(Parte Primera)
Yo descubrí siendo niño que Franco era un asesino. No hacía falta que los telediarios no contaran la verdad o que mintieran sobre lo que ocurría en las mazmorras franquistas, en mi familia, nido de buenas personas comunistas, socialistas, anarquistas y alguno de derechas, siempre se contó la otra verdad, la verdad de los vencidos. En las reuniones familiares, en la “paz” franquista, siempre hubo espacio para la sobremesa y para el debate, y a pesar de ser personas con estudios básicos, tuve grandes maestros y maestras de las buenas ideas y de los ideales y también de sentimientos llenos de esperanza por la reconciliación democrática, basada en él reconocimiento a las personas asesinadas y a las familias riberas represaliadas.
La transición para mí, no tuvo mucho de modélica, al contrario, fue un fiasco, donde se le pinto la cara a una dictadura por una dictablanda, con partidos políticos que con el tiempo han acabado perpetuándose, en algunos casos en “casta” , y otros, en parte del sistema que perpetua la deficitaria transición iniciada en 1975. No hubo ruptura democrática con el franquismo, algunos calificaron la transición como mal menor y yo la califico como mal mayor, y no hubo juicios a los criminales, genocidas y torturadores franquistas, es más, algunos ostentaron cargos de alta responsabilidad civil, política, militar y policial durante los años de la transición “democrática”. Para empezar, el máximo jefe del Estado que sustituyo a Franco, el Borbón Juan Carlos, a día de hoy emérito, tuvo la capacidad camaleónica de jurar las leyes Fundamentales Franquistas, la Constitución del 78 y montar un Autogolpe Militar en 1981, todo ello en menos de dos décadas.
Escribo esto, porque empiezo a preocuparme seriamente con el destape fascista al que estamos asistiendo. Hace dos años acudí a una Asamblea de vecinas y vecinos, convocada por el anterior equipo de gobierno municipal tudelano, para debatir el cambio de nombre de calles con simbología fascista, es decir nombres de tudelanos utilizados por el franquismo para perpetuarse simbólicamente, el nombre de esos tudelanos en general no dice que fueran malas personas, y en dicha Asamblea, ya pude ver en persona que la transición no solo había sido un fiasco, sino que el fascismo y las ideas franquistas afloraban de nuevo, esta vez vestidas de lagarterana.
Los días del confinamiento, la desescalada y lo que estoy viendo, oyendo y observando ante la pandemia mundial COVID19 no hacen sino ratificar que existe un sector importante de la sociedad, que utilizando víctimas, sean del orden y de la naturaleza que sea, apropiándose de la bandera constitucional española, y por encima del interés general y como siempre ha sido el fascismo, para beneficio de unas pocas élites, han salido a la calle y están dispuestos a todo. Como creo que la izquierda peca de buena, sino, no sería izquierda, y al fascismo solo se le puede combatir con cultura, con ideas y con la enseñanza de la historia, para que siempre permanezca la memoria, la justicia, la verdad y para que la reconciliación sea democrática y no impuesta, he decidido aportar algunos retazos de nuestra historia ribera más reciente y a día de hoy todavía desconocida, porque estoy convencido que todavía hay alguna generación de riberos y riberas que no conocen su historia más cercana.
Hace 17 años, el Parlamento de Navarra, el 10 de marzo del año 2003, con 28 votos a favor de los Parlamentarios del PSOE, Euskal Herritarrok, EA-PNV, CDN, IU y Batzarre, y con 22, abstenciones de UPN realizó una Resolución Parlamentaria, sobre el recuerdo, reconocimiento, reparación moral de las personas asesinadas y represaliadas durante el Golpe Militar Fascista de 1936 en Navarra, a propuesta de AFAN (Asociación de Familiares de Asesinados de Navarra).
En dicha Resolución Parlamentaria se afirma que Navarra fue uno de los lugares donde se organizó y gesto el Golpe Militar contra la República democráticamente constituida y que aquí no hubo enfrentamiento bélico. A pesar de no existir frente de guerra en Navarra, TRES MIL personas fueron asesinadas por el mero hecho de ser considerados afines a la Republica. Los asesinatos fueron realizados de manera organizada por los sublevados, dirigidos por “Juntas de Guerra” y sin mediar juicio alguno. Todos los asesinatos contaron con el beneplácito de la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica, la cual se manifestó públicamente a favor del “Alzamiento Militar”, y en algunos casos participo directamente en los asesinatos.
