El filósofo coreano avisa que con la pandemia ‘nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica’ permanente contra los ciudadanos
Supervivencia, sacrificio del placer y pérdida de sentido sobre qué es la buena vida. Así es el mundo que el filósofo coreano Byung-Chul Han cree que tendremos después de la pandemia: ‘Sobrevivir será un objetivo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente’, dice.
Nacido en Seúl en 1959, ha estudiado filosofía, literatura y teología en Alemania, donde reside, y es una de las mentes más innovadoras en la crítica de la sociedad actual. Este pensador, global y viral en el fondo y en la forma, manifiesta preocupación por que el coronavirus imponga regímenes de vigilancia y cuarentenas biopolíticas, una gran pérdida de libertad, o una falta de humanidad generada por la histeria y el miedo colectivos. Byung-Chul Han está convencido de que la pandemia ‘hará que el poder mundial se desplace hacia Asia’ y así comenzará una nueva era. ‘La sociedad de la transparencia’ (Barcelona, Herder Editorial, 2015) es hasta ahora su único libro traducido al catalán.
– ¿Covid-19 ha democratizado la vulnerabilidad humana? ¿Somos ahora más frágiles?
– La pandemia muestra que la vulnerabilidad o la mortalidad humanas no son democráticas, sino que dependen del nivel social. La muerte no es democrática. Covid-19 no ha cambiado nada en este terreno. La muerte no ha sido nunca democrática. La pandemia, particularmente, pone de relieve los problemas sociales, los fallos y las diferencias de cada sociedad. Considere, por ejemplo, en los Estados Unidos. Debido a Covid-19 se mueren sobre todo afroamericanos. La situación es similar en Francia. A consecuencia del confinamiento, los trenes que conectan París con los suburbios llenos. Con Covid-19 enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Porque tienen que trabajar. El teletrabajo no se lo pueden permitir los curadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras ni quienes recogen la basura. Los ricos, sin embargo, se han ido a la segunda residencia.
– Pero hay un componente sanitario.
– La pandemia no es un problema médico y basta, sino también social. Si no han muerto tantas personas en Alemania es porque no hay problemas sociales tan graves como en otros países europeos y en Estados Unidos. Aparte de que el sistema sanitario es mucho mejor en Alemania que en Estados Unidos, Francia, Inglaterra o Italia. Con todo, en Alemania, Covid-19 también resalta las diferencias sociales. También se mueren antes los socialmente débiles. En los autobuses y metros abarrotados, viajan los que tienen menos recursos, que no pueden permitirse un vehículo propio. Covid-19 muestra que vivimos en una sociedad de dos clases.
– ¿Caeremos ahora más fácilmente en manos de autoritarismos y populismos?, ¿somos más manipulables?
– El segundo problema de esta pandemia es que Covid-19 no sustenta la democracia. Como es bien sabido, del miedo se alimentan los autócratas. En la crisis, la gente vuelve a buscar líderes. El húngaro Viktor Orbán se beneficia enormemente de esto, declara el estado de emergencia y lo convierte en una situación normal. Es el fin de la democracia.
– Libertad contra seguridad. ¿Qué precio pagaremos del control de la pandemia?
– Con la pandemia nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No únicamente nuestras comunicaciones, sino incluso nuestro cuerpo, nuestro estado de salud se convierten en objetos de vigilancia digital. Según Naomi Klein, el choque es un momento favorable para la instalación de un nuevo sistema de reglas. El choque pandémico hará que la biopolítica digital se consolide en todo el mundo, que con su control y su sistema de vigilancia se apodere de nuestro cuerpo, dará lugar a una sociedad disciplinaria biopolítica en la que también se monitorizará constantemente nuestro estado de salud. Occidente se encontrará obligado pues a abandonar sus principios liberales; y luego está la amenaza de una sociedad en cuarentena biopolítica en Occidente en la que nuestra libertad se encontraría limitada permanentemente.
– ¿Qué consecuencias tendrán el miedo y la incertidumbre en la vida de las personas?
– El virus es un espejo, muestra en qué sociedad vivimos. Y vivimos en una sociedad de supervivencia que en última instancia se sustenta en el miedo a la muerte. Ahora sobrevivir se convertirá en un objetivo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. Todas las fuerzas vitales se emplearán en alargar la vida. Y en una sociedad de la supervivencia se pierde todo sentido de la buena vida. El placer también se sacrificará al propósito más elevado de la propia salud.
– ¿Qué quiere decir?
– El rigor de la prohibición de fumar es un ejemplo de la histeria de la supervivencia. Cuanto más la vida sea una supervivencia, más miedo se tendrá de la muerte. La pandemia vuelve a hacer visible la muerte, que habíamos suprimido y subcontratado con cuidado. La presencia de la muerte en los medios de comunicación pone nerviosa a la gente. La histeria de la supervivencia hace que la sociedad sea tan inhumana. Y en nuestra histeria por la supervivencia olvidamos completamente qué es la buena vida. Para sobrevivir, sacrificamos voluntariamente todo lo que hace que valga la pena vivir: la sociabilidad, el sentimiento de comunidad y la proximidad. Con la pandemia, además, se acepta sin cuestionarse la limitación de los derechos fundamentales, ¡incluso se prohíben los servicios religiosos!
