Confeccionar historia escribiendo sobre lo que nunca ocurrió

Guernika tras el bombardeo. WIKIPEDIA

El nieto del general Fidel Dávila cuenta en su reciente libro ‘La Guerra Civil en el Norte’ lo que no sucedió en Gernika

Según Rafael Dávila Álvarez, el 27 de abril se reunieron Franco, Solchaga, Vigón y Mola y éste último repitió insistentemente que no se bombardease Gernika… ¡Ay! Ya se había destruido el día anterior ¿Pretende el general Dávila hacernos creer que Mola no sabía nada del bombardeo un día después o es que no sabe que Gernika se bombardeó el 26 de abril?

El autor afirma que Mola ordenó que no entrasen «ni moros ni soldados» en Gernika y que la Casa de Juntas -donde se encuentra el árbol- la ocupasen requetés de Bizkaia. Si así fue, no sólo no se enteraba de nada, sino que además nadie le hacía caso, porque el bombardeo destruyó el 85,22% de los edificios de la villa y las primeras unidades que entraron en Gernika fueron precisamente «soldados y moros»: brigadas de Flechas Negras y las unidades africanas que se alojaron en la iglesia de Andra Mari. Hay testimonio escrito y abundantes fotografías, publicadas desde hace años.

El general Dávila yerra también al asegurar que las «radios rojas» anunciaron la destrucción la noche del 27. Fue el lehendakari Agirre quien informó del hecho antes de las 7 de la mañana de ese día.

Según el autor, Mola, que había publicado su amenaza de «arrasar Vizcaya» en la primera plana del Pensamiento Alavés del 5 de abril, «tenía un gran disgusto» y «mostraba gran contrariedad» por la destrucción. Subraya la absoluta ignorancia de Mola al afirmar que alguien le comunicó que habían sido los italianos los que habían bombardeado Gernika: ¡Y da a entender que Mola se lo creyó…! Esto implica que, después de nueve meses de guerra, el jefe del Ejército del Norte (predecesor del abuelo de tan «informado» autor) desconocía que sus propias unidades aéreas y terrestres en el frente vasco estaban coordinadas con la Legión Cóndor, que sólo respondía ante Franco, por lo que ni italianos ni alemanes bombardeaban sino siguiendo órdenes de Salamanca.

Quizá Mola no fuera una lumbrera, pero es difícil creer que fuese tan rematadamente inepto, crédulo e incompetente.

Los camelos del general Dávila Álvarez no tienen límites: a renglón seguido afirma que se tomó Gernika el 30 porque «el día 29 la fuerte niebla impide entrar (…)» Tal como informaron el mayor Pacinotti y el general Bastico, fue ocupada a las 12.30 del 29 y no había niebla.  ¿Pretende Dávila hacernos creer que había tanta que las unidades de tierra no podían avanzar, pero los aviones sí podían tomar fotografías aéreas? ¡Por favor!

Vuelve a errar al escribir que la mayor parte de los edificios estaba en pie y que, como en Irún, habían sido los «rojos» los que destruyeron y saquearon Gernika. No sólo existen testimonios, sino fotografías aéreas tomadas los días siguientes al bombardeo donde se «ve» que la mayor parte de los edificios ya no existían debido al ataque aéreo. «La mayor parte» significa, repetimos, el 85,22% del total.

Las fuentes históricas y las evidencias gráficas cuentan otra historia. Los generales Mola, Solchaga y Vigón estaban al corriente de las operaciones aéreas porque debían coordinarlas diariamente con los movimientos de las unidades de infantería. La mañana misma del 26 de abril, «como todos los días», Wolfram von Richthofen, jefe de estado mayor de la Cóndor, se reunió con el coronel Juan Vigón para revisar las operaciones de esa jornada, incluyendo el bombardeo de Gernika. Todos sabían perfectamente que Franco había ordenado ése y todos los demás bombardeos sobre centros urbanos y que ni italianos ni alemanes procedían sin órdenes directas de Salamanca. Richthofen y Sperrle declararon que la orden provino del alto mando, «como todas las demás». El 26 de abril cayó un cóctel de bombas explosivas e incendiarias que provocó la demolición de 271 edificios de Gernika.

Franco ordenó mentir la madrugada del 27 de abril: Todos los medios debían informar sobre el «incendio» de Gernika. Los generales Mola, Sperrle y Cabanellas llegaron inmediatamente después, el 29 de abril. Mola ordenó cercar la villa, impedir el acceso a la misma y se suprimió cualquier prueba material del bombardeo.

También había ordenado «sembrar el terror», «eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros». Y rubricó, «en este trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sin cuartel» y fusilar a todos los que se les opusieran. Golpista y criminal, Mola se comportó en Gernika como lo que era: Un forajido. Y 84 años más tarde un exgeneral de División jaleado por un sector de los medios españoles pretende edulcorar aquellas atrocidades: Así ni se construye un futuro ni es posible el progreso social.

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