn3Z2_uWd-6bcTESSYYFOQg