Les ofrecemos la transcripción íntegra del ‘Debate desde el confinamiento’, en el que el president Puigdemont ha respondido las preguntas de los suscriptores de VilaWeb
El president Carles Puigdemont ha sido el protagonista del ‘Debate desde el confinamiento’ de esta semana. Los suscriptores de VilaWeb han enviado más de quinientas preguntas por Twitter, por WhatsApp y por correo electrónico, que Vicent Partal ha intentado resumir, tocando los puntos principales. Todas las preguntas han sido enviadas al president Puigdemont más tarde para que pueda oír la voz de todos los suscriptores que habían querido participar. Al debate, en el que ha habido un problema técnico de sonido en algunos momentos por el que pedimos disculpas, ha participado también desde Perpinyà el escritor Joan-Lluís Lluís. Esta es la transcripción del debate y, al final, el vídeo entero.
– Buenas tardes, estamos en los ‘Debates desde el confinamiento’. Muchas gracias, president Puigdemont, por haber aceptado este debate.
– ¡Gracias a vosotros y por muchos años!
– Cuando éramos jóvenes ambos y coincidíamos en el ‘Punt’, habíamos hablado mucho de las posibilidades de estos medios nuevos. La verdad es que da un poco de vértigo ver de qué son capaces ahora mismo.
– Si algo nos han enseñado estos años es que no hay que tener miedo de la potencialidad transformadora de estos cambios, que tuvimos la suerte de vivir y que VilaWeb aprovechó casi desde el primer momento,
– President, hay muchas preguntas, pero bueno, Quico Bertrà hace la más corta y me gustaría empezar por esta: y ahora, ¿qué hacemos, president?
– ¿Y ahora qué? Nunca tan pocas palabras invitan a una respuesta tan larga e intensa. En estos meses de confinamiento no hay nada que se haya pausado, pero sí que nos han permitido un rellano para aprovechar y mirar con perspectiva. Lo que los clásicos llamaban una meditación ignaciana: preguntarnos quiénes somos, reconocernos en lo que somos o lo que queremos ser, de dónde venimos… Claramente venimos del 1-O, de muy lejos, pero sobre todo de la 1-O. Y también, ¿hacia dónde queremos ir? En estas tres preguntas hay tres respuestas que no han cambiado. Somos personas que queremos la independencia de Cataluña, en suma; venimos del gran ensayo y gran intento de apertura de una brecha en la pared española que fue el 1-O, es decir, venimos de una conquista concreta y vamos hacia la materialización de una república que no se ha materializado pero que es el camino que queremos recorrer. Esto no ha cambiado. Y eso no lo cambiará tampoco ni la crisis del coronavirus ni las circunstancias coyunturales de la política catalana, tanto la interna como la que debe actuar en Madrid o en Europa.
Es cierto, sin embargo, que la acción política debe intentar ser coherente en estas respuestas. Pero si de algo ha de servir este paro obligada, como he dicho antes, es para coger perspectiva. Hay mucha desorientación y desconcierto, esto no es nuevo, pero sí es cierto que estamos en un hito en lo que debe ser el país. Y una gran parte de las respuestas las tenemos que trabajar en estas circunstancias, en este nuevo paradigma que el virus nos ha plantado delante de las narices con una contundencia que no esperábamos. Y lo hacemos sobre todo movidos por los efectos que la cuarta revolución industrial tiene sobre la política, sobre las ideologías, sobre la gobernanza democrática, la función de las instituciones y el papel de los ciudadanos. Este nuevo paradigma nos hace plantear qué modelo de sociedad podemos construir, desde la enseñanza a la salud. Hay una serie de cosas que nos interpelan sobre qué sociedad queremos construir, y por eso queremos una república. Dicho esto, es evidente que en el ejercicio de la política hay que dar respuestas a preguntas como la de ahora, ¿qué hacemos?
