Karl Schlögel: «Putin no acepta la independencia de Ucrania»

Karl Schlögel es un historiador alemán que ha escrito varios libros sobre la Unión Soviética. En esta entrevista repasa el pasado de Rusia y su papel en la actualidad.

 

MIGRACIONES

«En los últimos diez años unos dos millones de personas jóvenes, de clases medias, han marchado de Rusia. No quieren vivir en un país donde hay censura. Es una fuga de cerebros terrible »

 

CULTURA

«He conocido camioneros soviéticos con los que he viajado que podían recitar poemas de Pushkin mientras conducían, lo que siempre me dejaba boquiabierto»

 

ESTALINISMO

«En todas las capas y en todos los segmentos de la sociedad podías encontrar enemigos. Nadie entendía por qué era enemigo del pueblo»

 

DISTANCIA

«Muchas personas que simpatizaban con la Unión Soviética en Occidente no podían explicar lo que había sucedido y se distanciaron de este sistema totalitario»

 

REALIDAD

«El problema principal en un futuro es como se debe crear una nación rusa más allá de los límites y los horizontes de su imperio»

 

– ¿Qué queda de los vestigios del comunismo en la Rusia actual?

– Son remanentes muy fuertes. No puedes escapar de la historia, una historia que se ha construido durante generaciones. Y no sólo son 104 años los que han pasado [desde la Revolución de 1917], sino que detrás de esta historia de la Unión Soviética está la historia del imperio ruso. La historia de la cultura rusa. La historia de la lengua de Pushkin, la historia y las tradiciones de un enorme imperio, de sus fracturas y de sus fisuras, que son muy profundas. Yo diría que incluso irreversibles. Y muchas cosas que parecen revolucionarias actualmente habían sido preparado desde hacía mucho tiempo, durante las últimas décadas del imperio soviético, de la Unión Soviética.

 

– Pongame algún ejemplo.

– La independencia de los nuevos estados postsoviéticos, incluyendo el Estado ruso, había sido preparada durante la existencia de las antiguas repúblicas soviéticas. La república ucraniana, las repúblicas asiáticas y caucásicas … Tenían sus instituciones y siempre habían conservado su lengua, por lo que esta construcción de la nación no es algo completamente nuevo. Este proceso de identidades nacionales no sólo se remonta a 1990 o 1991. No. Ya existía previamente. A veces de manera más fuerte, a veces de manera más débil. Evidentemente, fue más visible en los territorios que tenían su propia independencia, su propio Estado, como los estados bálticos antes del año 1939. Eran estados independientes. Y en ese caso se trató sólo de la recuperación, de la reconstrucción de una situación que había existido previamente. No es lo mismo lo que ha pasado en Ucrania, que no era un Estado independiente. Siempre había existido un pueblo ucraniano, una nación ucraniana, pero nunca habían tenido un Estado, o tal vez de una manera muy breve. Hay diferencias. Y el problema principal, supongo, es para el pueblo ruso, para formar una nación rusa, moderna, a partir de una nación imperial antigua. Este es el problema principal en un futuro. Cómo crear una nación rusa más allá de los límites y los horizontes de su imperio.

 

– La guerra de Ucrania es uno de los conflictos graves del mundo actual. ¿Cuáles son los objetivos de Moscú?

– Creo que esta acción militar la ha llevado a cabo porque estaba convencido de que la podía manejar, porque Ucrania se encontraba en una situación muy complicada de inestabilidad. Tras la ocupación de Crimea, Putin está intentando integrar el Donbass, dando cientos de miles de pasaportes rusos y la ciudadanía rusa a muchas personas. Quiere influir en la escena doméstica, sobre los partidos políticos ucranianos. Algunos oligarcas son muy cercanos a Putin, literalmente, muy cercanos y muy familiarizados con Putin. Su interés, sin embargo, es clarísimo y lo dejó patente en su último artículo, de carácter histórico, en el que dice que Ucrania, los ucranianos y Rusia son un único pueblo. De hecho, no acepta la independencia del Estado ucraniano. Esto lo deja bien claro.

 

– Estas actuaciones que hace Rusia en el ámbito mundial, como intervenir en Siria … Tiene diferentes misiones que le hacen ser uno de los actores internacionales más activos. ¿Qué papel le otorga a Rusia?

