Exilio político vasco de Venezuela: un ensayo de libertad

Alegoría del exilio de Vicente Arnoriaga, con símbolos del exilio vasco de Caracas como los buques en los que llegaron, la euskoetxea y las torres de Euzkadi Irratia.

 

En 2021 se cumple el 70 aniversario de la expropiación de la sede del gobierno vasco en la avenida Marceau de París y su traslado, con fondos provenientes de Caracas, a la nueva sede en la calle Singer.

Los vascos fueron arrancados de sus casas por la guerra, la ocupación y la dictadura. Después de ver sus pueblos, ciudades y también sus montes y sus valles martilleados por escuadrillas de bombarderos, muchos de los más de 150.000 exilados que se hallaban en diversos puntos de la Europa ocupada tuvieron que huir a América a partir de 1939. En esta ocasión no escapaban de Franco, sino de Hitler.

Aquellos que llegaron a ciudades donde había un centro vasco, se hicieron socios de esas «Euskadis en pequeño». Y los que llegaron a lugares donde no los había, los crearon. A los pocos meses de su llegada a Caracas, el colectivo de exilados comenzó a reunirse en el hotel Zuriñe. Tres años después abrió sus puertas el primer centro vasco, pero a los tres meses de su inauguración ya se había quedado pequeño e inauguraron un nuevo centro el 31 de julio de 1942. Y aquel local ya contaba con un frontón.

Tan sólo ocho años después de haber llegado a Caracas, el colectivo vasco de la ciudad donó los fondos necesarios para que el gobierno vasco se trasladara a su nueva sede en París, en la rue Singer. Recaudaron el dinero en poco más de una semana y se convirtieron en la principal fuente de financiación del gobierno vasco en el exilio hasta la caída de la dictadura, más de dos décadas después.

En 1952, el centro vasco se volvió a quedar pequeño para las cerca de doscientas familias que formaban la colonia vasca de la capital de la república. Y estos exilados que habían llegado al valle de Caracas sin nada adquirieron un terreno de 10.000 m2 y construyeron con sus propias manos, en régimen de cooperativa, un centro con sede social, frontón, pista de baile, jardines y piscina. Pocos años después techaron el frontón y consiguieron que el presidente de la república se convirtiera en uno de los más asiduos visitantes de la cancha.

cincuenta asociaciones vascas

En 1952 ya existían unas cincuenta asociaciones vascas en la ciudad. Todas ellas con sus estatutos y directivas, afiliados y asociados, sede social y presupuesto propio. Y las más con una publicación periódica adscrita a la asociación. Una de las primeras instituciones que crearon los exilados fue Socorros Mutuos, porque lo más importante era proveer para que todos ellos recibieran atención médica y social siempre que fuera necesario.

Organizaron clases de euskara para adultos y fundaron la Ikastola Euzkadi para los más pequeños, un centro educativo oficial, con planes pedagógicos, cuadro de profesores, auxiliares y junta de padres, estatutos administrativos, y más de 120 alumnos que curso a curso aprendimos a hablar nuestra lengua. Para asegurar que el general Franco no les robase su identidad, ni permitir que la lejanía de sus hogares, familiares y amigos les obligase a perder su esencia nacional y, a fin de asegurar que sus hijos siguieran siendo lo que ellos eran, vascos, para 1959 ya habían celebrado veinte Aberri Egunas, veinte Iñaki Deuna Egunak, veinte Sanfermines, habían conmemorado veinte veces el bombardeo de Gernika, otras tantas la muerte de Sabino Arana, y habían celebrado diez Euskara Egunak. También habían celebrado veinte aniversarios de su llegada a La Guaira, diez aniversarios del centro vasco de El Paraíso, veinte Navidades, quince Santa Ágedas y veinte jueves santos y, más de 240 misas mensuales, y asistido a todos los funerales que tuvieron que celebrar, para despedirse de amigos y adversarios. Las cenas y celebraciones festivas las calculamos, para este mismo período de tiempo, en no menos de 4.200.

