La entrevista con Lluís Llach comienza a la inversa de la forma en que ha ido realmente. Le doy la vuelta. La política, la dejo en segundo término, la echamos hacia abajo. Le reservamos el titular. La conversación, en una terraza de un bar, ha sido un poco dispersa. Quizá por la claridad del mar, quizá porque pesa más de lo que parece, quizá porque las Medas están allí, de siempre, y forman parte del paisaje de Llach desde que su madre lo llevaba al Estartit. O quizá por nada de esto. La verdad es que la dispersión nos lleva a la esencia. Y hablamos de la muerte de Laura Almerich, de la forma en que se vive la ausencia, de la amistad, de hacerse viejo, de mirar la muerte como uno de los hechos más importantes de la vida.
No estamos en unos días fáciles, las amenazas del 155 están en el aire de una manera constante. Las palabras y los hechos están a punto de tocarse. Llach es claro y el mensaje no se desdibuja: el poder de confrontación está en la calle. El empoderamiento de la gente es la fuerza más real que tenemos. Ni elecciones ni inventos disuasivos. Y en este empoderamiento, el ‘Debate Constituyente’ va tomando forma. Ya no es un nombre vacío. Es un proyecto político que puede ser trascendente, en el que en la primavera de 2020, miles de personas habrán construido un mapa de carreteras para llegar a un país mejor.
– Hace una temporada larga que para muchos, el día a día, no para de llenarse de preocupaciones y angustias políticas, pero la vida hace su curso. Hace poco se le murió Laura…
– Laura se murió de una manera maravillosa. Nos habíamos educado para eso. Una de las cosas por las que dejé de cantar fue para morirme bien. Y también Laura tenía esto clarísimo. Ahora la añoro mucho más que la semana después de morirse. Ahora hay aquella distancia extraña en que todo está lleno de referencias a ella. Desde su muerte me siento muy solo. Sobre todo en cosas muy raras, con las intimidades que tienes con aquellas personas con las que más convives y más quieres. Laura y yo no necesitábamos llamarnos, podíamos estar un mes sin vernos ni decirnos nada. Pero en esta estima había una presencia de sabernos, una protección, una libertad. No sé cómo decírtelo. Tengo recuerdos impresionantes. Terminamos como habíamos comenzado. El envejecimiento y la muerte son un acto de la vida precioso. Si no nos ayudan, no salimos del punto cero, pero llegar también es muy difícil. La gente normalmente lo soluciona borrándolo de su vida. A mí eso me parece una tontería porque morirse es uno de los actos importantes de esta vida.
– Encarar la muerte no es fácil
– Es una etapa que no se puede decir que sea exquisita, pero si estás abierto te trae cosas bonitas. Con Laura vivíamos la muerte desde este punto de vista. Yo no estaba cuando se murió porque había ido a predicar. Si no llego a ir, me mata. Pero antes de irme, a las doce del mediodía, la recuerdo sentada en la cama y me dijo: ‘yo estoy bien, te veo bien. Dejadme marchar, yo tengo que hacer mi camino’. Nosotros vivimos la muerte como un aprendizaje. Con Laura, sin decirnos nunca esto, sin racionalizarlo nunca, hemos subido a todos los trenes que nos han pasado. La primera vez que fui a África a llevar una maleta para una madre de un chico y yo no tenía ganas, fui con ella. Este subir a trenes continuamente significa poder experimentar, significa poder renovar todos los parámetros con los que vives.
– ¿Qué quiere decir?
– Le podría hablar de África, pero también del parlamento. Entrar en él fue poner en contradicción todo mi sistema de valores. De ello, hacer una experiencia que te enriquezca y que no se convierta con un encarcelamiento está muy bien. A veces la experiencia me la imagino como unos barrotes que se levantan y pueden convertir lo que haces en una prisión de la que no sabes salir. Tener esta capacidad, que no te digo que yo la tenga, para que esto no ocurra está muy bien.
– A veces dice: ‘Soy viejo….’ Pero ahora ha hablado positivamente.
– La gente, si dices que te haces viejo, se entristece y yo les digo ‘estáis locos…’
– Ahora me hace pensar en ‘El viejo’ de Kavafis.