– Sí, Rusia quiere volver al escenario en el que tres o cuatro superpotencias deciden cuáles son sus áreas de influencia. Esto nos remonta a una división del mundo constituido por esferas de influencia. Mi interpretación de estas intervenciones tan inteligentes en todas partes es que Rusia es una potencia nuclear pero no es la superpotencia que había sido. Y Rusia no tiene ningún tipo de problema, al menos hasta ahora, de cómo enfrentarse a la modernidad del siglo XXI, si la queremos llamar así. El progreso principal que ha hacer es volver al escenario internacional, pero no se ha modernizado internamente. Desde mi punto de vista, el desarrollo interno se decide en el último segundo, y Putin no tiene ningún tipo de concepto de lo que es una Rusia moderna. No ha seguido los pasos necesarios para luchar contra la corrupción, para tener un federalismo real, para abrir el país … Rusia se autodenomina federación pero todo está gobernado desde el centro. La carta principal que utiliza Putin de manera muy inteligente es utilizar las debilidades y las diferencias internas, las contradicciones dentro de Europa y dentro de lo que se llamaba anteriormente Occidente. El mundo está cambiando, ya no vivimos en la época del mundo bipolar, ahora tenemos muchos centros y no es únicamente un problema para Rusia. También es un problema para Occidente y para los Estados Unidos. Putin interviene, de manera astuta, en diferentes países. Durante las elecciones, lleva a cabo una guerra informativa para influir en el juego político. Por ejemplo, en Alemania, tenemos una minoría de unos cuatro millones de personas de habla rusa. Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores ruso hace dos años, mostró lo que podría ser esta influencia. Se dijo que una chica rusa había sido violada por unos inmigrantes. Y Lavrov dijo: «Nosotros defenderemos nuestra gente incluso si viven en Alemania.» Todo ello, sin embargo, era mentira. La policía lo desmintió, probó que todas estas acusaciones eran falsas, pero fue muy sintomático que el ministro de Asuntos Exteriores ruso argumentara la necesidad de defender la gente de habla rusa en Alemania. Es como una especie de legitimación, de una intervención en los asuntos internos de Alemania. Y esto forma parte de la ideología de Putin: podemos intervenir donde queramos, allí donde hay gente rusa implicada.

 

– Precisamente, hay un gran número de rusos que emigran de su país. ¿Por qué se da ahora esta situación?

– Hay una migración gigantesca que se está produciendo y que es muy clara. No es el movimiento de exiliados tal como lo teníamos después de la Revolución de Octubre, cuando dos millones de personas huyeron del ex imperio soviético y fueron a Berlín, Nueva York, París … Todas estas personas, esta primera ola migratoria de exiliados, se vieron forzados a abandonar el país porque estaban en una situación de peligro extremo. Actualmente, las comunidades rusas son muy diferentes. En Berlín tenemos entre 300.000 y 400.000 rusos, que es una comunidad bastante significativa. Tenemos una mezcla de personas, un grupo de rusos alemanes (hasta el año 1941, siempre había habido una minoría alemana en Rusia), como una república de personas de habla alemana. Fueron deportados y tuvieron la oportunidad de irse a Alemania Occidental. Este es un grupo. Después tenemos un grupo de judíos rusos que han llegado desde los años setenta, también desde el final de la Unión Soviética porque Alemania se sentía obligada de alguna manera a darles cobijo y ciudadanía. Después tenemos un grupo de personas que se pueden permitir vivir en Alemania y a la vez en Rusia, por lo que tenemos miles de personas que tienen una segunda residencia y que van yendo constantemente de un país a otro. Es bastante frecuente. Es una indicación de normalización de la globalización, que la gente pueda moverse, pero también es muy representativo de una tendencia: las personas que no tienen ningún tipo de oportunidad de hacer negocios y tener éxito profesional en Rusia, abandonan el país y esta es una pérdida terrible, una fuga de cerebros terrible para Rusia. En los últimos diez años, unos dos millones de personas jóvenes, de clases media, bien formados, que han viajado por todas partes, de Silicon Valley a Barcelona. Sienten que no quieren perder la vida de toda una generación y abandonan el país porque quieren ganar dinero y tener una vida normal. Y estas personas son las activas y las que no quieren vivir en un país donde hay censura, donde los empresarios son perseguidos porque no pagan a los funcionarios corruptos. Esta generación es muy activa y muy patriótica. Aman a su país con locura y querrían poder construir su propio país, pero saben que con Putin no tienen ningún tipo de oportunidad y prefieren marchar.