Las familias de los asesinados no solamente tuvieron que soportar el drama de la pérdida de sus seres queridos, sino toda la injusticia del triunfo de los fascistas y su dictadura impuesta. Durante muchos años, e incluso a día de hoy, hubo y hay personas desaparecidas, se partieron familias entre cárceles y destierros, las enfermedades psíquicas y la muerte aparecieron de forma prematura en muchas familias represaliadas, se expoliaron sus propiedades en sus propios pueblos por los vecinos vencedores, se les condeno a la humillación perpetua a base de cortes de pelo, paseos, aceite de ricino y el horror diario de las afrentas públicas, agravios, insultos desde toda la maquinaria propagandista franquista, pasando por sus fuerzas armadas golpistas, alcaldes y concejales puestos a dedo por los Gobernadores Militares y desde los mismísimos pulpitos de las Iglesias, imponiendo la “misa obligatoria” bajo pena de multa o cárcel.
Ninguna institución navarra implicada en el Golpe Militar o en la Dictadura reconoció sus gravísimos actos, ni pidieron perdón públicamente. Tras la muerte de Franco, los propios familiares y amigos de los asesinados desenterraron los cadáveres en cunetas, descampados y tapias y a día de hoy, lo siguen haciendo. La Iglesia Católica sigue sin reconocer sus gravísimos actos y no ha pedido perdón públicamente. En otros lugares del mundo acabadas las dictaduras, entre otras cosas se han creado las “comisiones de la verdad” y se han abierto espacios públicos desde las más altas instituciones para debatir, esclarecer y llegar al fondo de la catarsis que permita restablecer la verdad, la justicia, la memoria y las heridas del pasado, e incluso se ha prohibido la exhibición de simbología nazi o fascista por atentar contra la constitución de algunos países.
En Navarra un velo de silencio se mantiene sobre estos acontecimientos, en las escuelas se estudia la historia de otras naciones y estados, otras guerras y otros sucesos, y se niega la verdad a las nuevas generaciones. A pesar de haber afectado a miles y miles de ciudadanos y ciudadanas navarras y a las últimas generaciones, seguimos conociendo los hechos por lo que se cuenta en nuestras familias y por quienes se han interesado y trabajado por que se conozca la verdad. A día de hoy, se agacha la cabeza, se huye de la verdad, se mira para otro lado y se llena de vacío la historia, y la sociedad navarra sigue estando enferma, y la consigna no escrita significa no mirar de frente el espejo de nuestra historia más reciente.
La Resolución Parlamentaria de marzo de 2003 fue un acto institucional que pretendía decir no a los horrores vividos, nunca más y para nadie. La Merindad de la Ribera de Navarra, fue la comarca porcentualmente hablando y en números cuantitativos la más castigada, y más de 700 riberos fueron asesinados prácticamente pueblo a pueblo, en apenas tres meses.
En la sexta edición, corregida y aumentada del libro-documento, “Navarra, de la esperanza al terror, 1936”, editado por Altafalla y AFAN, en su prólogo, José María Esparza dice:” el libro, el hijo y la flecha dejan de pertenecernos en el momento que lo soltamos al aire y a la vida”. Así pues, este increíble trabajo realizado por innumerables personas, entre ellos también el historiador tudelano, Emilio Majuelo Gil, se convierte y sigue siendo, a día de hoy, en la luz para seguir desvelando a las nuevas generaciones, lo que nadie cuenta, lo que sigue siendo tabú, de lo que no se puede hablar entre cuadrillas riberas, porque alguien siempre dice, dejar de hablar de política, y solo se puede hablar de “futbol, toros y mujeres”, como en el franquismo. Estamos hablando de tres mil navarros asesinados, y de ellos 700 eran riberos.
En la Ribera se asesinaron a 9 personas en Ablitas, en Arguedas 30, en Buñuel 50, en Cabanillas 14, en Cadreita 27, en Carcastillo 8, en Cascante 20, en Castejon 25, en Cintruenigo 20, en Corella 87, en Cortes 38, en Fitero 49, en Fustiñana 12, en Milagro 78, en Monteagudo 19, en Murchante 8, en Ribaforada 40, en Tudela 65, en Valtierra 40 y en Villafranca 40. Además 12 riberos fueron asesinados en Aragón, domiciliados en Navarra, 19 riberos se refugiaron en Francia, 20 riberos murieron en el Ejército de Euzkadi como voluntarios y uno de Ribaforada murió en un campo de concentración nazi en Francia. Seguramente existen nuevos datos y es posible que me deje de cuantificar más muertes, así que podéis corregirme.