Desde mi punto de vista, no hay sorpresa alguna en lo que pasa ahora. ¿Y ahora qué? es una pregunta que nos hacemos hace tiempo con el conjunto de actores independentistas con los que me he podido encontrar. No importa cuál es la estrategia general que sigamos, lo que está claro es que al final, sea a través de una acción u otra, siempre hay una pared. El Estado español siempre tiene preparada una pared para nosotros. Y lo que aprendimos en octubre del 2017, lo que acumulamos de los errores y debilidades nuestras y de nuestro adversario, lo tenemos que poner en un lugar común y de aquí debe salir una estrategia compartida para hacer frente al ‘y ahora qué’ de cuando volvamos a tener una pared delante. Esta es una reflexión que el independentismo en general se hace y es consciente de que es así. Los supuestos atajos que existían ya hace tiempo que no están. El atajo de un diálogo de buena fe en el que el Estado español de manera generosa se sentará a discutir con la parte catalana del ejercicio del derecho de autodeterminación, simplemente porque ha habido un cambio de mayorías políticas en España o porque nos hemos hecho los simpáticos, esto es una fantasía, es un pensamiento mágico que no funcionará. Sabemos que de una manera u otra tendremos que gestionar una confrontación democrática con el Estado y que nos tendremos que preparar con el conocimiento adquirido durante estos últimos dos años y medio.
– Me gustaría matizar esta pregunta con otra de Pilar Soler, que quiere saber si a veces escucha que la gente no es consciente de las dificultades que ha pasado estos años y si tiene la sensación de que la gente le pide demasiado.
– Estos años han sido difíciles desde un punto de vista personal. El problema que he tenido yo es que tengo que intentar que no parezca que son difíciles porque me ha tocado representar una institución y una legitimidad en el exilio. Quiero recordar que el Estado español decidió unilateralmente que yo había dejado de ser presidente de la Generalitat, que mi gobierno había dejado de ser un gobierno y que el parlamento había dejado de ser un parlamento. Y nosotros dijimos que esto no lo aceptábamos y que lo contestábamos. Y podemos defender que todos los meses hasta que llegó el nombramiento por parte del parlamento del nuevo president nosotros hemos mantenido la defensa, la continuidad y la legitimidad de la institución. Y para conseguir eso yo tenía que hacer grandes esfuerzos para que no se notara toda la persecución judicial, policial, política, mediática de la que he sido y soy víctima. Porque hay un interés superior a la comprensible melancolía personal. Está el objetivo de preservar una institución. Esto ha hecho desgraciadamente que algunos de nosotros desapareciéramos del radar de las víctimas de la represión. Nadie recuerda que somos personas que estamos perseguidas de una manera muy abnegada por todos los aparatos del Estado. […] Y, sin embargo se nos exige que hagamos política como si estuviéramos en Cataluña. Ahora soy eurodiputado, pero cada desplazamiento realizado durante estos dos años y medio ha sido un riesgo. Y uno de estos supuso mi detención y encarcelamiento. No he dejado de viajar, y con los recursos que he tenido y con toda la oposición creciente del gobierno español y a veces también dentro de Cataluña. He hecho todo lo que he podido hacer para mantener la dignidad y la legitimidad de la institución. Estamos aquí para denunciar una persecución feroz y para mantener este hilo rojo que nos conecta con el 1-O en este ‘¿hacia dónde vamos?’ que decía al inicio de la respuesta.
– Hay una serie de preguntas sobre Covid-19. Montserrat Vilarnau dice si toda esta situación de muertos no es una razón aún más explícita para hacer la independencia y si no es de alguna manera una causa justa para alegar.
– Cuando hablamos de las razones para la independencia decimos que la queremos hacer porque efectivamente somos una nación y porque tenemos derecho y sobre todo porque queremos una república moderna y democrática en la que la prioridad sean las personas y la construcción de la república se haga de abajo hacia arriba. Y esto afecta temas tan sensibles como la salud y la enseñanza o la vivienda. Está claro que una Cataluña independiente habría tenido unas herramientas mucho más poderosas que una región autónoma. No es una opinión, es un hecho. Y añadiría: miremos qué gestión han hecho muchos países pequeños y medianos, y qué resultados han obtenido. Con unas herramientas y unos recursos en nuestras manos que no tenemos habríamos tenido muchas más oportunidades de hacer frente a un desafío como la crisis del coronavirus.
