Albiach y Colau también son Gobierno de España

La gestión que el gobierno español está haciendo del coronavirus llega a unos niveles tan aterradores de ineptitud, de incompetencia y de abominable nacionalismo, que basta con ver las cifras de víctimas y compararlas con las del resto del mundo. Es en las situaciones límite cuando se conoce el fondo de las personas, es en las encrucijadas que sitúan al ser humano entre la vida y la muerte, cuando caen las máscaras y el individuo muestra su verdadera personalidad. Los estados no son ajenos a ello, ya que están formados por personas, no por bloques de piedra, y las circunstancias han situado al Estado español en una de estas alternativas en las que cada minuto cuenta y las víctimas se amontonan en los hospitales.

Así es como el Estado español ha mostrado su verdadero marco mental, el marco mental del que parten sus obsesiones más profundas y sus líneas de actuación política. Tanto da quién esté en el gobierno. En este caso, derecha o izquierda son pura anécdota. Es bien sabido que Cataluña ha sido el caballo de tiro del Estado español, y para un caballo de tiro, la diferencia entre un carretero de derechas y un carretero de izquierdas es exactamente la misma que entre ‘Dupond y Dupont’ (‘Hernández y Fernández’, en la versión española de Tintín). Ninguno de los dos le quitará jamás la cabezada para que viva en libertad; y si alguna persona ha encontrado alguna vez un caballo de tiro que piense que un carretero de izquierdas cambiará su destino es que necesita gafas, ya que ha confundido un caballo con un burro.

La centralización hecha por el gobierno español, una centralización que se ha demostrado potente aliada de la expansión de Covid-19, así como el empeño enfermizo de convertir Madrid en el centro de control de todo y de todos, especialmente de los catalanes, ha conducido al Estado español a un desastre de proporciones gigantescas, con discursos demagógicos de Pedro Sánchez, con ruedas de prensa con cinco representantes del Estado, tres de ellos militares o paramilitares, con compras de material sanitario absolutamente inútil, y siempre, siempre, siempre, como un sustrato permanente, el tufo nacionalista español que lo impregna todo y que les sale por las orejas, incluyendo, por supuesto, a sus peones en Cataluña: Miquel Iceta y Eva Granados.

El odio ciego de este Estado y de toda esta gente al presidente Torra se ha puesto de manifiesto a lo largo de la crisis en la negativa a escuchar sus demandas de confinar Cataluña -que eran, después de todo, las demandas de las autoridades sanitarias catalanas. Catorce días (¡dos semanas!) tardó Pedro Sánchez en hacer lo que Cataluña y el sentido común exigían. Y aún lo hizo a regañadientes, forzado por las circunstancias que los infectados y los muertos lo ponían en evidencia ante el mundo. El hombre que cada vez que aparece en televisión repite como un loro que la pandemia no entiende de ideologías, es precisamente el hombre que, desde el primer minuto, ha hecho del coronavirus una cuestión ideológica. Sánchez no recomienda quedarse en casa para salvar vidas humanas. No. Él pide que esto se haga «por patriotismo». Es decir, que la gente se quede en casa para «salvar España». Este es el personaje y este es el Gobierno del que, por más que disimulen, forman parte dos obedientes señoras catalanas llamadas Jéssica Albiach y Ada Colau, incapaces de articular una sola frase sin lanzar un esputo venenoso contra el president de Cataluña.

Albiach y Colau, a través de Podemos, son también Gobierno de España, y, por tanto, son también responsables de la gestión demencial del coronavirus hecha por el Estado, con gravísimos perjuicios sanitarios para Cataluña. La centralización, repetimos, ha sido obra de un gobierno formado por PSOE y Podemos, los partidos de Iceta, Granados, Albiach y Colau. Todos ellos, pues, con Pedro Sánchez y Salvador Illa al frente, son responsables de las víctimas que ha provocado el hecho de no permitir que Cataluña se autogobierne y tome sus propias decisiones. ¿Quién conoce Cataluña mejor que los catalanes? Respuesta de Iceta, Granados, Albiach y Colau: ¡Madrid, naturalmente! Por ello han aplaudido la vergonzosa centralización, por eso no han recriminado al Gobierno que con su «suministro centralizado» no haya enviado ni un solo test rápido a Cataluña -¡ni uno!-; a 5 de abril aún no había llegado nada-; por ello han suscrito las mentiras de Eva Granados y no se han reprochado a sí mismos el retraso de los famosos catorce días ni el hecho de no enviar a Cataluña equipos de protección individual ni material para las residencias de ancianos, justamente las residencias que tanto menciona Colau; por ello, en definitiva, han callado cuando su Gobierno ha arrebatado las competencias de la Generalitat. Han callado porque ellos son peones políticos al servicio de un Estado que prima la ‘unidad de España’ por encima de la salvación de vidas humanas.

Vimos otro ejemplo de desprecio del Gobierno de PSOE-Podemos en el anuncio de prórroga del confinamiento hasta el 26 de abril. Ningún contacto previo con la Generalitat. Nada de nada. Fueron los periodistas -¡los periodistas! -los que tuvieron que hacer enterar a la Generalitat del asunto en el transcurso de la rueda de prensa de los consejeros Budó, Buch, Vergés y Homrani. Y añadamos, por otra parte, que el Gobierno «progresista y de izquierdas» de las señoras Albiach y Colau ha dejado totalmente tirados a los trabajadores autónomos -más de 500.000 en Cataluña-, como si fueran apestados. Nada que ver con los cinco mil euros que, de entrada, el gobierno alemán ha entregado a sus autónomos, aunque estos, como es lógico, deberán justificarlos a posteriori como justos. Y, por supuesto, negativa española a la petición de la Generalitat: «Una renta básica universal para toda persona que lo necesite».

Esta es la realidad que Salvador Illa, Miquel Iceta, Eva Granados, Jéssica Albiach y Ada Colau nunca denunciarán por la sencilla razón de que son ellos los que la perpetran así de vergonzosa. De los 1.800 millones de euros de costes previstos por el gobierno de Cataluña con relación al coronavirus en materia sanitaria, el Gobierno de España sólo se ha comprometido a aportar 50. ¡Cincuenta de un total de mil ochocientos! Es escandaloso, sí, pero la cosa no se detiene aquí. Mientras el govern de Cataluña ha aportado un 90% de los recursos a los hospitales, el Gobierno de España sólo ha aportado un 10%. Todo ello, como vemos, es una muestra muy diáfana de la necesidad vital y urgente de que Cataluña se libere del lastre insoportable que le supone su subordinación a España. No es por independentismo, por lo que lo tiene que hacer, es por sentido común. En esta línea, magnífica ea tuit hecho estos días por la expresentadora de TVE, Aurora Claramunt, a quien felicité personalmente. En sólo nueve palabras, no sólo ha sintetizado sus propios sentimientos, ha sintetizado también los sentimientos de millones de catalanes: «Tengo más ganas de salir de España que de casa».

EL MÓN