– Sí, ¿por qué cree que elegí elegir dos canciones de Kavafis, ‘Ítaca’ y ‘El viejo’?. Mire, sabe qué pasa, que esta sociedad al ser humano lo trata muy mal, le hace trabajar hasta 65 años, en el 80% de los casos las personas no trabajan en lo que les gusta, luego les dan una mierda para sobrevivir. Yo divido la vida en tres actos, esto es shakespeariano. Es verdad que en el último acto es cuando pasan las cosas. La soledad, ver que el decaimiento físico es real, el abandono de la gente que quieres que se van muriendo… Yo ahora casi no tengo vivo ningún amigo mayor que yo. Todo ello, si lo miras del otro lado, puede ser fantástico. A mí me causa admiración y encuentro que es una maravilla la capacidad de una persona mayor para adaptarse a todo esto. Pero entiendo que vivimos en una sociedad donde la muerte es el peor acto.
– Tanto que hablamos de derechos, pero parece que los de los viejos no cuenten demasiado.
– Cuando estaba en ‘Nacionalistas de Izquierdas’, recuerdo que con Armand de Fluvià trabajábamos la protección de los derechos sexuales y hablábamos de la sexualidad de los viejos. ¿Cómo puede ser que seamos tan bestias con nuestros viejos que los ponemos en cajas donde nada está preparando para que puedan disfrutar, si tienen ganas, de su propia sexualidad? Se considera ridículo que los viejos se quieran y se enamoren. Yo he visto viejos enamorarse, de una manera que yo no he sabido enamorarme nunca. El decaimiento físico se cotejará con una gran generosidad personal. ¿Me explico? Con una gran disponibilidad hacia la vida. Y esto también puedes hacerlo por egoísmo, porque la vida se acaba. Pues si se acaba, disfrútala y ábrete.
– Cambiando de tema, hace varios meses decía que si esperábamos a la sentencia para reaccionar, tal vez sería tarde. ¿Cómo es que no hemos reaccionado?
– Hay diferentes factores, y el del corte de los liderazgos ha sido importante. Otro es el chantaje a los presos y a los exiliados, y en este tema mucha gente ha sido muy prudente para no hacer daño y hasta hace poco no se había tocado. También hay tercero, que la gente no tiene conciencia de su empoderamiento. Piensa que la han movido porque la han hecho mover y eso no es verdad. Se ha movido porque se ha movido por sí misma. Yo, cuando era diputado, siempre decía: ‘Estamos aquí porque vosotros ya estabais’.
– ¿Ve aún la sentencia como una oportunidad?
– Sí, la sentencia aún es la gran oportunidad ante el desenfreno de estrategias. La sentencia es la muerte de la constitución asesinada por los mismos que la defienden. Actualmente vivimos un golpe de estado realizado por un brazo al que no estábamos acostumbrados del todo, que es el brazo judicial, y que se lo ha tomado muy a pecho. Que la selección de la cúpula judicial española es el resultado de una destilación de hace años, eso es claro. Aznar se atrevió más que los otros, pero antes ya lo hacían. Elegían a los suyos y basta. Todo esto es muy duro, sobre todo para una ciudadanía que se sintió decepcionada porque, como muy bien dice el president Puigdemont, el 1 de octubre se falló mucho, el 3 se falló mucho, el 10 se falló mucho y el 27 se falló mucho. Esto ha causado un impacto fuerte. Que sea la última no se puede decir nunca, pero sí, la gran oportunidad estratégica es la sentencia. Ellos se van preparando. Yo no sé cómo tiene que ser la respuesta, pero sí sé lo que no puede ser.
– Ha dejado bien claro que unas elecciones no son una respuesta a la sentencia.
– Por supuesto que no. Si alguien propone seriamente unas elecciones, yo lo entendería como un intento de desmovilizar. Es decir, ¡estad en casa, que ya votaremos! No, hombre, no, por favor.
– Esta semana también ha salido como un globo sonda que decía que un gobierno de concentración podría ser también una respuesta.
– Un gobierno de concentración lo entendería si la concentración fuera para hacer la confrontación con el Estado español. Ahora, hacer un gobierno de concentración como un gesto disuasivo no.
– ¿Qué tiene en la cabeza?
– Hay que ver cuáles son propuestas para buscar la confrontación activa, democrática y pacífica contra el Estado y cuáles son de carácter disuasorio. La confrontación es lo única que puede ampliar la base. Yo no acepto que la confrontación vaya contra el crecimiento del independentismo, para mí la confrontación es la base de su ampliación. A mí, elecciones y gobiernos de concentración me suenan a disuasivo, diga quien lo diga, para mí son maneras de querer canalizar la indignación para que la gente se quede en casa.
– Y la confrontación institucional, ¿cómo la ve?
– La confrontación en las instituciones se debe hacer pero será muy débil. El poder del Estado es inmenso. Esto no quiere decir que haya que menospreciar el papel que pueda tener. Este liderazgo lo ejerce el president Torra sol. Está muy bien que la presidencia de la Generalitat mantenga la dignidad de la confrontación, ante la actitud de un Estado tan bestia.
