Y la responsabilidad de los analistas, ¿dónde para?

Si no se ha hecho todavía, estaría bien hacer una recopilación exhaustiva de todos los libros publicados a raíz del proceso que ha vivido Cataluña en relación a la transformación de su cultura política. Es decir, deberíamos disponer de la bibliografía completa que ha acompañado el acelerado cambio de chip que llevó a muchos catalanes desde el autonomismo al derecho a decidir y, finalmente, al independentismo. Conozco tantos, que no sé si estamos hablando de mil volúmenes, de dos mil, o más. Y, aunque, si fuera posible, sería interesante conocer el volumen de ventas que ha representado toda esta literatura política.

El análisis político de cada momento, generalmente condicionado por la inmediatez informativa que vive atrapada en el pequeño conflicto, pierde de vista muy rápidamente los condicionamientos de carácter más general que también han contribuido a conformar la realidad política. Como ahora, y de manera muy relevante, el ensayo político sobre, a favor o contra la independencia, que fue fundamental para ir consolidando el relato que nos permitió llegar victoriosos hasta el 1-O de 2017. Estudiar el contenido de todo este corpus discursivo, de su evolución, de la elaboración de los consensos básicos y de las discrepancias, los cambios individuales de discurso, de las estrategias personales o institucionales adaptativas, también debería formar parte del análisis de todo el proceso.

Sólo un breve repaso de los títulos de los libros ya es significativo. En muchos casos se ve capacidad de anticipación a los hechos que se acabarían produciendo. En otros, se respira el optimismo que infundieron las grandes movilizaciones y que hicieron pensar que la victoria estaba a tocar y que no habría marcha atrás. En muchos aparece el intento honesto de entender y explicar qué estaba pasando. No faltan grandes y sobrios análisis históricos, jurídicos y económicos sobre las causas, las posibilidades y los efectos de la independencia. Encontramos estilos periodísticos – como crónicas y de investigación-, académicos, de especialización, biográficos, memorialistas, humorísticos, libros ilustrados y, ni que decir tiene, declaraciones, manifiestos y panfletos de todo tipo.

Del mismo modo que cuando venían representantes de todas las cancillerías internacionales a interesarse por el estado del proceso, se iban convencidos -porque era así- de que se trataba de la independencia mejor preparada de la Historia, osaría decir que nuestro intento de independencia también fue la más reflexionado de todas secesiones que han sido deseadas. Por proximidad de contextos, nos podríamos comparar con Quebec o con Escocia, pero estoy seguro de que les ganamos por goleada.

En este artículo no delataré mis primeras impresiones después de dar un breve repaso de los volúmenes que yo mismo he ido reuniendo. No podría ser lo bastante sistemático y seguro que la bibliografía de la que dispongo está sesgada. Pero me ha llamado mucho la atención ver cómo han evolucionado -con una presencia creciente o, al contrario, desaparecida por completo- algunos nombres estrella del análisis. Es interesante ver cuando una coherencia desesperada ha llevado a menospreciar los hechos, y al contrario, cómo los hechos han hecho cambiar con poco disimulo los principios de análisis anteriores. Y quedan muy bien delatados los expertos en supervivencia, y los tránsitos hacia -o los traslados a- la política, con entradas y salidas discretas o sonadas.

Pienso que también deberían incluirse los textos de los propios políticos en los que han intentado justificar sus terquedades y sus vaivenes. No se trataría de juzgarlos políticamente sino de observar los esfuerzos de autojustificación, en primer lugar, con ellos mismos y luego con su clientela. Y encuentro que, en este caso, sería muy relevante no sólo ver qué eventos consideran determinantes en su evolución política, sino aún más, qué hechos son los que olvidan -u ocultan- para no debilitar su argumentación.

El contraste entre la gran victoria del referéndum del 1-O y el fracaso posterior a la hora de gestionarla, ha hecho aparecer críticas durísimas contra los políticos que estaban al frente de las instituciones del momento. Y si no han ido más allá es porque la condición de presos y exiliados políticos han hecho morder muchas lenguas. También la mía. Ahora bien, lo que justifica este artículo es que sorprende que prácticamente no se hayan pedido responsabilidades también a los analistas que acompañamos el proceso, o que apenas se hayan pedido disculpas por los pronósticos que condujeron al fracaso posterior más allá de las mal disimuladas acomodaciones, sobre todo, ante los cambios repentinos coincidiendo con el miedo a la represión. Pero este análisis de la producción editorial sobre el proceso, muy probablemente, tardará tanto o tan poco como la misma independencia.

Publicado el 19 de julio de 2021

Núm. 1936

EL TEMPS