Acabo de publicar, Cartas desde la Libertad (Alberdania. 2021), novela histórica de género epistolar. Relato la historia de un viaje que principió en un barco, Alsina, Sociedad de Transportes Marítimos a Vapor, bandera francesa, que hace casi 81 años, 15 de enero, 1941, zarpó del espigón No. 7 del puerto de Marsella, escoltado en convoy, derrotero a América. En ese momento, Francia, dividida en dos, la ocupada y la de Vichy, no era territorio seguro para los vascos que, tras la caída de Bilbao, se encaminaron, en número de 250mil, al refugio francés, esperando un retorno rápido a Euskad. El estallido de la guerra europea y la fulminante ocupación alemana a Francia, les hizo huir de París, Burdeos e Iparralde, donde residían, algunos formando parte de la caravana que de París a Marsella ocupó carreteras, por colapso vías férreas.
La diversidad de los pasajeros que ascendían al Alsina, se rumoreó que era el último mercante en zarpar a América, da idea de los sucesos de aquel tiempo convulsivo: lo componían judíos con pasaportes alemanes, belgas, holandeses, franceses… advertían de los primeros zarpazos del Holocausto. Otro grupo era de republicanos españoles aunados bajo el ex presidente de la 2º República Española, Niceto Alcalá Zamora. Los vascos, tercer grupo del pasaje, avisados de la partida del mercante por miembros de un disperso Gobierno vasco, llegaron a Marsella a fines del 40 para escapar de …aquella jaula de locos y desesperados que era Europa, en palabras del escritor de Algorta, pasajero del Alsina. Ocuparon la tercerola del barco. Mencionamos a Francisco Basterretxea, su esposa y cuatro hijos, entre ellos un joven Néstor -en mi libro se convierte en personaje-, Telesforo Monzon, Consejero del Gobierno de Aguirre, María Teresa Aguirre, hermana del Lehendakari, Luis Bilbao, Lucio Aretxabaleta, Tellagorri, Vicente/Bingen Amezaga, junto a sus esposas y familias. Este grupo nuclear, lo destaco en mi novela, estableció un vínculo entrañable que duró a lo largo de sus vidas. Contaban los adultos una media de edad de cuarenta años. Los hombres eran profesionales, abogados, compositores, escritores, industriales, médicos… y tenían hijos pequeños o adolescentes. Excepto Tellagorri, afiliado a Acción Nacionalista Vasca (ANV), el grupo pertenecía al Partido Nacionalista Vasco.
No voy a contar la trama, prefiero mantener un suspense, de mi novela que de Marsella recorre Dakar, Casablanca, Hailton, México, Santiago de Cuba… si quiero hacer hincapié en la dificultad de la partida del Alsina. Las autoridades españolas actuaron con diligencia. Lo señala un documento, 1941, enero 27, firmado por el Coronel de E.M. Agregado Militar, Sr. Barroso, al Presidente de la Comisión de Reivindicación de Bienes y al Subsecretario de la Presidencia, Madrid, que remite copia del informe presentado a la Dirección General de Seguridad, Madrid, por el agente de policía Pedro Urraca, en relación a los sucedidos de la partida del Alsina.
Urraca advierte que el barco zarpó a las 9:00om de enero, 15, tras las inspecciones realizadas, que los últimos en abandonar el Alsina fueron él y el inspector francés de policía, Mr. Druillet. Explica su demora en llegar a Marsella, 48 horas, a causa de una nevada que bloqueó los caminos ferroviarios, relatando su revisión de papeles y enseres de los pasajeros, la conversación mantenida con Alcalá Zamora, protegido por su permiso francés, y a quien encuentra enfermo. Logra sonsacarle, Urraca era espía, nº 447, sus planes para sobrevivir en Argentina. No hay un ápice de compasión por la derrota del viejo ex mandatario.