 

– Haciendo referencia a esta fuga de cerebros … El nivel cultural y de estudios de los países del este siempre se había presentado como superior. ¿Este es uno de los legados que aún queda del comunismo?

– Es verdad, lo del nivel de estudios. He conocido camioneros soviéticos con los que he viajado en la cabina que podían recitar poemas de Pushkin mientras conducían, lo que siempre me dejaba boquiabierto. Había un acceso generalizado a la educación, no sólo para grupos privilegiados. La educación general era muy sólida, y la Rusia postsoviética aún se beneficia de este patrimonio, de esta herencia. Ahora este sistema está en decadencia; por un lado, está la formación de algunos grupos muy elitistas, algunas instituciones que aprenden de Stanford o de Oxford. El sistema en general se está descomponiendo, disolviendo … igual que las infraestructuras. El transporte público, por ejemplo. Todas estas estructuras están infrafinanciadas. Están en total decadencia y a menudo dependen de la iniciativa de los individuos, de padres y madres o de personas de cultura. Aunque hay una capa que está a la altura de las mejores instituciones mundiales, de pedagogos, con los conservatorios o escuelas de música. Por otra parte, el sistema de hospitales, incluso en la época soviética, no era perfecto. Tenías una asistencia pero si tenías un complicación había problemas. Ahora encontrar un lugar en un hospital ya es cuestión de dinero y de sobornos. ¿Quién lo puede pagar? ¿Quién tiene acceso a las mejores instituciones médicas? En cuanto a los casos de Covid, por ejemplo, las cifras están totalmente manipuladas. No te puedes creer nada. Todas las cosas que precisen tener un médico son cada vez más difíciles, necesita contactos y dinero.

 

— Usted es historiador y estudió, concretamente, los que ocurrieron en 1937. ¿Qué le llamó la atención para poner el foco?

– Siempre tenemos en mente una fecha específica. En 1937 fue el año que un millón de personas fueron sistemáticamente asesinadas o ejecutadas de manera planificada y dos millones más fueron deportadas a campos de trabajo forzados, los gulags. Este fue el punto culminante de una política de persecución y de exclusión de cientos de miles de personas. Entre 1929 y el comienzo del gobierno de Stalin y su muerte, en 1953, si seguimos las fuentes archivísticas, y existe un gran consenso en cuanto a esto, veinte millones de personas pasaron por el sistema de los campos de trabajos forzados. El 1937 fue un punto álgido, un punto de inflexión. He intentado entender qué sucedió. Desde mi punto de vista, fue la combinación de varios movimientos y contradicciones. Las élites gobernantes, este pequeño grupo en torno a Stalin, decidieron resolver estos problemas ejecutando a aquellas personas que de alguna manera estaban fuera del control de este grupo estalinista, y en 1937 fue la culminación de este proceso. Fue la campaña para la industrialización, con una serie de nuevas construcciones que se levantaron en espacios muy amplios sin ninguna condición. Hubo la necesidad de tener mano de obra. Cientos de miles de campesinos fueron enviados a estos lugares para construir fábricas de acero, minas. Y luego hubo la colectivización de la agricultura, y el resultado fue como una especie de guerra civil en el campo, donde entre tres y cuatro millones de personas murieron como consecuencia del caos que se produjo. Y millones de personas se trasladaron a los nuevos emplazamientos industriales y en las nuevas grandes ciudades creando otro caos increíble. Así pues, estas personas crearon caos en lugares como Moscú, que en menos de diez años dobló el número de habitantes. Y llegó un momento que todo este caos sólo podía ser controlado por este grupo de la élite creando un enemigo en común. La creación de un enemigo podía integrar una sociedad caótica. Había que tener una utopía y definir un enemigo contra el que todos se unían. Y en 1937 fue el año que se creó la sociedad del hombre soviético, la persona soviética para crear cosas fantásticas como la construcción de canales, nuevos ferrocarriles, la creación de nuevas minas para encontrar oro, la construcción de embalses para la generación de electricidad. Un nuevo Hollywood, una nueva industria cinematográfica. Y la utopía de la nueva sociedad sólo la puedes crear si consigues vencer al enemigo. Tienes que unir el pueblo soviético contra el enemigo, tienes que definir quién es el enemigo. ¿Y quién es? La persona que pertenece a la llamada clase explotadora, el granjero o el empresario. Tienes que luchar contra las personas que tenían relación con el mundo exterior, con Occidente. Tienes que luchar contra los espías, contra los que socavan el proceso de industrialización. En principio, todo el mundo podía ser definido como un enemigo. Los ingenieros, los responsables de un accidente en la fábrica, por ejemplo. El director de una película que escogió un actor o un guión erróneo. En todas las capas y en todos los segmentos de la sociedad podías encontrar enemigos. ¡Incluso los verdugos de los servicios secretos se convirtieron víctimas! Miles de verdugos en los años posteriores, en 1938 y 1939, se convirtieron en víctimas de esta gran purga. Nadie entendía por qué era enemigo del pueblo, y esa fue la gran cuestión, para mí. Esta es la gran diferencia con los nazis.