El Golpe Militar Fascista se preparó en Navarra mucho antes de julio de 1936. Entre 1932 y 1933 los Carlistas organizaron una estructura paramilitar de Boinas Rojas y Requetés, dirigidas en la sombra por el Conde Rodezno y posteriormente por Fal Conde. El carlismo tradicional católico navarro estuvo financiado por Mussolini con 1.500.000 pesetas, 20.000 fusiles, 20.000 granadas de mano, 200 ametralladoras y la palabra de qué, cuando sucediera el Golpe Militar, se recibiría más ayuda, como así fue. A Italia se organizaron varias expediciones de grupos de jóvenes carlistas para instruirse en el manejo de las armas y en 1934 viajaron a Italia entre otros, Jaime Del Burgo, Pascasio Osácar, el párroco de Noain, y Emiliano Larrea. Los requetés utilizaron las sierras de Urbasa, Andia y los montes de Ezkabarte para sus entrenamientos paramilitares. La llegada del general Mola en marzo de 1936 a Navarra, acelerará la conspiración militar.
Mientras, en la Ribera, al igual que en el resto de Navarra con el triunfo del Frente Popular, los partidos y sindicatos de izquierdas impulsaban sus reivindicaciones organizando importantes movilizaciones de masas. Las exigencias de los jornaleros riberos se centraban en la recuperación de las tierras comunales y corralizas que desde la desamortización habían caído en manos de unos pocos terratenientes y reivindicaban la aplicación de la Reforma Agraria, ocupando fincas y tierras.
El golpe militar llego el 18 de julio y ese mismo día, dieron comienzo, pueblo a pueblo los asesinatos de más de 700 riberos, con esta primera parte inicio una serie de artículos en los que pueblo a pueblo relataré los hechos y acontecimientos sucedidos en nuestra Ribera, con los nombres de los asesinados y los nombres que se conocen a día de hoy de los asesinos.
(Segunda Parte)
ABLITAS, ARGUEDAS y BUÑUEL
“No hay aquí otro camino que llevar las cosas hasta el final, hasta el aplastamiento del adversario. Esta guerra tiene que terminar con el exterminio de los enemigos de España. El arte de la guerra yo lo definiría así: Es el medio de juntar veinte hombres contra uno y, a ser posible, matarlo por la espalda.” (General Mola).
ABLITAS
En muchos pueblos de Navarra, las elecciones de abril de 1931 fueron impugnadas por irregularidades cometidas por la derecha. En Ablitas, ocurrió esto también, y las elecciones se repitieron por tres veces, ganando la derecha. Gregorio Zueco fue elegido alcalde.
Durante años, siglos, Ablitas había sido controlado por el caciquismo. La UGT subió espectacularmente ante la posibilidad y esperanzas de la devolución y reparto de las tierras comunales. Los jornaleros abliteros reclamaban la devolución de 22.200 robadas de tierra comunal, la corraliza de Bonnamaisson propiedad del Conde Peñaranda y Montijo. Otras de las reivindicaciones importantes era el “derecho de espigueo” para poder entrar antes que el ganado, subidas salariales de los jornales, prohibición de trabajo a menores de 14 años, realización de las obras del depósito de agua y cementerio, y el inicio de los plenos municipales a las siete de la tarde y no a las diez de la mañana, cuando no podían ir los vecinos, ni los jornaleros.
En marzo de 1933 se realiza una manifestación reclamando las corralizas. En febrero de 1936 tras la pérdida de nuevo de la alcaldía en las elecciones, la izquierda salió a dar vivas a la Republica al ganar el Frente Popular en Navarra, y los falangistas ayudados por la Guardia Civil golpearon a todos los izquierdistas que se encontraban por la calle, entre los represores se encontraba el párroco Julio Segura, que llevaba una pistola.
Con la llegada del golpe militar en julio, las derechas se van al frente y los de izquierdas son llevados a trabajar como esclavos a las tierras de los amos y mientras hubo faena en el campo, no los fusilaron. Acabadas las labores en los campos, a finales de julio serán detenidos y fusilados Saturnino Escribano, secretario de Izquierda Republicana (I.R) y Pablo Antón del Partido Comunista (PC). Este joven comunista ablitero, llegó en una ocasión a disolver a un grupo de Falangistas que gritaban contra la Republica, y cuando fue detenido para fusilar se les escapo atado, y mientras lo perseguían le disparaban, se volvía a levantar, hasta que finalmente fue abatido.
