Pérfido inglés

En la reunión entre presidentes de comunidades autónomas y la presidenta de la Comisión Europea, Pere Aragonés hizo una parte de su intervención en inglés y allí mismo el presidente de Castilla-La Mancha le reprendió por no usar el castellano -«el idioma de todos los españoles»- sino la lengua de un país que quiere abandonar la Unión. Y esto ante la presidenta de la Comisión, que había hecho sus intervenciones en inglés, y que supongo que seguía con estupefacción esta batalla. Pero espero que de esto sacará algunas enseñanzas de provecho. A estas alturas, cargarse el inglés como lengua franca ante alguien que lo está utilizando sólo puede ser el fósil insólito y significativo de una vieja fobia española. No sólo por Gibraltar: desde el XIX el nacionalismo español cree que España y la pérfida Albión representan valores antitéticos. Ser testigo del incidente le debía servir a la presidenta para confirmar la propaganda de la diplomacia española según la cual los catalanistas son unos ‘pueblerinos’, cerrados, apolillados y antieuropeos, que sólo se miran el ombligo, hablando en inglés, mientras que los partidarios de la unidad de España lo son en nombre de su cosmopolitismo y apertura al mundo y a la modernidad, hablando sólo en español.

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La lengua del separatismo

EMPAR MOLINER

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El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, le reprochó a Pere Aragonés, president de la Generalitat en funciones, que utilizara el inglés para hablarle a Ursula von der Leyen. «Cuando se trata de pedir dinero o fondos hablan en castellano, y cuando quieren hablar de otras cosas, rehúyen el castellano», dijo. Porque, como todo el mundo sabe, los catalanes, a diferencia, por ejemplo, de los castellano-manchegos, «pedimos dinero». No estamos mendigando. Estamos tratando de saber cómo se distribuirán los fondos de la Unión Europea -unos fondos a los que todos los catalanes contribuimos, y mucho-. Era una conferencia de presidentes en España, y Pere Aragonés usó el español, que es la lengua común que comparten todos ellos. Para dirigirse a Ursula von der Leyen, que es alemana, usó la misma que había usado ella: el inglés. Pero, a García-Page, esto del inglés no le gusta porque es «un idioma de un país que se quiere ir de Europa». El otro día el estrafalario Manuel Valls usó la misma plantilla. Él encontraba que «no se debe enseñar vasco ni catalán en la escuela porque fomentan el separatismo». ¡Y enseñando sexualidad vete a saber qué fomentamos! Quizás separatismo guarrote. Por cierto, dejemos de lado que Valls, para ser aceptado entre los García-Page, debería estudiar mucho más español, que lo tiene muy, muy oxidado. Si no, le pasará como a Albert Rivera, que, a pesar de todos los méritos que hizo, los taxistas madrileños le acabaron llamando «Catalán de mierda».

¿Hay que enseñar el francés, en la escuela, que es el idioma del inventor de la guillotina y del que expulsó gitanos de Francia? ¿Se ha de enseñar el español, que es el idioma de la Inquisición y el que impuso Francisco Franco? ¿Y el alemán, que era el de los nazis? Entiendo que estos argumentos no son honestos, sino interesados, entiendo que nadie puede ser tan torpe. Ahora bien, si yo le escuchara decir esto a la menor que custodio, ya os aseguro que le quitaría la tablet.