El pasaje, reseña, era de 190 españoles sin importancia, anotándose el triunfo de impedir la partida de Fernández Clérigo, ex vicepresidente de las Cortes; de Rafael Picabea, ex director del Pueblo Vasco de San Sebastián, y su hijo; de Pastoriza y Pilar Lubián, enviados a campos de concentración a España para responder por su acto delictivo: no apoyar la rebelión militar. No le tiembla el ánimo manifestando que a esos rojos les era necesario un castigo por su desobediencia, enorgullecido de que su acción de despliegue policial alrededor del barco sirvió para disuadir a otros allegarse al mismo, aunque tuvieran sus pasaportes visados por cónsules de México y Brasil. El botín monetario resulta insignificante: A Fernández Clérigo y su compañera y familiares, les expropian 3.500 francos más el importe de sus pasajes 50.000 francos; a Rafael Picabea 3.500 francos, más el importe pasajes de él y su hijo, unos 7.500 francos, cantidad moderada pues iban en tercera clase, advierte Urraca. Trata de encontrar el Oro de España.
Señala que los vascos obtienen dinero de a José Mª Belaustegigoitia, famoso jugador de fútbol y rico empresario en México, queien envió un millón de francos a Monzón y a Sota, residente en New York, otro empresario cuyos bienes y naviera familiares fueron requisados por los franquistas por conspiración contra la rebelión militar. Aparte de las exiguas cantidades expropiadas, se incluía un pequeño lote de joyas encontrados a Juan Esclasans, así como dos joyas de Carne Santiago que se dejan, con los francos obtenidos de la requisa, a disposición del juez Cusset. Lo recaudado no avala una operación de semejante coste, reforzada por 150 inspectores, comenzada en la Embajada española de París, llevada a cabo en Marsella y culminada ante el Presidente de la Comisión de Reivindicación de Bienes y la alta instancia de la Presidencia del Gobierno, en Madrid. Si servía para …mantenerles en estado de inquietud y zozobra, merecidas por el mal causado.
Es la parte del informe que más cuesta leer por su insensibilidad y falsedad. Eran hombres y mujeres con hijos pequeños, que abandonaron sus casas paternales, un entorno seguro y familiar, por no ceder a las ambiciones de Franco y Hitler. Marchaban al Exilio de América, sin mas caudal que sus mentes y manos. Su brioso espíritu emprendedor. Sobraban en una Europa acuartelada por las tropas nazis que se sirvieron de la península ibérica, con total apoyo del patriota Franco, como campo de ensayo bélico. Arrasaron Durango, como nos los establece el cronista Iba Gorriti en su libro 31 vidas, y Gernika, símbolo de la libertad vasca, detallado en los libros de Xabier Irujo, antecedentes de bombardeos civiles que sirvieron luego para la destrucción de ciudades europeas y asiáticas. Una tercera generación vasca repara el mal que la guerra causó a la de sus abuelos.
El viaje del Alsina se anunció de 15 días y por razones de la tibieza francesa en relación a Alemania, endurecieron los permisos británicos y se le impidió cruzar el Atlántico. Por tal conflicto burocrático, aquellas personas estuvieron retenidos meses en la rada de Dakar, a bordo de la nave, sin alimentación apropiada aunque pusieron su empeño en la alimentación de los niños y en no desmerecer de sus atuendos, remendados y planchados una y otra vez. Enviados a campos de concentración en el interior de Marruecos y, finalmente, accedieron a América en el vapor Quanza, bandera portuguesa, recalando en Veracruz y La Habana, a finales del 41, declarada la guerra mundial.
Estuvieron en condiciones angustiosas, pero ninguno flaqueó. No es fácil encontrar en los múltiples barcos de refugiados a América en aquel tiempo, uno en el que se escribieran tres libros, dos de poesías, y en el que un adolescente pintara los sucesos. Tenemos el libro de Tellagorri, París Abandonada, con ilustraciones de Basterretxea, publicado en La Habana, y el de Monzón, Urrundik, publicado en México, y las poesías de Amezaga, Itxaso aurrean, publicadas en Zarautz, recopiladas por Xabier Irujo. Es un hecho de por sí extraordinario. A veces me pregunto cómo pudieron sobrevivir con semejante dignidad ante tanta adversidad. Pero aquellos pasajeros de la Libertad fueron el símbolo, dentro de su absoluta indefensión, de la entereza vasca de resistir para sobrevivir.