– Tras el primero de octubre, ¿quizás fallamos confiando demasiado, en las instituciones?
– Había mucha confianza en unos dirigentes que se arriesgaron. Quizá si no hubiera habido estos dirigentes la gente se habría preparado más. Pero es que a mí también me pasó, en el parlament yo tenía la confianza de que íbamos a ello. Bueno, todo esto ha acabado como ha acabado. Entre lo que hemos aprendido y lo vivido, claro que hoy por hoy el poder de confrontación está en la calle. Mi experiencia estos ocho meses de ‘Debate Constituyente’ es que la gente está cansada pero que está toda, toda. Y si no se utiliza es porque no se quiere o no se sabe. Vas a las comarcas y todos están, y cuando te vas los encuentras tiesos y dispuestos.
– Pero deben darse cuenta que tienen este poder aunque el liderazgo no exista.
– ¿Y quién le dice que no va a pasar? Son muy conscientes de eso y hay quien lo trabaja muy seriamente. Pero yo no sé nada porque estoy muy metido en el proceso constituyente.
– ¿No debemos esperar la unidad estratégica?
– Aquí hay una teoría que yo no acepto que es que se amplía por la conquista. La confrontación también lleva a la conquista porque en Cataluña, a la gente, piense como piense, ver el fraude democrático constante le puede hacer creer que otro Estado, otra sociedad, son posibles.
– Cuando hablábamos de represiónse ha referido al chantaje a los presos, ¿podemos hablar de eso?
– Mire, yo quiero mucho a la gente de la prisión, a algunos especialmente, y a algunas sobre todo, pero en una reunión en la que yo fui muy importante se discutió si en el caso de represión aquel govern que estaba constituido debía quedarse o irse. El acuerdo, excepto una persona de quien no diré el nombre, fue de irse en virtud de este argumento clarísimo de que podemos ser mucho más fuertes fuera trabajando. También recuerdo una cosa que a mí me tocó profundamente el corazón, en una de las últimas reuniones que hubo de lo que yo llamo ‘Sanedrín’, Rafael Ribó, que venía de Madrid, hizo una intervención corta pero histórica, y dijo que Jordi Sánchez decía: ‘Sobre todo no se dejen meter en prisión de ninguna manera’.
– Y del juicio, ¿qué piensa?
– Mire, yo incluso me considero amigo de algunos de los abogados, pero creo que el mejor alegato de los últimos días habría sido levantarse y marcharse. Desautorizar el sistema judicial con vista hacia Europa y al Estado habría tenido una gran significación. Ahora, este es mi parecer y hablo desde fuera, que si hubiera estado allí no sé qué habría hecho.
– Habla de construir, parece muy contento con el proyecto del debate constituyente…
– construimos algo interesante, osaría decir que importante. Cuando acepté tenía mis dudas, pero me he animado cuando he visto que podíamos construir algo serio. A mí me parece que me cogieron porque yo podía movilizar, pero la sorpresa es que me han movilizado a mí. Estamos en un momento muy bonito, que son las jornadas formativas que duran dos meses. Este proyecto necesita gente empoderada que desee un cambio para el país y quiera expresar cómo puede ser.
– Siempre dicen que los catalanes estamos demasiado satisfechos de nosotros mismos, pero ahora que ha recorrido el país piensa que el país es más moderno y progresista de lo que parece.
– Sí, es más moderno. Hay mucha gente que piensa que tal como va el mundo el viejo sistema no da más de sí. No sé por qué, quizá porque salimos de una crisis económica. Ahora ya no hace falta ser antisistema, el sistema se derrumba y en este proceso harán sufrir mucho a la gente y no sé cómo acabará porque este sistema siempre ha tenido la capacidad de reinventarse. El sistema se autodestruye. Es un sistema muy duro, muy fuerte, que está acostumbrado a hacer como sea para subsistir, así que antes de rendirse la arman. Pero creo que ahora ya estamos en un cambio de paradigma. Ya vivimos la caída. Ahora tenemos que ver cómo nos protegemos.
– Es un momento muy complejo.
– Siempre que decidimos decir: ‘¡Hola!, estamos aquí’, lo es. Siempre pasa algo, mira la historia. Quizá deberíamos hacer una carta astral para decidir cuando lo hacemos (se ríe). Pero ahora hay cambios estructurales económicos tan bestias que quizá también pueden ser una oportunidad. El otro día en la jornada formativa que hicimos en Tortosa surgió un tema apasionante: la energía deja de ser un material expropiable. Esto es un cambio de chip muy bestia. Resulta que el cielo de Porrera es de Porrera. El aire y el sol son de todos.
