Los Ayuntamientos de Etxarri aranatz, Bakaiku, Iturmendi y Urdiain se han unido para poner en valor la calzada de bernoa con un sendero GR de 65 kilómetros
La calzada medieval de Bernoa, un camino de herradura utilizado durante siglos por los arrieros para transportar mercancías entre el interior y el mar, será el eje de un sendero de Gran Recorrido (GR) de una longitud aproximada de 65 kilómetros. Y es que este proyecto promovido por los ayuntamientos Etxarri Aranatz, Bakaiku, Iturmendi y Urdiain ha sido incluido en la convocatoria de ayudas del Plan de Desarrollo Rural de la Unión Europea. Será una ruta circular que se podrá tomar en cualquiera de estos cuatro pueblos. Con un presupuesto que ronda los 100.000 euros, se prevé una ayuda del 70%.
«Se contempla la señalización horizontal, con marcas, y vertical, con postes y paneles informativos además de la elaboración de un tríptico informativo», explica Paqui Urbitarte, técnica de turismo de la Agencia de Desarrollo de Sakana, encargada de la coordinación del proyecto. «A priori toda la red es transitable a pie y no hay que realizar trabajos de adecuación, con la señalización es suficiente», apunta. Los puntos de interés que conectará este recorrido serán la cima de Intsusburu, en Urdiain, y las ermitas de Santa Marina y San Adrián, en Iturmendi y Etxarri Aranatz respectivamente, además de los cuatro pueblos promotores del proyecto.
Voluntarios de la ONG DeAmicitia en una de las campañas realizadas. Foto: cedida
«Desde hace varios años y dentro del marco del Plan Estratégico de Sakana, la Agencia de Desarrollo de Sakana viene trabajando la puesta en valor de varios aspectos de nuestro patrimonio», recuerda Urbitarte. «Aquí se enmarca este proyecto en el que ya se han dado varios pasos en la recuperación y puesta en valor de la calzada de Bernoa», incide. Lo cierto es que estos últimos años se han llevado a cabo diferentes iniciativas para sacar a la luz esta calzada que viene de Ataun y continúa hasta Baquedano, en tierra Estellla, dónde enlazaba con el camino de la Ribera, un camino de piedras que en parte ha desaparecido bajo pistas y carreteras más modernas. Al respecto, Urbitarte recuerda el trabajo realizado por voluntarios de la ONG DeAmicitia estos últimos cinco años, con jóvenes de entre 16 y 30 años llegados de diferentes partes del mundo. Asimismo, grupos de voluntarios de los pueblos han trabajado en la recuperación de la calzada. «Todos los años contactan con la Agencia de Desarrollo a principios de año para coordinar los campos de trabajo del verano, este año también fue así pero no se pudo concretar nada para este verano».
Así, hasta la fecha se han recuperado diferentes tramos. En el caso de Urdiain se recuperó todo el trazado que va hacia Ataun y en Etxarri Aranatz son en torno a 700 metros de calzada. Asimismo, en Bakaiku e Iturmendi todavía queda calzada por recuperar. En relación al plazo de ejecución esta técnica apunta que en una situación normal los trabajos deberían de estar terminados para el 1 de febrero de 2021. «Pero teniendo en cuenta el estado de alarma en el que nos encontramos desde el pasado mes de marzo, desconocemos si los plazos se verán alterados», observa esta técnica
LAS CALZADAS
Se trata de unos caminos con piedras grandes en los extremos y otras menudas en el medio, con una especie de columna vertebral en algunos tramos, también de piedras del río. Esta calzada, como otras cercanas, sirvió de cauce para mejorar la vida de los pueblos de Burunda fruto del desarrollo del comercio y la arrería, sobre todo a partir del siglo XVII, tal y como recoge Nicolás Arbizu en su libro Arrieros trajineros en la Burunda de Navarra. Debido a lo accidentado del terreno, el género se llevaba en el baste de los mulos. De los puertos del Cantábrico se traía aceite de ballena, azúcar, tabaco y telas finas, mientas que del valle de Ebro se llevaban trigo, pellejos de vino, lana y otras mercancías como madera de los bosques. La primera referencia documental de la que se tiene constancia data de 1208, en los Fueros de Burunda.
Con el traslado de las aduanas al Pirineo en 1841, y las continuas guerras que se sucedieron en el siglo XIX, el interés comercial de esta calzada comenzó en declive, quedando reducido a un uso local. Así, el bosque fue devorando poco a poco estos senderos cargados de historia.
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