Hacía años que deseaba vivir la experiencia de ver a los Joaldunak en su recorrido de Zubieta a Ituren y viceversa.
El pasado martes al fin pude ir a Ituren a cumplir ese pequeño sueño, que resultó grande e increíble. Una experiencia mágica.
En el viaje a Ituren recordaba que la primera vez que vi dicho carnaval posiblemente fuese en el documental “Navarra, las cuatro estaciones” y posteriormente en algún otro, impresionándome. También tengo la imagen de hace décadas de unas niñas que en los carnavales de Laudio iban de zanpantzar, siendo el atuendo más bonito, enraizado y original que he visto nunca. Todavía recuerdo la imagen y lugar. Era la clase de mi hija de la Ikastola Laudio, bajando junto al frontón del Marqués de Urkijo. Posteriormente he visto los joaldunak de Ituren en la boda vasca de Lekeitio, en las fiestas de las ikastolas y en otros muchos actos, impresionando siempre con su ritmo e impactante sonido de sus cencerros.
Pero verlos en Ituren es otra cosa, es algo especial. Resulta difícil describirlo con palabras ya que caminar cerca de los joaldunak es algo impresionante, increíble, una pasada, en fin una experiencia única. Quizá la vivencia o rito más emotivo que he tenido en mi vida.
Desde Gipuzkoa sigues prácticamente el curso del Bidasoa, en el que sería el País del Bidasoa de Pío Baroja, por Doneztebe, Sunbilla… hasta llegar a Ituren.
En todos los pueblos te encuentras con gente amable que te indica horarios y actos. Cuando llegué un donostiarra, entiendo que ya iturendarra, me informó amablemente del horario, recorrido y lugares de interés.
Como llegué temprano pude pasear por sus centenarias y cuidadas casas, algunas con curiosas inscripciones en el dintel de la entrada “Me llamo Recaldea. Año 1814”, que como su nombre indica esta junto al arroyo. Otra tiene aire de torre medieval con hermosas ventanas. Todas ellas paralelas al rio Ezkurra, cuyo rumor te va acompañando en el agradable paseo. Pasas al barrio de Latsaga, donde hasta hace poco tiempo había más pozo y se bañaban los niños, ya que como su nombre indica es ‘donde el arroyo’. Más adelante ves curiosos caleros, pero sobre todo desde esa posición destaca al frente la cumbre de Mendaur con su ermita de la Trinidad. Como había visto la foto de la cumbre con la ermita en el perfil de una compañera, la vista se te va poderosamente hasta la alta montaña. El nombre de Mendaur quizá le haga referencia a la ermita, pues Mendaur significa ‘delante del monte’, al igual que Zubiaur es ´delante del puente´.
Un joven de txapela y colorido pañuelo que corre hacía el pueblo, me indica en euskera que es de Iparralde, de Itsasu (Laburdi), y forma parte de una banda que acompañará a los joaldunak.
Los joaldunak y los que les ayudan hacen el hamaiketako en un local de la parte alta del ayuntamiento y poco a poco se preparan para el vestirse. En el suelo pieles de oveja, enormes cencerros (joareak) están dispuestos para ser utilizados. La vestimenta es una ceremonia, donde se mezclan fuerza, sacrificio y destreza, pues son tres o cuatro las personas que se encargan de poner la vestimenta y los joareak mediante sogas a los joaldunak. Para ajustárselos es preciso que intervengan al menos tres personas a la vez para estirar las sogas que sujetan los cencerros. La fuerza con que los ajustan es grande, pues los joaldunak en uno de los procesos llegan a ponerse de rodillas, y los ayudantes tienen que hacer fuerza para estirar las sogas apoyando las abarcas en la cintura de los joaldunak.
Dentro del local varios fotógrafos disparan sus máquinas fotográficas sin cesar, intentando captar cada paso, gesto o movimiento. Es realmente llamativo. Un fotógrafo afincado en Iruña, que lleva muchos años yendo a Ituren y que trabaja para una agencia americana me comenta que esas fotos enseguida empezaran a dar la vuelta al mundo. Después las he visto en Internet y son realmente profesionales. También hay una joven periodista de Iruña y alguno más. Afortunadamente al ser día laboral la afluencia de visitantes es menor –el día anterior entre Ituren y Zubieta se contabilizaron unos 700 turismos y 15 autobuses- con lo cual podemos disfrutar del carnaval / inauteriak casi en plan familiar y acompañarlos en parte de su recorrido.
Una vez vestidos bajan ceremoniosamente y empieza su recorrido, a la vez que mueven los hisopos hechos de crines de caballo entre las casas en sentido Doneztebe. Se enciende la mágia. Caminar junto a los joaldunak, es participar en un emotivo y milenario rito de ahuyentar a los malos espíritus y enlazar con la revitalización de Amalur, nuestra tierra madre. El acompasado caminar de los joaldunak, verdaderos héroes, el sonar estruendoso, atronador a la vez que rítmico e impresionante de sus cencerros, suena a una llamada milenaria a nuestros ancestros, que se esparce por el aire y penetra en las profundidades de la tierra, canto a la naturaleza, superando el tiempo. Se crea una atmosfera especial y mística.
En Ituren se recogen las puskas que les van dando por las casas (huevos principalmente, txistorra y pan), y alguna mujer sale con bandejas de croquetas que reparte a los joaldunak y nos ofrece amablemente a los acompañantes ocasionales.
El recorrido de los joaldunak por calles y caminos llega hasta el barrio de Auritz donde se le suman los de la localidad, entre ellos unos niños que aportan una gracia especial. Aparece la figura enorme del Hartza ‘oso’, que se suma al cortejo, al igual que la banda de música formada principalmente por jóvenes de Iparralde.
Los Joaldunak siguen su viaje a Zubieta, pero regreso a Ituren, donde como unas ricas croquetas, algo de bebida y café para el regreso. La joven lesakarra que me atiende comenta en euskera que tanto en Ituren como en Lesaka prácticamente la vida se hace en euskera. Mi experiencia ha sido la misma, ya que salvo con los periodistas y algún caso más todas las conversaciones con los Joaldunak, vecinos, etc. han sido en euskera y lo mismo las impresiones, que he tenido que recoger en castellano porque la grabadora el euskera no me lo reconoce.
Mi agradecimiento a la hospitalidad de Ituren, y a los Joaldunak Iñigo, Oier, María, Joseba y demás… por su acogedor “Zu lasai etorri” (Ven tranquilo y cuando quieras!), y por posar para las fotos, que les comenté que algunas publicaría en redes sociales, a lo que asintieron sin dudarlo.
En fin un día inolvidable en esta localidad de Malerreka (Maldaerreka ‘el arroyo de la cuesta’), del que volví feliz, ya que como repito es una de las experiencias más emotivas que he vivido en mi vida.
Un patrimonio milenario (cultura, euskera, vida de los pueblos con servicios, etc…) a conservar con mimo tanto por ciudadanos como por el Gobierno de Nabarra, ya que todos y cada uno de los pueblos del Viejo Reino merecen y deben guardar su esencia cultural.