Ayer ERC respondió a la gravísima decisión del Supremo español identificando al tribunal con la derecha antidemocrática y salvando, por tanto, la responsabilidad del Estado. Creo que es un error. Pere Aragonés, rodeado de todos los dirigentes de Esquerra que hay en libertad, dejó claro que, en su opinión, la decisión que impide a Oriol Junqueras estar el lunes en Estrasburgo no es responsabilidad del Estado español como tal, sino tan sólo de un poder del Estado. Y en buena lógica y de acuerdo con esta premisa, se afianzó en la determinación por un diálogo con el nuevo poder ejecutivo español, con Pedro Sánchez. Y negó, enfáticamente, que cualquier otra vía sería transitable.
No discutiré ahora al respecto, sobre si el diálogo con España es la única vía transitable. A mí no me lo parece, pero creo que no es la cuestión. En cambio, me gustaría resaltar algo que pienso que es la trampa conceptual de base de Esquerra Republicana de Cataluña, trampa que le lleva a situaciones como ésta.
Cuando se hizo público el acuerdo para investir a Pedro Sánchez dije que pensaba que aquel texto era un buen acuerdo, y lo mantengo. A condición, dije también, de que se cumpliera. Ahora, hay un matiz nuevo que considero muy importante, y que me sorprendió en la intervención de ayer: es un buen acuerdo a condición de que sea un acuerdo entre dos países, entre dos conjuntos políticos diferentes, independientemente de la forma administrativa que tengan. Ambos gobiernos, por tanto, deben ser responsables de sus conjuntos y estas responsabilidades no las deberían poder esquivar en ningún caso. Por lo tanto, tú no puedes decir que hablas en nombre de una de las naciones y, cuando un poder de tu nación secuestra el máximo dirigente de la otra, hacer como si no tuvieras nada que ver. Y menos puedes aceptar que una trampa como ésta te la hagan impunemente.
El independentismo es lo que es porque busca, por encima de todo, la manera de forjar tan deprisa como sea posible las condiciones para lograr un Estado propio. Y esto implica entender que el problema que tenemos no es quién gobierna en el Estado español sino el Estado español mismo. Un independentista debe poder hablar y escuchar a Sánchez de Estado a Estado, como si dijéramos, no como un complemento que acepta ya de entrada que él es menos. Y por lo tanto debería exigir que él resolviera sus problemas internos, en este caso la desobediencia de sus tribunales. Como se hace en las relaciones internacionales, siempre.
Dicho esto, si eres independentista siempre buscarás la manera de poner al Estado contra la pared y de acelerar el proceso hacia la independencia. Y poner al Estado contra la pared no es ahorrarle dolores de cabeza sino agudizarle sus contradicciones. Por eso hoy no sé imaginarme ninguna posición más poderosa y favorable al independentismo catalán que obedecer al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, abrir la prisión liberando a Oriol Junqueras y permitirle tomar posesión del cargo de eurodiputado. Y no entiendo como esto, tan elemental como es, Esquerra lo califique de vía intransitable.
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