Cantar y bailar son dos ingredientes constitutivos de la identidad colectiva vasca. Se organizó un primer coro a los pocos meses de la llegada de los primeros exilados a Caracas y en pocos años ya se habían formado unos 500 dantzaris txikis en el centro. «Nuestros hijos deben aprender a jugar a pelota»: Y los pelotaris se cuentan también por cientos. En 1965 se creó la asociación Pelotazale y se imprimió una de las primeras revistas deportivas vascas de América. En septiembre de 1944 crearon un equipo de fútbol que unos meses después había ingresado en primera división y encabezaba la clasificación. El segundo equipo del centro, que disputaba el campeonato de reserva, también encabezaba la tabla. Entre 1954 y 1966 el primer equipo fue cuatro veces campeón y otras tantas subcampeón. El equipo de ciclismo participó como selección de Euskadi en el torneo internacional organizado por la Federación Venezolana de Ciclismo. Quedó en tercer lugar y Valentín Bilbao se consagró ganador de la carrera de 16 kilómetros y segundo en la de 8.000 metros. Andoni Ituarte, «con menos fortuna», fue tercero en la carrera de 4.000 metros, segundo en los 1.000 metros y quinto en los ochocientos.

Joseba Rezola conminó a Yokin Intza a poner en marcha una radio que reemplazara a la que en 1946 había sido clausurada en Iparralde por iniciativa de las autoridades francesas. Así se gestó la Operación Txalupa: cinco años costó a un grupo de jóvenes de EGI-Caracas instalar una emisora de radio que transmitiría a través de una antena rómbica colocada sobre cuatro torres de 22 metros de altura en la jungla venezolana con un par de motores de cinco kilovatios de potencia para emitir hasta Euskadi, a 8.000 km de distancia. Lo hizo durante doce años, sin fallar un solo día, de forma totalmente ilegal.

Y también tuvieron tiempo para escribir. Se crearon treinta y cuatro publicaciones periódicas en el centro vasco, con un total aproximado de 12.000 páginas impresas en unos treinta años, lo que hace una media de más de una publicación periódica anual con un total de 383 páginas durante treinta años ininterrumpidos. Produjeron la película Los hijos de Gernika y doblaron y estrenaron El hombre en la ventana.

monumento a la acción

La historia del exilio político vasco en Venezuela es un monumento a la acción. Dinamismo, vigor, esperanza y voluntad son algunas de las características más sobresalientes de la colonia de exilados vascos de Caracas. José Antonio Armas Chitty, profesor de la Universidad Central de Venezuela, secretario del ministerio de educación entre 1969 y 1971 y director del Archivo Nacional, dijo que «todo vasco es una lección de energía puesta al servicio de una obra útil, desorbitada o no, dentro de un mundo en el que no se conocen medianías».

Pero, fundamentalmente, el exilio político vasco fue un ensayo de libertad. La Hora vasca de Venezuela que ha publicado el IVAP este mes de agosto cuenta esta historia, un pequeño retazo de los miles de años de historia de nuestro pueblo, que es parte de nuestras vidas porque ambos autores somos hijos del exilio. Uno de nosotros dio sus primeros pasos en la Sociedad de Confraternidad Vasca EuskalErria de Montevideo, y el otro persiguiendo a pleno pulmón a las garzas de la laguna de Macuto de mano de Ixaka Atutxa, donde se habían instalado las torres de Euzkadi Irratia Venezuela. Nuestra historia forma parte también de la historia de todos los exilados que huyen de las guerras y dictaduras que azotan este mundo y que, como nuestros mayores, son un ejemplo de humanismo integral y devoción por la libertad. Debemos aprender abrirles las puertas, a exilados e inmigrantes, porque es en tiempos de crisis cuando germina gente como aquella. Y toda sociedad que lo haga agradecerá ese caudal humano de infinitas posibilidades.

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