Si hacemos una búsqueda en Google de la expresión “the same fucking map” –frase en inglés que significa “el mismo puto mapa”– es muy probable que vayamos a parar a algún foro de asiduos jugadores de videojuegos. En estos espacios para comentar la jugada, nunca mejor dicho, a veces se lamentan con estas palabras de la dificultad de superar una pantalla o bien del carácter repetitivo de algún juego multijugador que no ofrece suficiente variedad de escenarios para pelearse a tiros (virtuales e inofensivos, por supuesto) con desconocidos.
Pero entre los usuarios catalanes de Twitter esa expresión ha tomado otro sentido más literal fruto de la observación de los mapas estadísticos. Así, en esta red social más bien agria y crispada, si hacemos la misma búsqueda que antes decíamos nos aparecerán muchos mapas del Estado español con informaciones diversas: los territorios más monárquicos comparados con los más republicanos, los partidarios que los catalanes puedan decidir en un referéndum de autodeterminación encarado con los contrarios, los territorios con un sentimiento identitario propio más marcado diferenciados de los que se sienten sobre todo españoles, los ejes industriales dibujados sobre la geografía, el mapa de los territorios con más simpatía por Casado y los que prefieren Ayuso… Todo esto acabo de encontrarlo con un simple vistazo en la búsqueda twitera de “the same fucking map”. Quienes han proferido tan grosera expresión es porque han captado que hay un patrón que se repite cíclicamente: las encuestas y estadísticas dibujan sobre el mapa los territorios con una historia diferenciada y con una identidad propia más marcada.
A veces los colores vivos resaltan los Països Catalans y Euskal Herria, mientras que en otros casos asoman la cabeza sólo Catalunya y Euskadi. Por ejemplo, esta semana hemos visto que, puestos a elegir, los catalanes, vascos y navarros preferirían a Casado antes que Ayuso al frente del Partido Popular, mientras que en Castilla el apoyo a Ayuso es total. Una estadística sobre el porcentaje del salario destinado a pagar el alquiler resalta que en Catalunya, País Vasco y Baleares es donde más hay que desembolsar para tener un techo, junto a Madrid. A principios de septiembre una encuesta sobre monarquía o república pintaba del mismo color Navarra, Euskadi y Cataluña, esta última acompañada por una tonalidad más tenue del País Valenciano y Baleares. Pocos días antes, preguntados sobre la posibilidad de que Galicia reforzara su vínculo con Portugal, las respuestas positivas se produjeron básicamente en Catalunya, Euskal Herria y las demarcaciones de Pontevedra y La Coruña. Y según datos de mayo del año pasado, cuando se trata de medir el sentimiento identitario español vemos cómo se pintan de un color diferente Cataluña, Euskadi, Navarra y Galicia, mientras que la Comunidad Valenciana y Baleares tienen la adhesión a la hispanidad de unos tonos muy difuminados.
El físico Quim Bosch también se ha fijado en este fenómeno y lo ha analizado para escribir su primer ensayo, un trabajo que ha ganado el premio Irla 2021 (1). Entre la cartografía estadística que él recoge se encuentra, por ejemplo, un mapa que dibuja los Països Catalans cuando señala la concentración de porcentajes de población extranjera superiores al 25%. Otro ejercicio curioso e interesante es el de comparar la presencia de peñas del Barça y del Madrid. Mientras que los ‘culés’ son más numerosos en la antigua Corona de Aragón y en Euskadi, los merengues tienen más simpatizantes en los territorios castellanos. Los países de habla catalana y los vascófonos también se asoman cuando se trata la inversión en investigación y desarrollo en relación con el PIB. El País Valenciano y Cataluña comparten el hecho de ser ambos territorios con una presencia menor de funcionarios sobre el total de trabajadores y, al mismo tiempo, cuando se calcula el porcentaje de kilómetros de carreteras de pago se dibujan de nuevo los Països Catalans y Euskal Herria, acompañados en este caso también de Galicia.
El libro de Quim Bosch nos enseña que la historia es muy difícil de borrar por más que los estados se esfuercen por ello, que España profiere conscientemente un trato despectivo hacia los territorios con una personalidad propia y que las adhesiones y simpatías son complicadas de imponer. Titulado con un elegante «Una asimetría cartografiada», el ensayo podría haberse definido con un simple «el mismo puto mapa» y ya nos habríamos entendido todos.
(1) https://www.llardelllibre.cat/es/libro/una-asimetria-cartografiada_985733
EL MÓN