– De estas jornadas formativas, ayer también hizo una en Girona sobre seguridad y relaciones internacionales. ¿Ahora cuántas faltan?
– Todavía nos falta tratar cinco temas más, el de organización territorial en Sabadell, el de los derechos que se hará en Tarragona, el del régimen económico en Lleida, el de organización política en Manresa y los elementos constituyentes, que es el último y se hará en Barcelona. En estas jornadas formativas los ponentes hacen unas exposiciones muy buenas, pero los participantes las enriquecen mucho con preguntas, propuestas y provocaciones. La verdad es que la gente tiene mucha, mucha preparación. Para participar te tienes que inscribir por internet o presencialmente.
– Después de las jornadas formativas comenzará una nueva fase, que no será únicamente presencial. ¿Podrá participar todo el mundo?
– En esta fase que comenzará en noviembre se podrá participar de tres maneras diferentes. Una será mediante las asociaciones que han movilizado los acuerdos comarcales, que son los que convocan y los que han hecho este trabajo previo. Y aquí podrá haber una participación sobre ámbitos concretos o bien generalistas. Para que me entienda, por ejemplo el Patronato de la procesión de Verges puede coger cuatro tablas y puede promover una participación generalista para que la gente opine. Al mismo tiempo, los colegios de abogados, que participan mucho en el debate, pueden organizar una para gente que sólo quiera opinar sobre temas jurídicos. Habrá otra manera muy importante de participar y que dará mucha transversalidad, que es para la gente que no se quiera sentir condicionada. Se lo podrán montar desde casa, haciendo grupos de tres o cuatro personas… Esta fase finalizará entre marzo y abril y a partir de ahí ya estaría el Foro.
– Para hacer esto necesitarán una buena estructura informática.
– Sí, habrá una estructura informática potente, que facilitará la trazabilidad y la transparencia. Esto nos permitirá sistematizar las respuestas informáticamente.
– Se la prohibirán.
– La protegeremos.
– Si al final no habrá una constitución, ¿qué habrá?
– No queremos hacer una constitución ni podemos. Queremos, con el empoderamiento de la gente, hacer un mapa de carreteras muy explícito de lo que la mayoría de este país quisiera. Y que este mapa sirva para cualquier opción política -al independentismo y al soberanismo también- que honestamente quiera hacer un trabajo de transformación. Yo no sé si este país está a punto para hacer un paro de país que lo haga tambalearse todo, pero para hacer esto sí te puedo decir que está preparado.
– Tal como lo desarrolla, con este trabajo de base a partir de las ochenta preguntas, puede terminar saliendo un trabajo de mucho grosor, ¿pero también el debate constituyente puede convertirse en un movimiento con una gran capacidad movilizadora por la cantidad de gente que pueda participar?
– Es muy importante decir al Estado español en un momento en que piensa que nos va ganando: ‘¡Ojo! Hacemos un proceso constituyente’. Este mensaje de que decidimos y pensamos nuestro futuro también se enviará a Europa. Es un mensaje de una fortaleza brutal. Pero eso que decía de la capacidad movilizadora del proyecto es cierto. La gente que trabaja habitualmente en este mundo sabe que en ningún caso, ni teniendo el Estado a favor, ni con campañas muy grandes, se ha llegado al 2% de participación. Pues mira, si este proyecto sale bien, tal vez podemos superar este cifra y eso también significa muchas cosas.
– Su persistencia y coherencia son impactantes.
– Mire, a esto no le puedes dar importancia, para mí es estar tranquilo conmigo mismo. La gente da una pátina de heroicidad a la coherencia, cuando en realidad es un egoísmo. Yo vengo de unos tiempos muy difíciles, hijo de una familia muy derechista, que de repente llega a Barcelona y descubre otro mundo, homosexual y antifranquista, gracias a los ‘Setze Jutges’ primero, gracias a las luchas obreras después. La gente pensaba que yo les hacía un favor y resulta que al que me pegaban era a mí. Recuerdo mucho a la gente de la Motor Ibérica. M’educaven. Era un niño hijo de la burguesía del Empordà. Y llegas allí y ves a la gente que pasa hambre por haber reivindicado sus derechos. No hay ningún tipo de heroicidad ni mérito. Yo dije que quise que la gente me lo permitió. Incluso cuando los cantantes tenían que irse retirando, yo pude ser libre porque la gente venía a verme.
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