 

– ¿Por qué?

– Los nazis tenían muy claro quién era el enemigo. El comunista, el judío; definían como enemigo del pueblo a algunos miembros de la iglesia protestante. A la oposición en general. En el caso ruso, cientos de miles de personas habían sido encarceladas y muchos de ellos fueron ejecutados de manera inmediata. Todos firmaban confesiones que habían sido preparadas, que eran de una fantasía inimaginable. Una situación dantesca en que muchas personas que simpatizaban con la Unión Soviética en Occidente no podían explicar lo que había sucedido y se distanciaron de este sistema totalitario. Personas como André Gide o Arthur Koestler y muchos que daban su apoyo al experimento social de la Unión Soviética tuvieron dudas muy profundas.

 

– Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial y la victoria rusa sobre el nazismo todas estas atrocidades quedaron en cierto modo escondidas?

– Es así. Y diré algo más. Entre el 1937 y el 1945, hubo unas grandes manifestaciones, con unos desfiles cada año, como una conmemoración, y Stalin las eliminó en 1946, aunque después se volvieron a hacer con Leonid Brézhnev. Stalin quería eliminar todo lo que hiciera referencia a la guerra en la que él hizo un papel terrible. Él fue el responsable directo de estas pérdidas enormes de millones y millones de prisioneros de guerra y no quería que la gente recordara los verdaderos héroes de la guerra, los patriotas. Millones de soldados, hombres y mujeres que lucharon por su país y por su nación. Stalin hizo todo lo posible para que se olvidara la reputación de grandes generales que, de hecho, fueron los que gestionaron la victoria -no fue él-. Quería que las cosas volvieran a la normalidad, y el final de los años cuarenta es comparable a lo ocurrido a finales de los años treinta. Volvieron las grandes purgas. Fue la época del llamado asunto de Leningrado, cuando la gente de su partido en esta ciudad fue ejecutada. La gente que pertenecía a su círculo más cercano fueron eliminados. Durante los últimos años hubo una campaña contra los médicos que fue un caso clarísimo de antisemitismo. Cientos de científicos y médicos perdieron su trabajo. Lo que pasó entre 1948 y 1959 fue una auténtica locura.

 

 

LOS MÉTODOS DE STALIN

Karl Schlögel ha sido profesor de historia de la Europa del Este, primero en la Universidad de Constanza y luego la Universidad Europea de Viadrina. En su obra ha estudiado en profundidad la figura de Josif Stalin. «Decidía de manera muy cuidadosa y muy consciente quién debía ser eliminado y quién no. Podía ser cualquier persona con la que tenía dificultades de comunicación», explica. «Era un trabajador incansable, leía y no era un bohemio vago. Era muy diferente de Hitler. Hacía comentarios en la lista de personas que debían ser ejecutadas y escribía al margen: «¡Este cerdo, este cerdo debe ser ejecutado!» Hay miles de notas. Estas notas ahora han sido publicadas», revela Schlögel. «Cualquier persona podía ser enemiga suya, incluso la gente de su círculo más cercano. Grandes bolcheviques cambiaron el Kremlin por la prisión en segundos «, añade.

LRP.CAT