– Xavier Gómez expresa su desencanto con la falta de valores y honestidad, especialmente del gobierno español y en general también de la política en una situación tan dura como la que vivimos.
– Sobre la falta de valores, me preocupa que haya gobiernos, no sólo en el Estado español, que han aprovechado la excusa del momento, de la crisis del coronavirus, para decir a la gente que si quiere que le garanticen la seguridad y la salud debe dar una parte de sus derechos, de su privacidad y su identidad. Es muy fuerte esto que pasa en Europa, la regresión en términos de derechos fundamentales, que con la excusa del combate contra el virus cometen muchos gobiernos.
– Joan Arumí pregunta si ve alguna posibilidad de un golpe de estado, si está alarmado por este crecimiento del fascismo que se ve en Madrid con las movilizaciones y la complicidad de algunos aparatos del Estado.
– El temor de un golpe de estado en España… ¿para hacer qué? Porque yo diría que el golpe de estado ya triunfó en octubre de 2017. Fue un señor, que es el heredero del franquismo, el rey de España, que además pertenece a una monarquía corrupta y sin prestigio en Europa, quien se puso al frente de un golpe de estado. Un golpe de estado avalado por el poder judicial que tuvo la complicidad total de una gran parte de la clase política española, económica y mediática. De alguna manera sería redundar en algunos de los propósitos que podrían tener los que pretendieran dar un golpe de estado. ¿Qué harían? ¿Recentralización? ¿Anularían las autonomías? ¿Amenazarían con detener o detendrían dirigentes políticos? ¿Pondrían límites a la libertad de expresión? Estas cosas ya las vamos teniendo ahora.
– Hay gente que expresa la decepción por su silencio durante esta crisis. Jaume Grau dice que ha estado lejos durante la pandemia, Luis Martínez Gárate dice que ha habido una ausencia de crítica suya durante el estado de alarma… ¿Qué responde?
– He estado confinado y ya tenía encima de mi un confinamiento. Las dificultades que ya tenía se multiplicaron. Pero sobre todo pensé y lo comenté con el president Torra que en aquel momento gravísimo nosotros teníamos que estar detrás de él, porque tenemos una responsabilidad enorme con unos recursos escasísimos para poder asumir una crisis como ésta. Por eso con otra gente que está en el exilio nos pusimos al servicio cada día del equipo del president Torra para ver cómo podíamos enderezar la situación y ayudarle en su liderazgo. Porque el país en estos momentos miraba su president, sobre todo en un momento en que el gobierno español y la autoridad única competente generaba mucho desconcierto y caos. Y me pareció -y me parece que no me he equivocado- que introducir elementos de distorsión o que podían ser utilizados fácilmente, que es lo que me pasa siempre a mí y esta entrevista ya servirá también para eso, para introducir un ruido que no habría venido nada bien a la prioridad que teníamos todos como país, que era hacer frente al virus. No ha sido un silencio, yo he trabajado mucho cada día con el equipo del govern y con las instituciones de Cataluña, con una serie de alcaldes con que nos hemos reunido todos los días, para ver cómo podíamos ayudar. Hice un mensaje institucional y alguna intervención más pero creía y creo que mi papel en este momento era estar al lado del president Torra permanentemente.
– Hace poco dijo en un medio vasco que suspender la declaración de independencia el 10 de octubre había sido un error. Ya lo había dicho alguna vez antes, pero por alguna razón ahora ha llamado la atención y hay muchas preguntas en esta línea. Maria Soler y Anna Pola piden si todo esto lo explicará en el libro, y me gustaría que confirmase cuándo aparecerá el libro… ¿Hay fecha?