– ¿Afectará la religión, también?
– Los sacerdotes también mantienen la distancia de seguridad y usan mascarillas protectoras. Sacrifican la creencia a la supervivencia. La caridad se manifiesta mediante la distancia. La virología desempodera la teología. Todos escuchan a los virólogos, que tienen soberanía absoluta de interpretación. El discurso de la resurrección da paso a la ideología de la salud y de supervivencia. Ante el virus, la creencia se convierte en una farsa. ¿Y nuestro papa? San Francisco abrazó a los leprosos, ¿no? ¿Qué hace él, ahora?
– Pero el virus es real.
– El pánico por el virus es exagerado. La edad media de los que mueren en Alemania por Covid-19 es de ochenta u ochenta y un años y la esperanza media de vida es de ochenta años y medio. Nuestra reacción de pánico por el virus demuestra que algo va mal en nuestra sociedad.
– Piensa que en la era postcoronavirus, ¿nuestra sociedad será más respetuosa con la naturaleza?, ¿más justa? ¿O nos hará más egoístas e individualistas?
– Hay un cuento, Simbad el Marino. En un viaje, Simbad y su compañero llegan a una pequeña isla que parece un jardín paradisíaco, hacen un festín y disfrutan caminando. Encienden un fuego y hacen una celebración. Y de repente la isla se tambalea, los árboles caen. La isla era en realidad el lomo de un pez gigante que había estado inmóvil durante tanto tiempo que se había acumulado arena encima y habían crecido árboles. El calor del fuego en su lomo hace salir de su sueño al pez gigante. Se sumerge en las profundidades y Simbad es lanzado al mar. Este cuento es una parábola, enseña que el hombre tiene una ceguera fundamental, ni siquiera es capaz de reconocer sobre qué está de pie…
– ¿Y entonces?
– En vista de su impulso destructivo, el escritor alemán Arthur Schnitzler compara la Humanidad con una enfermedad. Nos comportamos con la Tierra como bacterias o virus que se multiplican sin piedad y finalmente destruyen el propio huésped. Crecimiento y destrucción se unen. Schnitzler cree que los humanos son sólo capaces de reconocer rangos inferiores. Ante rangos superiores, la humanidad es tan ciega como las bacterias. La historia de la Humanidad es una lucha eterna contra lo divino, que resulta destruido necesariamente por lo humano. La pandemia es el resultado de la crueldad humana. Intervenimos sin piedad en el ecosistema sensible. El paleontólogo Andrew Knoll nos enseña que el hombre es sólo la guinda del pastel de la evolución. El pastel real está formado por bacterias y virus, que siempre le amenazan con romper esta superficie frágil y le amenazan, pues, reconquistarlo.
– La metáfora de Simbad…
– Simbad el Marino es la metáfora de la ignorancia humana. El hombre cree que está fuera de peligro y, de repente, en poco tiempo, sucumbe al abismo por acción de las fuerzas elementales. La violencia que practica contra la naturaleza, la naturaleza se la devuelve con más fuerza. Esta es la dialéctica del antropoceno. En esta era, el hombre está más amenazado que nunca.
– ¿Covid-19 es una herida a la globalización?
– El principio de la globalización es maximizar las ganancias. Por ello la producción de dispositivos médicos tales como mascarillas protectoras o medicamentos se ha trasladado a Asia, lo que ha costado muchas vidas en Europa y en Estados Unidos. El capital es enemigo del ser humano, no podemos dejarlo todo al capital. Ya no producimos para las personas, sino para el capital.
– ¿Y la libertad?
– También la libertad individual, que hoy adquiere una importancia excesiva, no es nada más en último término que un exceso del mismo capital. Nos explotamos nosotros mismos en la creencia de que así nos realizamos, pero en realidad somos unos siervos. Kafka ya apuntó la lógica de la autoexplotación: el animal arranca el látigo al señor y se castiga a sí mismo para convertirse en el dueño. En esta situación tan absurda se encuentran los hombres en el régimen neoliberal. El ser humano ha de recuperar su libertad.
– El coronavirus, ¿cambiará el orden mundial? ¿Quién ganará la batalla por el control y la hegemonía del poder global?
– Covid-19 probablemente no es ningún buen presagio para Europa ni para los Estados Unidos. El virus es una prueba para el sistema. Los países asiáticos, que creen poco en el liberalismo, han asumido con bastante rapidez el control de la pandemia, especialmente en el aspecto de la vigilancia digital y biopolítica, inimaginables para Occidente. Y Europa y Estados Unidos tropiezan. A raíz de la pandemia pierden temple. Zizek ha dicho que el virus derribará el régimen de China pero va equivocado. El virus no detendrá el avance de China. China venderá su Estado de vigilancia autocrática como modelo de éxito contra la epidemia. Exhibirá por todo el mundo aún con más orgullo la superioridad de su sistema. Covid-19 hará que el poder mundial se desplace un poco más hacia Asia. Y, visto así, podemos decir que el virus marcará un cambio de era.
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