El nuevo monstruo de la gestión del agua

Podemos vivir sin ellas, pero las consumimos por toneladas. Lo que pagamos al comprarlas es lo de menos. En cuanto las toallitas húmedas que terminan en el váter, empiezan a costarnos, según datos de la Unión Europea, entre 1.000 y 1.500 millones de euros anuales en depuración de aguas. Una factura que pagamos entre todos los ciudadanos y las ciudadanas.

Las toallitas para bebés tienen buena parte de la culpa. Pero es que ahora también las compramos para un sinfín de cosas más. Y el problema llega cuando las tiramos al váter. Toallita a toallita, el gasto para tratarlas adecuadamente se multiplica y lo acabamos pagando entre todos y todas.

La solución es muy sencilla. Se trata de poner una papelera en el baño. Además de las toallitas se tiran por el retrete otros productos de higiene. Ni más ni menos que en 2018 se zampó solo en Pamplona y Comarca casi dos millones de kilos de material impropio (1.800 toneladas de porquería) que llegaron a la depuradora de aguas residuales de Arazuri, como se ha hecho público desde la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona (MCP) con ocasión de la celebración del Día Mundial del Retrete que se celebró el martes día 19 de noviembre -efeméride impulsada por Naciones Unidas- y en la que también ha anunciado una campaña de sensibilización y concienciación sobre el problema ambiental y económico que supone arrojar al inodoro toallitas y otros productos de higiene.

Hay problemas relacionados con el deterioro del medio ambiente que nos preocupan, pero nos parece que están muy lejos de nosotros y nosotras y que no nos movemos por ellos. La pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la contaminación de los mares y océanos, etcétera. Aunque no tardaríamos mucho en establecer relación entre nuestros hábitos de vida y consumo y esos problemas que afectan al planeta Tierra, hay una cuestión mucho más doméstica y del día a día como son las toallitas húmedas, los bastoncillos, algodones desmaquillantes, los pañales, etcétera, y la desgraciada costumbre de tirar al WC.

Las empresas de abastecimiento y saneamiento insisten cada vez más en los últimos tiempos, como lo han hecho una vez más ahora 100 entidades con ocasión de la campaña impulsada por AEAS (Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento), y a la que se han adherido la MCP, NILSA (Navarra de Infraestructuras Locales) y 98 entidades más. El sobrecoste estimado en el Estado español por el mal uso del inodoro se estima en 230 millones anuales, con 10 kilos de residuos persona/año en una ciudad de 300.000 habitantes.

Las toallitas que están elaboradas con un material denominadotejido no tejido, que se obtiene con la compactación de fibras mediante diferentes sistemas, sin necesidad de cosido, esas fibras se separan cuando se tiran al váter. Una vez en la red, vuelven a unirse y crean grandes madejas, como en innumerables ocasiones se sacan de las alcantarillas de nuestras ciudades y pueblos.

Pero además de los atascos en la red de alcantarillado, el siguiente punto conflictivo son las bombas que ayudan a conducir el agua residual hasta las depuradoras, que también se acaban bloqueando. Si logran superar la red y llegan hasta las estaciones de depuración, también hay problemas. Y si las toallitas acaban en los ríos y el mar, generan también problemas al medio ambiente. Así, en repetidas ocasiones nos hemos informado a través de los medios de comunicación que los pescadores encuentran toallitas en sus redes.

¿Qué medidas se pueden interponer para acabar con este problema global más allá de la mera concienciación de la población? En algunas ocasiones se han planteado algunos ayuntamientos aprobar reformas de su ordenanza de saneamiento en la que se prohíbe tirar al inodoro toallitas. Pero, cabe preguntarse, ¿y cómo piensan hacer cumplir la norma? Al margen de si estas ordenanzas pasan a engrosar la lista de prohibiciones imposibles de cumplir que aprueban los ayuntamientos, la clave no está ahí. Quizá en municipios pequeños se puedan hacer cumplir, pero en lo que habrá que seguir trabajando es en la concienciación de la ciudadanía y con los fabricantes, en una norma internacional que impida hacer publicidad engañosa, al poner biodegradable en el envase cuando no lo es.

El sistema a seguir podría ser el del tabaco. Una ley que obligue a que todos los envases de toallitas húmedas, con independencia del uso para el que hayan sido fabricadas, luzcan en un lugar destacado de todos sus lados un texto claro, directo e inequívoco, en letras grandes: NO ARROJAR AL VÁTER. De esa manera los fabricantes dejarían de llevar a engaño al consumidor con la artimaña del biodegradable.

Algunas campañas de comunicación realizadas en los últimos meses sobre el peligro que encierra arrojar toallitas por el WC han calificado a este problema como el “nuevo monstruo de la gestión del agua”. Pero a este monstruo se le puede derrotar no echando las toallitas por el váter, así como otros productos de higiene, al margen de lo que diga el envasador.

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