– Sí, saldrá a finales de agosto o principios de septiembre si todo va bien. Tiene dos volúmenes, y el segundo saldrá más tarde. Es un libro en el que hablaré tanto de lo previo al 10 de octubre como de después. No se puede entender el 27 sin lo que pasó el 10. Y tal vez sea casualidad que una parte de la prensa y la política española y alguna parte de la política catalana no hayan tenido demasiado interés en hablar del día 10. Yo tengo en ello mucho interés. Quiero recordar otra cosa sobre el libro; una de las características especiales que tiene es la metodología como fue hecho. No es un libro hecho a posteriori, consecuencia de que yo me haya sentado en el despacho y empezado a recuperar notas y recuerdos y escribirlo. Es un libro hecho en tiempo real, que se fue construyendo a medida que iba ejerciendo la presidencia de la Generalitat, prácticamente desde el primer día. Había un periodista, Xevi Xirgo [director de El Punt-Avui], con el que periódicamente, cada una, dos o tres semanas, nos reuníamos en privado, comíamos, cenábamos y grababa la conversación, para poder tener las notas orales, el dietario oral durante la presidencia de la Generalitat en unos momentos que debían ser muy trascendentales. Digo esto porque cuando alguien lo lea quizás dirá: ‘Vaya, esto no fue exactamente así sino que fue de otro modo…’ Y creo que es el valor que tiene, es que está hecho en tiempo real. Las grabaciones existen, debidamente custodiadas.
– Sobre el 10 de octubre hay muchos suscriptores que piden aclaraciones. Sobre las presiones exteriores, Patricia Penya pregunta si Donald Tusk fue el causante de esto… Jaume Jordi Oliveres y Josep Alàs preguntan por qué no se dicen los nombres de quien presionó. Montserrat Canela pregunta qué lección extrajo de teodo aquello. Los hay que preguntan si esta decisión la tomó solo, porque en el govern había gente muy diversa. Y hay críticas, como la de Josep Martí Gurguí, que dice que aquello fue un error pero que cada día es más error. Joan Aguilera pregunta por qué se dijo que sería tan fácil pasar de la ley a la ley. Y Montse Xavi dice que si ya ha reconocido este error por qué no dimite y facilita con ello un relevo de liderazgo.
– Yo no hablé directamente con Donald Tusk. Yo me sentí interpelado por un mensaje público que él me dirigió pero que formaba parte de una cadena de peticiones que recibíamos varias personas del gobierno también desde la esfera diplomática, económica y mediática. Pero el mensaje de Tusk no habría tenido efecto si en el otro lado no hubiera habido una correspondencia que me parecía veraz y fiable porque no era sólo de una fuente sino de tres de que había una voluntad clara de iniciar un proceso de negociación o de diálogo con Cataluña que pudiera conllevar una negociación. Es decir, que se partía del reconocimiento de que con el 1-O habían cambiado cosas, que había habido un antes y un después, una clara manifestación del pueblo de Cataluña y que aquel camino sólo lo podíamos transitar si había una voluntad de negociar sobre lo que nosotros habíamos expresado. Había respuesta en este sentido, y me pareció -y fue una decisión que consulté con el govern y hubo opiniones mayoritarias en este sentido, aunque no fue unánimemente que se entendía que nuestro deber era que si había una ventana de oportunidad al diálogo y una petición de los poderes europeos -y nosotros queremos ser una nación independiente dentro de la UE-, lo más responsable era actuar con la responsabilidad que el momento nos pedía. Porque ya habría tiempo para ver si habría sido un error, pero había que dejar para la historia cuál era el comportamiento de cada uno en estos hechos. Nunca nos podrán reprochar que no estuviéramos dispuestos a negociar para evitar la confrontación con el Estado. Ahora ya hemos superado la fase de intentar el diálogo y la buena fe con el Estado español. Ya no nos fiaremos nunca más. Ya cuesta que cumplan los compromisos que tienen por escrito, ¿cómo quieren que nos fiemos tras la experiencia del 10 de octubre? Los futuros Donald Tusk que nos pidan diálogo cuando haya un momento de confrontación abrupta les diremos que por aquí ya pasamos y que con quien tienen que hablar es con el Estado español, que nosotros seguiremos adelante. Algo que el conjunto del independentismo debería aprender es que no nos podemos engañar, no hay voluntad ni posibilidad de un pacto a las buenas del Estado español con Cataluña para negociar el ejercicio del derecho de autodeterminación. Y el día 10 esto quedó demostrado.
