La advertencia del presidente Puigdemont a Esquerra

Confieso que tenía pensado hacer un artículo hablando justamente sobre la inaceptabilidad de la medida del indulto al president Puigdemont como fruto de la Mesa de Diálogo autonomista PSOE-ERC. El president se me ha adelantado y no sólo lo celebro, sino que suscribo todo lo que dice en el texto publicado en El Punt Avui el 14 de octubre bajo el título: «No fuimos al exilio para pedir la indulto». El problema es que el president Puigdemont estorba tanto a España como a ERC.

Para España, Carles Puigdemont, es el enemigo público número 1, es el hombre que no sólo ha desafiado su poder, sino que la ha puesto en ridículo ante todo el planeta, y, de paso, le ha quitado la careta de Estado democrático, ha mostrado la violencia salvaje que es capaz de practicar y ha ensombrecido su imagen internacional. ¡Pero no estaría mal, si sólo fuera eso! En calidad de president en el exilio, ha desenmascarado el franquismo latente de todas las instituciones del Estado español, desde la monarquía hasta la policía, desde el gobierno hasta el régimen de libertades, desde los tribunales de justicia hasta los altavoces mediáticos. Todo está empapado de franquismo. Franquismo verbalmente inconfeso, naturalmente, pero activamente inquisitorial.

El último episodio, en este sentido, ha tenido Alguer como escenario y ha situado a España a la altura de aquella ‘peineta’ que lucían algunas señoras de Villar del Río en «Bienvenido Mr. Marshall». De hecho, el esperpento de la letra de la ‘coplilla’ que cantaba Lolita Sevilla es idéntico al esperpento de las letras que redactan el juez Llarena y los tribunales españoles emparejándose por completo con esta docta estrofa: «Os recibimos americanos con alegría ; olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía; americanos, vienen a España gordos y sanos; olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía».

En cuanto a Esquerra, el president Puigdemont es una piedra en el zapato. Pere Aragonés ya lo dejó bien claro tras ser investido cuando, de manera indigna por el cargo que ocupa, tardó un mes en visitarlo en Waterloo. ¡Un mes! La idea de Esquerra con este desprecio era intentar rebajar el protagonismo que tiene y que debe tener la figura de Carles Puigdemont en el exilio como president legítimo perseguido dictatorialmente por España. Después, claro, a Pere Aragonés, no le ha quedado más remedio que hacer algunas concesiones fotográficas de cara a la galería por miedo a quedar retratado en otro sentido. Pero su obsesión por borrar a Puigdemont de la órbita mediática permanece inalterable. Esquerra ve la figura del president Puigdemont como la de un actor demasiado potente que hace sombra a Pere Aragonés en el escenario, un actor que con su personalidad lo empequeñece y lo muestra como lo que es: el delegado de Pedro Sánchez en Cataluña. Salvador Illa sólo es el hombre-tapadera. El verdadero delegado de Pedro Sánchez en Cataluña es Pere Aragonés.

Todo ello nos lleva a la médula de la advertencia del president Puigdemont a Esquerra diciéndole que abandone toda tentación de pedir su indulto a Pedro Sánchez. Puigdemont no quiere ser indultado por la sencilla razón de que nadie lo ha de indultar de nada, y menos Pedro Sánchez o España. El president Puigdemont no cometió ningún delito, porque poner las urnas en la calle sólo es delito en los regímenes dictatoriales. Que España lo considere un delito ya nos dice de qué régimen estamos hablando, un régimen que, como se ha visto, choca frontalmente con el derecho internacional.

En su texto, el president Puigdemont dice esto: «Pido que nadie hable por nosotros, que no interfieran en nuestra estrategia buscando atajos que no queremos. […] Siempre he defendido que la amnistía forma parte de la fórmula para la resolución del conflicto, y no dejaremos nunca de reclamarla con insistencia, naturalmente no a cambio de la renuncia a la autodeterminación. Pido, pues, respecto. […] Alguien ha dicho que tengo que formar parte de la solución al conflicto, pero los que lo dicen temo que quieren decir otra cosa. A estas alturas ya nos conocemos. […] Y pido, por tanto, que mi situación personal no forme parte de ninguna agenda de la llamada mesa de diálogo acordada por ERC y el gobierno español ni de ninguna conversación bilateral».

Ni que decir tiene que el texto deja a Esquerra sin argumentos, que veía en el indulto (¡indulto a una persona que no ha sido juzgada!) una jugada maravillosa digna de Pedro Sánchez el Magnánimo y de la pujolista ERC del ‘pájaro en mano’ a fin de vender el indulto como un triunfo de la Mesa de Diálogo. Deberán inventarse otras «victorias» autonomistas para adornar una mesa pensada a dos bandas para perder el tiempo. No, no es el president Puigdemont quien empequeñece a Esquerra. Esquerra se empequeñece sola. Es la política autonomista de Esquerra lo que empequeñece Esquerra.

EL MÓN