Hace pocos días que entrevisté a Francis Fukuyama en su despacho de la Universidad de Stanford -una entrevista que publicaremos en VilaWeb dentro de unos cuantos días. El politólogo estadounidense, uno de los más conocidos del mundo, en un momento determinado de la conversación me reconoció lo que, por otra parte, es una obviedad: que a veces la única manera de desatascar un problema político muy grave es que pase algo muy fuerte, que la sociedad explote. Fukuyama relató que el asesinato de trabajadores que luchaban por los derechos civiles cambió la mentalidad de los Estados Unidos en los años sesenta y yo le expliqué que el Primero de Octubre y la violencia desencadenada por España habían cambiado para siempre este país.
La conversación me volvió ayer, cuando leía esta entrevista (*) realizada por una publicación polaca con el presidente del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el profesor Koen Lenaerts. Porque Lenaerts es muy explícito a la hora de explicar cosas que los catalanes hemos aprendido a la fuerza, parece que antes de que el resto de los europeos: que el TJUE y la Unión -atención al por menor de poner la Unión en danza- no son entidades externas a los estados ‘porque los estados son la Unión’.
Sin embargo, el presidente del tribunal dice: ‘Los estados sólo pueden confiar entre ellos dentro de la UE si están seguros de que todos están igualmente comprometidos con los valores del pluralismo, la tolerancia y la democracia’. Y por eso ‘los procedimientos penales en todos los estados miembros de la Unión Europea deben llevarse a cabo ante tribunales que deben ser independientes de cualquier poder y neutrales, y que deben permanecer a la misma distancia de todas las partes en la controversia’. Y lo remacha así: ‘Un juez no debe tener ni el mínimo interés personal en que una parte gane o pierda el caso’.
Es evidente que esta descripción es simplemente incompatible con lo que el sistema judicial español hace con el independentismo catalán o, para decirlo más de acuerdo con la ley internacional, con la minoría nacional catalana. De modo que tanto lo que pasa estos días con los escaños de los eurodiputados independentistas como el Primero de Octubre mismo toman una dimensión bastante más importante de lo que parece y tienen mucha más relación de lo que parece también.
Porque, siguiendo la opinión de Fukuyama, el Primero de Octubre ya lo podríamos definir como la explosión social a partir de la cual se ha hecho imposible de esconder por más tiempo que España es incapaz de cumplir las normas democráticas básicas, que son el corazón de la Unión Europea. El referéndum de autodeterminación y el golpe de estado del 155 son la explosión necesaria para abrir los ojos, cuya consecuencia ha sido que el TJUE haya que intervenir para garantizar los derechos de los ciudadanos; pero también -y esto es fundamental y lo entenderemos cada día más- para garantizar la confianza necesaria entre los estados europeos. Como prueba, la primera decisión del nuevo ciclo: España ya puede decir lo que quiera, que Puigdemont, Junqueras, Comín y Ponsatí han sido proclamados eurodiputados.
PS: Dicho de otro modo, por la insistencia en decir que no avanzamos: es porque pasó aquello es por lo que ahora estamos aquí. No hay nada gratis.
(*) https://www.vilaweb.cat/noticies/tribunal-luxemburg-tjue-president-justicia-espanyola/
VILAWEB