– Jaume Bentanachs pregunta si estos europeos que presionaron han aprendido la lección. De la gente que intentó de negociar, ¿le llega el reconocimiento de que realmente han tomado nota de la actitud española?
– En privado, entre muchos de los políticos que he conocido y con quienes he hablado casi es unánime la idea de que los catalanes tenemos que votar y que España se ha equivocado. Y hablo de derecha e izquierda. Desde este punto de vista, creo que la carpeta catalana es diferente de la que había antes del 1-O. En público no han cambiado el discurso. En todo caso, han cambiado los actores. Hay gente nueva en la Comisión, en las instituciones europeas, las preocupaciones ahora también son otras… y en el Estado español, como hay un gobierno de izquierdas que propugna el diálogo, algunos piensan que es un tema no resuelto, pero que ya se resolverá porque ahora sí hay un gobierno que escucha. Pero en el fondo no es difícil que un político informado entienda y acepte que esto debe resolverse votando y que lo que ha hecho el Estado español es una salvajada.
[En este momento se incorpora a la conversación Joan-Lluís Lluís, desde Perpinyà]
– Incorporamos ahora a Joan-Lluís Lluís para hablar los tres sobre el acto de Perpinyà del Consejo de la República. ¿Cómo vivió la sociedad nor-catalana este acto Joan-Lluís?
– Joan-Lluís Lluís: La sociedad catalana no es uniforme, es plural y se divide en opiniones plurales e incluso opuestas. Sí que hubo como un poso general de una gran aceptación del acto, lo que no era muy evidente antes, porque un acto de estas dimensiones en Perpinyà nadie lo había visto nunca. Esto todo el mundo debe recordar: la manifestación quizá mayor, porque no se sabe, que precede a la del 29 de febrero es la del año 1907 con una revuelta de viñadores. Por lo tanto, era algo completamente inédito en Perpinyà y esto podía desembocar en problemas graves o grandes de todo tipo, pero estos problemas no se produjeron y eso, en sí, ya era una victoria. Es un poco como con la Vía Catalana de 2013, en la que el éxito logístico sería un éxito político y el éxito logístico lo tuvimos, con la excepción evidentemente de los autocares y los coches que no pudieron llegar, que esto nos sabe mal en un grado infinito pero era casi imposible acomodar tanta gente, en Perpinyà. Y este éxito nos fue reconocido después, de manera oficiosa evidentemente, por la prefectura, por el Estado francés, que nos felicitaron, oficiosamente repito. Un alto oficial de la policía francesa dijo que habían estado todos absolutamente maravillados y admirados de cómo había ido todo. Pero nosotros ya lo sabíamos que sería así, el aspecto pacífico, festivo, disciplinado, familiar, agradable. Y este mismo oficial dijo a una persona de la Delegación [del Consejo de la República] e intento citarlo tal como me llegó, poniendo las comillas y todo, ‘es que esta gente que vino parecía que no fueran españoles’. No sé exactamente qué quería decir, con eso, pero lo dijo de esta manera y creo que es una anécdota pero tiene un punto bueno porque muestra que la percepción sobre qué es Cataluña, sobre qué son los catalanes y sobre el independentismo catalán puede haber cambiado.