Unos días más tarde fueron detenidos Gabino Escribano, 60 años; Higinio Arriazu, que había estado escapado en el monte; Bonifacio García, padre de cinco hijos y asesinado entre Ribaforada y Fontellas y Leonardo Enciso, 59 años y padre de cuatro hijos.
La Junta de Guerra estaba compuesta entre otros por Babil Martínez, Manuel Ruiz y especialmente quien ordenaba y mandaba las ejecuciones era Paulino Villafranca “El Curro”, jefe de la Falange local. En Ablitas no hubo cortes de pelo a mujeres.
ARGUEDAS
Las corralizas y tierras comunales estaban en manos del Conde de Aibar, la familia Garbayo, Miguel Zozaya y dos familias foráneas, los Miqueleiz y Marco, de los Valles de Salazar y Roncal. La vida social y religiosa estaba muy tensa desde los años 20 en Arguedas, la injusticia social era manifiesta y las reivindicaciones jornaleras eran continuas. Se impugnaron las elecciones del 12 de abril de 1931, gano la derecha, y el 25 de enero de 1932, el Ayuntamiento acordó votar a favor del Estatuto de Autonomía Vasco-Navarro de Estella.
A raíz del golpe del 18 de julio, se trajeron armas desde Tudela, se iniciaron los registros de casas, detenciones y tiros por el Pueblo y las familias forasteras expulsadas. Se iniciaron las torturas a mujeres haciéndoles beber aceite de ricino, cortes de pelo y el 22 de julio se produjo el primer asesinato, un guardia civil casado con una arguedana mató de un tiro al joven arguedano de 22 años, Joaquín Marton Arrosa, en el corral del Belcho. A partir de aquí serian asesinados Manuel Resa, Esteban Moncayola, Sebastián Bronte, Donato Bienzobas, José Pardo, Ricardo Rodríguez, Anacleto y Juan Delmás, José Manuel Val, Andrés Carra, Justino León, Vicente Alfaro, Eusebia Falces, Julián Marton, Benito Samanes, Julián Zubieta, Romana Zubiria, Miguel Zubiria y Víctor Les.
Se escaparon Luis Irisarri, Pedro Chueca, José Conde y Elías San Agustín. Los serenos Rufo Zubieta, Jiménez y Daniel León fueron destituidos por colaborar con los rojos y fueron sancionados los maestros Gerardo Ábrego, Alejandro Hernández, Alejandro Paris y Juan José Gárriz. Cuando asesinaron a José Manuel Val, le sacaron todos sus muebles a la calle y les prendieron fuego.
BUÑUEL
El nombre del Montecillo en Buñuel es sinónimo de caciquismo. Desde que fuera propiedad del Conde de Altamira hasta el año 1917 con Sentencia del Tribunal Supremo, en que los vecinos no consiguieron recuperar las 7.600 robadas que en su día obligó a vender el Estado. La llegada de familias foráneas en los años 20 buscando trabajo en el campo supuso un aumento demográfico, paro y el asociacionismo de los jornaleros.
Las elecciones de 1931 supusieron seis concejales de izquierdas frente a los cinco de la derecha, y Alfonso Marquina fue proclamado alcalde por aclamación popular. El cambio que supuso esta nueva mayoría de izquierdas se notó en la construcción de la nueva Casa Consistorial, obras del Canal de Lodosa, saneamiento, traída de aguas, petición de escuelas, subida salarial de jornales, ayuda social a familias necesitadas, subida de impuestos a los ricos, se paralizo la subida de los precios de los productos básicos, se repartieron bonos de carne y leche a familias con enfermos, el cementerio se hizo laico, se dejó de acudir a las procesiones y se votó a favor del Estatuto de Autonomía Vasco-Navarro y se llegó a emitir deuda pública para recabar fondos.
Se ocupó la finca del Montecillo y mientras dos concejales se desplazaban a Madrid con un informe del Secretario, para la devolución de las tierras al Pueblo, la Guardia Civil intento desalojar a los ocupas buñueleros y estos desarmaron al destacamento de la Benemérita. Esto traerá consecuencias. Después de una huelga se consiguió que los terratenientes cedieran parte de sus tierras para los más desposeídos. Otra huelga consiguió paralizar el intento de introducir los destajos en la azucarera.
En enero de 1936, jóvenes falangistas se han organizado y realizan prácticas militares a plena luz del día y se constata que están armados. El alcalde Alfonso Marquina será herido de bala en una pierna meses antes del golpe militar de julio. El 19 de julio de 1936, la Guardia Civil destituye al Ayuntamiento Republicano y a todos los funcionarios de izquierdas y al secretario le ordenan desalojar la casa que ocupaba en la Casa Consistorial.
