El puente de Deusto, ingenio, belleza y desidia

El 13 de diciembre de 1936, hoy hace 85 años, se inauguró el Puente de Deusto, una extraordinaria estructura de idéntica tipología que el Puente de Begoña o del Ayuntamiento, abierto seis días antes, por dicho motivo parece oportuno recordar algunos aspectos. El Proyecto de Ensanche de la Villa de Bilbao, aprobado en 1876, preveía su expansión por las anteiglesias vecinas, Abando, Begoña y Deusto que adquirieron una población notable. El alcalde de Bilbao, Federico Moyúa, se comprometió ante sus habitantes a la construcción de dos puentes sobre la Ría que facilitasen la comunicación con estos nuevos y poblados barrios. El arquitecto municipal Ricardo Bastida (1879-1953), ya había anticipado esa necesidad en su célebre conferencia de 1923 «El problema urbanístico de Bilbao».

El alcalde pidió a Bastida que a la vez de acudir al Congreso Eucarístico de Chicago de 1926, conociera los puentes móviles, tipo cantilever de brazos basculantes de esta ciudad, actualmente tiene 37, y de Detroit. Finalmente, sería el puente levadizo Michigan Boulevard Bridge de Chicago obra de los ingenieros Bennett, Pihlfeldt y Young realizado en 1920 el modelo elegido. Posteriormente, en 1930 se encargará a los ingenieros José Ortíz de Artiñano, industrial, e Ignacio de Rotaeche (1888-1951), de caminos, canales y puertos, junto a dicho arquitecto, los proyectos de los mismos.

Es sabido que ante la llegada de los sublevados franquistas en la madrugada del 19 de junio de 1937 la Junta de Defensa del Gobierno de Euzkadi ordenó que todos los puentes de Bilbao fuesen dinamitados por lo que estos dos tuvieron una existencia muy efímera. No obstante, el Ayuntamiento impuesto por el régimen, dirigido por el ingeniero industrial Jose María de Areilza (1909-1998), tomo la decisión de reconstruirlos inmediatamente creando una Oficina Técnica Municipal de Puentes Fijos, y respecto de estos dos puentes móviles convocando a los contratistas y a los técnicos excepto a Ignacio de Rotaeche Velasco, represaliado por su condición de nacionalista vasco. Sobre los puentes de Bilbao y su proceso de reconstrucción hay un excelente trabajo investigado y difundido por el estudioso del patrimonio industrial y obra pública, el aparejador Joaquín Cárcamo.

En cuanto al principal proyectista del puente Ignacio de Rotaeche Velasco es preciso destacar su figura muy desconocida como ingeniero de caminos canales y puertos. Titulado en Madrid se formó en Estados Unidos, trabajó en ferrocarriles de Marruecos, fue ingeniero de las obras del Puerto de Bilbao. Personalidad que a su sólida formación técnica unió un profundo interés por Euskal Herria siendo Diputado a Cortes por el PNV en 1918 y presidente del Euskadi Buru Batzar de Comunión Nacionalista Vasca, promoviendo la reunificación del PNV en la asamblea de Bergara en 1930. Tuvo que exiliarse en 1936, procesado por el Tribunal de Responsabilidades Política y condenado a la confiscación de sus bienes y al destierro. Falleció en Zeanuri en 1951. Sobre los aspectos técnicos del puente es fundamental conocer el pormenorizado estudio «Los dos puentes basculantes sobre la ría del Nervión en Bilbao» realizado por su nieto y arquitecto Miguel Rotaeche Gallano (Bera, 1953).

Fin de la función

El progresivo traslado de las operaciones portuarias en los muelles de Uribitarte y Abando hacia el Abra, hizo que su apertura fuese muy esporádica, apenas semanalmente para los buques de la naviera Pinillos. Con el último barco salido por necesidades comerciales, el «Hoockres», el 4 de mayo de 1995, se inició un período de incertidumbre sobre la posibilidad de perpetuar, eventualmente, la impresionante y tradicional maniobra del alzado de sus hojas.

Sólo algunos acontecimientos festivos multitudinarios gozaron de tan tecnicista espectáculo: el triunfal paso de la gabarra «Athletic», 1983 y 1984, la puesta en escena del barco «Sondica» para la película Arruinados, a primeros de 1993, el recibimiento al velero «Euskadi-Europa-93-BBK» del navegante solitario José Luis Ugarte (24-4-1993), y el paso de Mari Jaia, en Aste Nagusia (19-8-1995). Recientemente, con motivo de unas Jornadas Europeas de Patrimonio, (7-10-2001). Ha sido asimismo escenario de rodaje de varias películas: Adiós Pequeña, Rapsodia de Sangre, ambientada en Budapest, 1957, Todo por la pasta y La vida nueva de Pedrito de Andía, 1964-65.