– Hay preguntas de muchos suscriptores sobre el acto del Consejo por la República en Perpiny; hemos èscuchado también la opinión de Joan-Lluís Lluís. ¿Qué valor le da usted, president? La cifra superó con creces la que los organizadores pensaban…
– Le doy un valor histórico muy grande. Fue un acto de reencuentro y reconocimiento al trabajo que durante muchas décadas ha ido haciendo un grupo de gente en Cataluña Norte. Sin este trabajo, muy a menudo ignorada y a veces menospreciada y silenciada, no habría sido posible este gran acto de Perpinyà. Es así y siento que alguien piense que esto ya se da por supuesto. Necesitamos mantener los vínculos con Cataluña Norte, retroalimentarnos. No puede ser un acto que sale bien un día y ya no volvemos más. Debemos restablecer unos lazos porque son muy útiles para el futuro. De entrada sirvió para eso, fue un combustible muy útil en los dos lados. En segundo lugar, sirvió también para que la gente escéptica en el Estado francés, viera que pasaba algo que quizás no encajaba en el marco que tenían antes sobre la cuestión catalana. No quiere decir que necesariamente lo vean bien. Digo sencillamente que lo que quizás les habían contado lo han puesto en cuestión o en crisis. Quizás este es un fenómeno al que no hemos prestado mucha atención o que nos hemos creído demasiado la propaganda, pero es que esto no es habitual, una demostración de fuerza como ésta no es nada habitual. En tercer lugar, quisiera destacar el papel de las instituciones nor-catalanas, todas estuvieron a la altura y quedará para la historia el trato dispensado, desde el ayuntamiento o el departamento hacia unas autoridades que veníamos del exilio. Esto nos debe reconfortar mucho como catalanes. Hay mucho trabajo por hacer. Desde este punto de vista poder volver a casa, poder hacerlo acompañados de tanta gente, en el puente del reencuentro con el vínculo con Cataluña Norte y con una actitud institucional, desde el ayuntamiento a la USAP (https://fr.usap.fr/), de tanto nivel, significa muchas cosas y emite un mensaje muy poderoso y también de confianza en nuestra gente. A pesar de las divisiones y los motivos para estar decepcionados y enfadados, la gente está y tiene ganas de continuar. Aquella demostración de fuerza fue una de las grandes metas que hemos conseguido en estos últimos años.
– Agradecemos mucho a Joan-Lluís Lluís haber aportado la visión desde Perpinyà. Si le parece, ahora continuaremos haciendo preguntas al president Puigdemont más centradas en la situación en el sur.
– ¡Por supuesto!
– Continuamos, pues. Dolors Soler pregunta cuál es la mejor solución para dejar atrás la rémora de CiU y el autonomismo. Hay varios suscriptores que preguntan por qué todavía está en el PDECat. Miquel Moll, por ejemplo: ¿qué pasa con la Crida? Joan Ortí dice que desde fuera da la sensación de que el independentismo y particularmente su espacio está muy desconcertado. ¿Hay que crear un fuego nuevo? Jaume Sans, Joan Mollà, Oriol Roig aportan más visiones sobre este tema. ¿Encabecaría un espacio nuevo de independientes? ¿Cuál es su plan de futuro?
– Uno. Es evidente que todo este espacio, desde el PDECat hasta la Crida y grupos de independentistas, necesita una articulación. Hace falta un gran consenso transversal. Dos, muchos pensamos que en este espacio no sobra nadie, más bien falta gente. Tres, es un hecho que por la propia vocación de este espacio es un espacio complejo, muy transversal y heterogéneo. Por lo tanto, todo lo bueno de no pertenecer a un espacio ortodoxo, organizado de manera vertical, con las estructuras clásicas de organización política, tiene de malo que representa una enorme complejidad. Creo sinceramente que la política que viene será así. Los proyectos que hoy pueden aparecer como sólidos y verticales y funcionan como una especie de ejército en el que el capitán general dice algo y el último soldado lo cumple, son un modelo obsoleto. Creo que en el futuro en que apelaremos a nuestros ciudadanos a hacer una república en la que se deberá tener un papel muy activo de debate y decisión permanentes, las organizaciones políticas deberían adaptarse a esto, que significa nuevas formas de gestionar esta gran heterogeneidad y diversidad. Esto es muy complejo, sin embargo, también es cierto, creo que no hay otra manera de hacerlo. Si hubiéramos querido hacer un partido clásico, con su presidente, secretario general y Politburó, ya estaría hecho haría tiempo, pero no habría tenido la posibilidad de ligar este amplio espectro del mundo independentista. ¿Qué me preocupa a mí? Una rémora sería quien tiene capacidad de arrastrarnos hacia abajo, pero no es el PDECat quien ha frenado la política de firmeza frente al gobierno español. No ha sido el PDECat quien ha investido a Pedro Sánchez. No es una rémora en este sentido. Quien se ha mantenido firme de una manera clara ante un intento de abusar del estado de alarma ha sido el PDECat, que se ha plantado. No ha sido un obstáculo para mantener esta posición. Es verdad que hay una tradición de CiU, pero no existe CiU. Ni Unió ni Convergència, y sus políticas hoy no las representa JxCat en Madrid. Creo que esto es bastante claro. Ahora, los dos meses de confinamiento nos han alterado un calendario que teníamos más o menos trabajado para ofrecer ya un itinerario claro para la articulación de todo este espacio en forma y organización de este espacio tan heterogéneo que no dejará de serlo por mucho que haya una forma de organización nueva.
