«La humillación pública no ha valido de nada ni valdrá nunca»
Sunzi, o Sun Tzu, fue un general que vivió en el estado de Wu, en la actual China, en el siglo VI antes de Cristo. La tradición, y este es un dato discutido por muchos historiadores, le atribuye la redacción de un libro que lleva por nombre ‘El arte de la guerra’.
Este volumen ha sido durante mil quinientos años una referencia no sólo militar sino de pensamiento estratégico y táctico. Se ha aplicado a la política, el mundo de los negocios y a las relaciones humanas, básicamente porque incluye una serie importante de consejos de tipo psicológico que se han demostrado válidos a lo largo de los siglos y en todo el mundo. Porque Sunzi explicó cosas de un enorme sentido común, como que conseguir la victoria en cien batallas no es ideal, porque lo ideal es vencer sin necesidad de ir a la batalla, o que en un conflicto no debes confiar nunca en que el enemigo no atacará, sino que tienes que procurar tener siempre una posición inexpugnable, para no depender de él.
Leer a Sunzi y asimilarlo, que no es lo mismo que leerlo, debería ser una asignatura obligatoria para hacer de político, porque seguramente nos ahorraría situaciones tan penosas como la que acaba de vivir el diputado de Sobiranistas, dentro del grupo de ERC en el congreso español, Joan Josep Nuet.
En 2017, Nuet era miembro de la mesa del parlamento por Catalunya Sí que es Pot (Cataluña Sí se Puede), y no sabemos qué votó en la proclamación de la independencia porque fue uno de los cuatro diputados de esta formación que se negó a mostrar el ‘no’ en público. El gesto que tuvo ese día, de solidaridad ante la represión, siempre habrá que reconocérselo. Pero ahora, como defensa en el juicio, Nuet argumentó que no había querido desobedecer nunca al Tribunal Constitucional y llegó a afirmar, en una escena difícil de borrar, que él había pasado dos años intentando evitar, se entiende que desde dentro, la independencia de Cataluña. Nada de esto le ha valido de nada y ha sido condenado a inhabilitación por haber permitido el debate y la votación de las leyes de desconexión y de las conclusiones de la comisión del proceso constituyente. En una decisión, por cierto, que tiene mucho de amenaza a la mesa actual.
No le valdrá de nada, pues, la humillación pública que aquella declaración implicaba para él y para su formación política en definitiva, era casi grotesco ver un diputado del grupo de ERC suplicando clemencia a base de afirmar que él trabajaba contra el primer objetivo del grupo político donde ahora está integrado. Y Nuet, condenado a nueve meses de inhabilitación, deberá dejar el escaño del congreso español, que ha ocupado hasta la fecha. Después de haberse dejado buena parte de la credibilidad personal ganada antes, por no decir toda, en su inútil intento de amansar la justicia española.
Hay dos cosas que me consuelan un poco en este triste asunto. La primera es que, cada día que pasa, las cosas van quedando más claras y queda desacreditado este pensamiento mágico que quiere creer que hay posibilidades de algún tipo de entendimiento con el Estado español. La segunda, sin embargo, es más importante: España tampoco ha leído a Sunzi, o no lo ha asimilado. Porque uno de los consejos más sabios y repetidos del libro es aquel que dice que cuando tienes un enemigo acorralado siempre le tienes que dejar un espacio para poder escapar. ¿La razón? Si no lo haces, si lo presionas tanto que no tiene ninguna escapatoria posible, antes de dejarse matar pasará por encima de ti. Como sea y sin importarle el precio que ello pueda tener.
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