Esta maniobra de apertura simbólica hace años se realizaba al paso de la tradicional regata anual dominical entorno a la Pascua entre Ingenieros y Deusto ha dejado de hacerse, la última vez fue el 16 de marzo de 2008 edición de la 28º regata. Poco después se abrió la noche del 23 de abril para una detenida inspección que permitiera una reparación integral de los sistemas eléctricos y mecánicos que realizan la maniobra de apertura y cierre. Posteriormente, hace diez años se pintó la estructura metálica hasta entonces verde con una tonalidad grisácea y se procedió a su iluminación tanto en el tramo móvil como en los pórticos de las orillas

Con motivo de este aniversario y de haber organizado un recorrido narrado en una embarcación de Bilboats para ayer domingo, día 12 del mes 12 que partirá a mediodía y pasará bajo el puente a las 12 horas y 12 minutos, se solicitó por registro en el Ayuntamiento que se proceda a su apertura. Inútil esfuerzo conociendo el precedente de cuando en 2014 para un recorrido semejante el domingo 22 de junio se pretendió celebrar la creación del Consulado, Casa de Contratación y Juzgado de los hombres de negocios de mar y de tierra y Universidad de Bilbao, el 22 de junio de 1511. Se solicitó y todavía espero la respuesta.

Este Ayuntamiento lleva ya dos legislaturas erráticas prescindiendo y despreciando la identidad industrial y portuaria de Bilbao, queriendo hacer de la Villa un vulgar recinto turístico incorporando y promoviendo festejos alóctonos, Halloween, Black Friday o despilfarrado dinero en globalizadas y rutinarias iluminaciones en Gau Zuria.

Símbolo urbano

Los elementos más caracterizadores de una ciudad fluvial a la vez que testimonios esenciales de su biografía urbana son los puentes, que además de unir orillas enlazan la memoria social. Sus ciudadanos establecen con ellos a lo largo de su vida inolvidables episodios individuales y perdurables acontecimientos colectivos de un arraigado carácter evocativo.

El puente de Deusto, especialmente, es el resultado de un gesto de urbanidad resuelto con un afortunado acuerdo entre la ingeniería y la arquitectura. Sus autores proceden de estas dos disciplinas que colaboran para construir esta obra con una finalidad: vincular dos partes de una ciudad hasta entonces enfrentadas de acuerdo a unas preexistencias sin forzarlas. Este razonamiento común muestra la acertada confluencia y expresividad en los dos lenguajes del puente.

La arquitectura, queda representada en sus estribos con las dos edificaciones palafíticas, sobre pilotes en el cauce, una en cada extremo, construidas bajo el tablero sobre el cauce para contener la maquinaria ya que en las orillas hubiesen interrumpido su continuidad. Son pequeñas edificaciones de hormigón armado compuestas por tres pilastras revestidas de piedra caliza grisácea, almohadilladas exquisitamente tratadas, entre las que se insertan unas ventanas. Asimismo, deben destacarse elementos complementarios como las balaustradas de piedra en los tramos fijos y las farolas en estilo art déco desaparecidas. En dichas edificaciones se encaja la estructura metálica basculante, en la que la ingeniería interviene mostrando un avance tecnológico y su evidencia constructiva con precisión consiguiendo en su sobriedad un gran atractivo. Su magnifica presencia en la Ría es incluso realzada por la noche gracias a una acertada iluminación creando una destacada imagen urbana de enorme belleza, tanto en los arcos secos como en el tramo fluvial.

Una de las visiones menos frecuente pero de gran emotividad en los puentes es el paso bajo los mismos, bien por los senderos de las orillas o en una embarcación. Se descubre su razón de ser estructural. El puente cuando se abre, sus dos hojas que aspiran a la verticalidad con una angulación de 71º en apenas un minuto después de tanto tiempo en reposo, adquieren un enorme valor simbólico, gracias a este precioso movimiento, que exige una compleja y precisa maquinaria. Esta maniobra estimula la memoria al explicar una fecunda historia portuaria. Una vez alzado crea la arraigada e irrenunciable silueta del «triunfo mecánico», un elogio del ingenio expresando una contundente identidad industrial del hierro y la ingeniería consustancial a la idiosincrasia de Bilbao.

Tras haber reivindicado durante años la necesidad de perpetuar su recuerdo y mostrar a las generaciones sucesivas la capacidad de estos técnicos vascos, por fin se colocó, un extraño día, el 15 de abril de 2002 una placa dedicatoria a los proyectistas de estos puentes, en el de Deusto. Asimismo, resulta imprescindible por elemental autoestima cultural, institucionalizar, al menos un día al año, la ceremonia de apertura de las hojas, que podría ser el domingo más próximo al día de su inauguración que ahora reivindicamos, como excepcional patrimonio industrial y urbano, y en homenaje a sus autores.

Los puentes de Bilbao son el cruce de la memoria sobre el cauce de la historia.

Naiz