El día 21 de julio, a las cinco de la tarde, llegará un convoy con falangistas de Zaragoza, morirá a tiros Pedro Osta, al saludar su hermano de 16 años a los falangistas con el puño cerrado y gritar: ”Salud Camaradas”. El día 23 de julio matan a tiros a Alfonso Marquina, alcalde, y al Secretario, al negarse a montar en un camión en la Casa Consistorial. La Escuadra Negra de Tudela hace su aparición acompañados de vecinos de derechas del Pueblo.
El día 25 de julio sacan de entre los detenidos a José Jiménez “Andia”, escribiente, lo mataran entre Cortes y Gallur; Fausto Lasheras “Quico”, teniente alcalde, muerto en Mallen; Julián Tristán, concejal, fusilado en la carretera y Gregorio Doiz, dirigente de UGT que será asesinado en Zaragoza. El 3 de agosto, un numeroso grupo de falangistas llegados de Tudela y con falangistas de Buñuel comienzan una razzia por todo el Pueblo, testigos aseguran que estaban borrachos, les acompañaba un cura y un seminarista para confesarlos.
Detienen a ocho vecinos y un noveno, Esteban Marcos, consigue escapar descalzo y sin boina. Al resto los llevan a la Cuesta de la Marga , entre Mallen y Gallur, fusilan de tal forma y en tal estado, que dejan a dos con vida, murieron Victoriano Marques, Retituto Lázaro, padre de cuatro hijos, Antonio Cabestre, Iñigo Rodero, Faustino Aguirre y Esteban Tristán, hijo del concejal fusilado. Gregorio Mazas, se salvó porque no le dieron el tiro de gracia, será de nuevo detenido cuando volvía a Buñuel, y será rematado en Cortes, tirando su cuerpo en la tapia del cementerio.
Lo mismo le ocurrirá a Pedro Lasheras, “blanqueador”, volvió con siete disparos a casa, su mujer lo cuido, se enteraron que estaba en casa, fueron a buscarlo, el practicante les dijo: “Si lo vais a matar, yo mismo le pongo una inyección y no hace falta que os lo llevéis”. Se lo llevaron a Tudela diciendo que lo llevaban al Hospital, pero nunca llego, fue de nuevo fusilado y tirado junto a la tapia del cementerio de Tudela. A Jesús Villafranca, el herrador, lo mataron en el puente del canal en cuanto se toparon con él.
Al cartero Juan José Conget, se le despidió de cartero, sus hijas habían abandonado Buñuel antes que él, tras recoger los muebles y cuando se disponía a irse del Pueblo, lo cogieron a las 10 de la noche y un Guardia Civil del puesto de Cortes lo ató a un coche, y lo llevo arrastrando hasta Novillas nueve kilómetros, allí medio muerto, destrozado, lo echaron a en un bardal y murió enseguida. El 18 de agosto asesinaron en Gallur a los buñueleros, Máximo Borobia, padre de cuatro hijos, Víctor Doiz “Brujas”, Jesús Litago, jornalero y padre de seis hijos, Pedro Monreal, Román Pinzoles y Santiago Blasco.
El 26 de agosto, intentaron asesinar a 30 buñueleros, cuatro conseguirán escapar, el resto 26 fueron asesinados entre la tarde y la noche, en diferentes lugares. Mariano Morales , padre de ocho hijos, encontrado con el cráneo roto, Alejandro Pascual, José Martínez Gascón, Gregorio Armingol, Julián Fernández, Félix Izquierdo, Esteban Ruberte, Pablo García, Sotero García y su hijo Manuel, Avelino Arriazu, Jesús Minchinela, Valentín Serrano, Martina Martínez , de 63 años , que la tiraron del camión y la remataron allí mismo, Antonio Sáez, Pablo “El Gaitero”, Cesáreo Vicente, Santiago Fernández “murchantino”, Martin Fernández, Jesús Lasheras, Cesar Monquilla “Chire”, Laureano Otamendi “Vasco” y a Cayo Morales, lo ataron a un árbol y lo mataron a cuchilladas. Lucio Sánchez, Guillermo Monquillan y Pablo Marcos “medioelchinche” también serán asesinados.
El Comandante del Puesto de la Guardia Civil, Rufino “El cometa”, jugo un papel determinante en la represión de Buñuel junto con los falangistas. Todos estos datos y muchos más los podéis encontrar en documentos oficiales y en el libro-documento “Navarra de la esperanza al terror, 1936”, con testimonios contrastados.