La lengua en la escuela, damos un paso adelante

«Nuestra patria es nuestra lengua», dijo Joan Fuster. Y ese pensamiento sencillo es a la vez muy transformador. Porque reconocemos que de la vitalidad de la lengua catalana depende la existencia de un pueblo con identidad propia y con una sociedad cohesionada y exitosa. Nos invita, por tanto, a vivir con plenitud esa condición, esa aportación genuina a la riqueza lingüística ya la diversidad mundial. Esta riqueza, este convite, puede ser a su vez una debilidad si no encontramos la respuesta adecuada cuando un adversario secular como el Estado español se propone empequeñecernos en esta condición. Por eso es necesario no perder nunca de vista qué hay detrás de cada ataque a la lengua catalana en cualquier rincón de los Països Catalans.

En esta ocasión –la que motiva este texto firmado colectivamente–, se trata de un paso más en la persecución y minorización de la lengua en el ámbito de la educación. Una nueva intromisión judicial impulsada desde los sectores españolistas ha dictaminado un porcentaje de enseñanza en castellano que contradice el consenso para la inmersión lingüística (ya bastante contrariada por una realidad que se impone sola). Nos parece evidente que, más allá del esfuerzo generoso y valiente de maestros y profesores, la arquitectura legal deja la lengua catalana a la intemperie en la mayoría de ámbitos donde su presencia se cuestiona a diario.

Por eso, hacemos las siguientes propuestas y exigimos estos compromisos:

  1. La lengua no puede ser una herramienta de uso partidista, como tampoco puede ser un escudo con el que propagar vaguedades teóricas sin consecuencias prácticas. Las responsabilidades políticas sobre el estado real del catalán, en las aulas y fuera de las aulas, están muy repartidas: son muchos años de ‘governs’ formados por partidos diferentes que han compartido un mismo exceso de triunfalismo y un déficit de análisis objetivo y de medidas concretas para garantizar la no discriminación del catalán. De modo que, cuando se produce un ataque a la lengua, se pasa muy rápidamente de decir que «el catalán no se toca» a decir que «no podemos hacer nada ante una decisión judicial». Los poderes ejecutivo y legislativo no están subordinados a lo judicial en las democracias reales. Si existe una mayoría para un modelo de escuela, es necesario hacerlo aplicar y defenderlo por todos los medios. Asumiendo los riesgos desde el govern sin dejar a los docentes desprotegidos ante nuevos ataques. La responsabilidad sobre los usos lingüísticos en las aulas no se pueden centrifugar en los centros educativos. Es necesaria una estrategia institucional clara y asumida con todas las consecuencias de no acatar resoluciones contrarias a la lengua catalana y a la inmersión en el ámbito escolar.
  2. Es urgente e imprescindible que desde las instituciones propias (especialmente desde el Departamento de Educación) se ofrezca apoyo legal a los centros afectados y a sus comunidades educativas (docentes y asociaciones de familias de alumnos). Todo apunta a que la judicialización a la que nos abocan los contrarios al catalán tiene un apoyo institucional encubierto y una financiación dirigida. En este sentido no se puede dejar sin cobertura legal los centros que son y serán objetivo de esta estrategia para hacer retroceder al catalán.
  3. Los gobiernos y los parlamentos de todos los Países Catalanes deben ser el primer cordón de defensa de la lengua catalana en todos los ámbitos y exigir la aplicación de lo que dicen las leyes que se han aprobado para su protección. Sin embargo, es evidente que, mientras no se disponga de un Estado favorable a la lengua en lugar de un Estado contrario, todo esfuerzo será dinamitado desde los aparatos de que disponen España y Francia, como lo han hecho de forma sistemática desde hace siglos. Culminar el proceso de independencia y volver a situar la lengua catalana en el lugar institucional que le corresponde es un paso imprescindible para avanzar.
  4. Pero, al fin y al cabo, un gobierno no es más que la expresión política de una realidad social: es necesario que sindicatos, partidos, asociaciones y ciudadanía se comprometan (nos comprometamos) de una manera efectiva con la lengua catalana. Es necesario un compromiso institucional, personal y colectivo para el uso público del catalán en todos los ámbitos de la vida cotidiana. El futuro del catalán está en buena parte en manos de sus hablantes. No cambiar la lengua es la mejor manera de hacerla imprescindible para todos y, por tanto, que se convierta en una lengua de prestigio social (es decir, bien valorada y necesaria). Actuar con normalidad en la propia lengua es un ejercicio de autoestima y de generosidad.
  5. La lengua catalana es futuro y es riqueza. En la estrategia de los contrarios a la existencia del catalán existe también una voluntad clara de convertir la lengua propia de los Països Catalans en un elemento asociado al conflicto, a la decadencia, a problemas de todo tipo. Hay que revertir esta intención con un paso adelante colectivo por la lengua que destaque los casos de éxito, los aspectos positivos para la cohesión social, en los espacios de mayor influencia como son los medios de comunicación, los deportes de masas, la cultura y la administración pública. Amamos y valoramos la lengua catalana y podemos irradiar ese sentimiento de plenitud y normalidad. El catalán es una puerta de entrada, una ventana de oportunidades y un cimiento para la creatividad.

Los abajo firmantes hacemos un llamamiento a la ciudadanía a asumir estos cinco puntos, a exigirlos a nuestras instituciones y a comprometernos a actuar para dar este paso adelante que nos exige nuestra lengua. Por el futuro del catalán, por el futuro de los Països Catalans.

Quim Torra, Teresa Clota, Josep Lluís Carod Rovira, Blanca Serra, Salvador Cardús, Núria Cadenas, Antonio Baños, Àngels Martínez Castells, Isidor Marí y Teresa Casals.

EL PUNT-AVUI / VILAWEB