– Pero hay un lío en la sopa de letras, dice Luis Martinez Garate. El Consejo para la República, la Crida, JxCat… ¿Qué plan hay, qué hoja de ruta, para hacer efectiva la república y la independencia? Decía usted ahora mismo que no es el PDECat quien ha frenado en Madrid, en alusión a ERC. Si ERC y JxCat no se entienden, ¿hay forma de salir adelante?
– No he querido hacer alusión a nadie. No quiero entrar en este juego. Lo he dicho con toda honestidad. Yo soy del PDECat y el PDECat habla por sus actos. El PDECat no ha hecho a Pedro Sánchez presidente del gobierno español y esto se debe decir también. Dicho esto, sólo podemos salir adelante si encontramos unidad estratégica. Escribí un librito el verano pasado donde hablaba de construir una dirección aliada. Que nos reconozcamos como partes aliadas del conflicto y actuemos con el respeto y lealtad debidas. A este respecto también está lo que representamos cada uno de nosotros, nuestras formaciones, nuestras personas. No entrar en disputas por votos o hegemonías en el descrédito de tus aliados. Esto pasa por la máxima unidad posible. La he defendido desde antes de las elecciones del 21-D y no me cansaré de hacerlo. He recibido muchas críticas por ello, mofas e insultos. No dejaré de pensar que la única opción que tenemos de ganar al Estado español es ir lo más juntos posible. Es el primer paso que tenemos que dar. El ‘¿y ahora qué?’ todos nos lo hemos planteado. Respeto mucho la idea legítima que tienen algunos de pensar que si en España hay un gobierno de progreso del PSOE y Podemos hay más opciones que con un gobierno del PP, Ciudadanos y Vox. Creo que no es así en términos de Cataluña. Hay más opciones en otras cosas, es cierto, pero no en las cuestiones de Cataluña. Una vez comprobado que tampoco sirve esta vía, y quizás ya estamos en esta comprobación, debemos decir ‘¿y ahora qué hacemos?’. Dicho de otro modo, si imaginamos que lo hacemos tan bien y superamos el 60% de los votos, y no lo estoy proponiendo ahora como una cifra, imaginemos que somos el 65% de los votos, el problema sería el mismo. ¿Qué haríamos entonces? Qué haríamos con la herramienta que la gente nos pone en las manos, una mayoría absolutísima, una mayoría social… El problema no es llegar a esta herramienta, el problema es que haríamos con esta herramienta. La respuesta es muy clara hoy, el Estado epañol no se sentaría a negociar la autodeterminación de Cataluña. Y por lo tanto, tenemos que gestionar una confrontación inteligente con el Estado.
– ¿Cuál es su propuesta, pues? ¿Qué piensa que se puede hacer?
– Este ‘¿ahora qué hacemos?’ nos concierne a todos. Si en esta reflexión no está una parte del independentismo, no podremos ser independientes. Nos necesitamos todos. A veces nos permitimos el lujo de prescindir de gente. ¿Hay gente que a veces dice cosas que me molestan? Sí, pero no debemos prescindir de ellos. Nos hacemos falta todos. Quizá podríamos dejar de atacarnos a nosotros mismos y deberíamos atacar a quien no quiere que sobrevivamos como nación. Quizás deberíamos destinar nuestras energías y recursos a hacer esto. Si no nos reconocemos capaces de ir juntos, debemos explicar a la gente que no seremos independientes. Quien quiera la independencia y haga un ejercicio de honestidad intelectual y política, debe explicar cómo lo piensa hacer sin unidad. Yo no puedo decir ni explicar que sin unidad no habrá independencia. No lo puedo decir. Sólo puedo decir que puede haber independencia si vamos juntos. No significa necesariamente que sea una lista única, hay muchas maneras de ir juntos. Y hoy no vamos así.
