La inmensa labor de Carmelo Uriarte, junto con sus veteranos colaboradores en la desinteresada y ardua labor de recogida, protección, estudio, difusión y creación del Euskal Herriko Meatzaritzaren Museoa-Museo de la Minería de Euskal Herria, que fue justamente reconocida el pasado domingo en un homenaje popular, donde extrañamente faltaron representantes de EH Bildu, sí los hubo y de alto nivel del PNV y PSE, con motivo de sus noventa años. A la diputada de Cultura, Lorea Bilbao, no le interesa en absoluto. Algo nada extraño conocida su nefasta gestión en un área tan vital en la singular idiosincrasia de un territorio que le resulta superficial. Su inasistencia es un insulto a una inconmensurable labor de un patrimonio, geológico industrial origen de la enorme riqueza que produjo el mineral de hierro de los montes básicamente de Triano y Somorrostro, por toda la cuenca del Ibaizabal, el cauce que atraviesa el área metropolitana de Bilbao, y cuya expansión a otras zonas de Euskal Herria, básicamente Gipuzkoa, y exportación a Inglaterra, Bélgica y Francia principalmente fue el inicio del siglo de oro de la industrialización 1876-1970.
Es más rentable fotografiarse con pelotaris y otros deportistas, la imagen llega a más público que es de lo que se trata, presencia iconográfica, vestimenta y poses populistas. Es una desgracia nacional tener que soportar a esta calamitosa estirpe política de incapacitados pero bien remunerados personajes. Tanta decadencia, no en este caso, se inicia en el ámbito municipal, prosigue en el territorial y alcanza al nacional, con un consejero insensible al concepto de patrimonio. Sus conceptos de la cultura son la representatividad que proporciona la faceta del ocio y el espectáculo, Ópera, Jazzaldia, Zinemaldia, Zinebi, Itzulia, es decir donde haya bullicio social.
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