Un reciente artículo de Luis Javier Fortún se centra sobre la batalla de Noáin que queda reducida a sobrestimar la «presencia de los vascos». Personalmente a mí como navarro me resulta discriminatorio, ya que lengua, cultura y costumbres han ido paralelas y hay una demanda similar sobre apetencias de autogobierno, a pesar de que la administración española se ha esmerado en fundirlas en la monarquía imperial, sometiéndolas por la obediencia a la hoy Euskadi desde el año 1200 y la otra invadiéndola ya desde el siglo XV a Navarra (no me confundo de siglo, no).
Es simplismo y muy agudo decir que «Navarra fue gobernada por un riojano y un vizcaino», cuando ambos solo eran súbditos del rey castellano y después del imperio, o juzgamos a los responsables a los primeros y glorificamos a los ejercientes supremos del dominio. Como así se ha venido y viene haciendo desde entonces hasta llegar a la hoy Navarra.
El señor Fortún asienta que los guipuzcoanos presentes en la batalla de Noáin fueron 1.850 en 22 compañías y lo justifica con los nombres de los 22 capitanes que las mandaban y los pueblos de donde provenían, aunque sin aportar de dónde toma los datos. Los guipuzcoanos y vizcaínos que estuvieron en Noáin estaban destinados en las tropas del duque de Nájera y sirvieron en los batallones del duque que mandaban los coroneles Múgica Butrón y Ruiz de Avendaño y que realizaron la tenaza que atacó por la espalda a las tropas de Asparrot. El dato es declaración de Butrón a la hora de cobrar los emolumentos de ambos coroneles, que mandaron las tropas propias y las de los vizcaínos y guipuzcoanos, sumando todos sus efectivos 2.500 hombres de los que 500 eran de caballería.
Así que reduciendo los hombres que se emplearon como cargadores (donde es de suponer figurarían los menos diestros para el combate), la caballería, los soldados profesionales aportados desde los Fuertes de San Sebastián y Fuenterrabía y los vizcaínos aportados por Butrón (que el propio Fortún aporta como 2.000), no nos caben los 1.850 guipuzcoanos que Fortún asienta como componentes de las tropas aportadas por los pueblos de la provincia que recoge en dicho artículo.
Citar a Monteano para dar fe de lo que dice sobre que había solo 12.000 hombres en el ejército castellano y 4.000 de ellos eran guipuzcoanos y vizcaínos es abandonar la realidad, añadiendo cálculos ficticios de todo rigor, se mire por donde se mire.
En cuanto a los reyes, pienso como los franceses, que lo mejor fue acabar con ellos. En cuanto al empleo de la nominación de «beamonteses», en el siglo XVI no existía la Real Academia para formar oraciones y palabras. Y en los pocos casos que he encontrado citándola por autores coetáneos, se empleaba como plural de Beaumont en el sentido de familiares. En cuanto a las tropas que mandó el conde de Lerín Luis de Beaumont, fueron soldados de su cuñado el duque de Nájera y por tanto de vascos en buena parte. Finalmente si se siente navarro no haga como las jerarquías españolas que a nadie (ni rebeldes ni adeptos les dan el nombre de tal oriundez) sino de rebeldes y desobedientes a los que no les aceptan. Tampoco emplean el nombre de navarros para los que obedecen y se hacen adeptos: La nominación de «navarros» no existió desde la conquista y la palabra solo se fue empleando como título de propiedad, al encabezar las Cédulas Reales: «… reinando en Castilla, Aragón, Navarra…». Desde entonces, Navarra solo ha sido un título usado como propiedad hasta que pasó a ser provincia y a la fecha presente ha pasado a ser de «comunidad» reglamentada a la forma de la de vecinos mediante leyes generales aplicables sin discusión de órganos inferiores en los que se halla también Navarra.
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