– El paso de la ley a la ley no funcionó. Si esto no funciona, dijo en Perpinyà, ‘preparémonos’. Preparémonos, ¿para qué? ¿Preparémonos para la calle?, ¿para una confrontación política? ¿Es posible adelantar algo?
– Nosotros en el Consejo por la República, cuando preparábamos el acto de Perpinyà, encontramos que la síntesis de lo que íbamos a proponer era el ‘Preparémonos’. Estamos preparando el documento que declina esta idea. El ‘Preparémonos’ apela a poner en un bote común las lecciones de octubre de 2017. Esto no lo hemos hecho y lo tenemos que hacer. Hay mucho que aprender de nuestras propias fuerzas y de las debilidades del adversario, que quizás no conocemos suficientemente. ‘Preparémonos’ bien para que cuando encontremos la pared, que ahora la conocemos con detalle -no como en octubre del 17-, sepamos cómo lo tenemos que hacer para ganar esta pared. ‘Preparémonos’ para cómo podemos hacer frente a las ofensivas del Estado en el ámbito económico, financiero, estratégico y ahora precisamente en estos días de confiamos debemos pensar también la forma en que hemos podido sobrevivir y soportarlo basándonos en nuestros propios recursos. ¿Qué significa parar un país en un momento determinado? ¿Qué consecuencias jurídicas, económicas y sociales tiene? ¿Qué paradiplomacia debemos poner en marcha, porque la diplomacia pública y oficial no nos da para mucho más, pero en cambio tenemos que hacer un trabajo que no habíamos hecho y que podemos hacer. Para que podamos llegar al día en que superemos la pared con éxito, habremos tenido que trabajar muchos años y meses antes, lo tendremos preparado adecuadamente. ¿Estábamos preparados para el confinamiento? No, nos hemos tenido que preparar. Pues preparémonos para una eventualidad.
– ¿Ha hablado ahora, por ejemplo, de parar el país. Piensa, pues que se necesitan herramientas que van más allá de la política parlamentaria para lograr la independencia?
– No he pedido detener el país ahora, Pero rotundamente sí, por supuesto.
– ¿Sí que hay que ir más allá de la política parlamentaria?
– ¡Por supuesto! Es que la política parlamentaria y autonómica tienen un recorrido cada vez más pequeño y vigilado. Tampoco podemos pedir a las instituciones autonómicas ni siquiera lo que podíamos pedir a las anteriores. Debemos ser conscientes de ello. Si no, no podremos llegar hasta el final. Necesitamos sociedad civil, trabajar al margen también de las instituciones autonómicas, Quizás fuera de Cataluña algunas cosas, trabajar también desde el interior… El ‘preparémonos’ es la comunión de todas estas estrategias. Tenemos que ir por ahí. Cada uno en su ámbito, los consejos locales y a escala internacional, que tiene una agenda que va más allá de la simple acción del Parlament de Cataluña o la acción del govern, que nos permite retomar el hilo de octubre de 2017, que para mí es un hilo que no se ha roto.
– La hora que teníamos pactada se acaba. Sabemos que ahora tiene una reunión importante, pero permítame una última pregunta: ¿cree todavía que es posible la independencia de Cataluña?, ¿que la podemos conseguir como movimiento político en un futuro próximo? ¿Tiene claras las condiciones? Ha hablado de la unidad y de superar el marco de las instituciones autonómicas. ¿Es este un objetivo factible y real?
– Rotundamente, sí, entre otras cosas porque que el proceso de independencia ya comenzó el 1-O de 2017 y no tiene marcha atrás. Puede tener varias velocidades, subidas y bajadas. Pero es que el proceso de independencia ya ha comenzado y desde este punto de vista no tenemos otro destino que no sea el de Estado independiente.