Franco no era catalán

En estos últimos años hemos pagado, entre todos, los siete millones de euros públicos que han costado los 50 tomos del Diccionario Biográfico Español, una obra monumental que incluye las biografías de los 40.000 personajes supuestamente más importantes de la historia española. En su momento, resultó polémico el hecho de que la entrada de Francisco Franco la redactara uno de los miembros de la Real Academia de la Historia (RAH), Luis Suárez Fernández, que, simultáneamente, era el presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, y que hizo la aportación que se podía esperar; con la rigurosidad, eso sí, de no considerarlo un personaje catalán. De paso, Suárez Fernández también tuvo tiempo de biografiar a Escrivá de Balaguer, de quien escribió que «el 14 de febrero de 1943, mientras celebraba la Santa Misa, el Señor le hizo ver al padre Escrivá la solución jurídica que permitiría la ordenación de sacerdotes a título del Opus Dei». «Vejats miracle!» (1), que diría el viejo Turmeda (2). Igualmente resultaban bastante hagiográficas las biografías de Felipe de Borbón y sus hermanas, que llegaron escritas desde el palacio de la Zarzuela. También pareció algo más extraño que entre los biografiados figuraran algunos miembros destacados de las grandes empresas madrileñas como Prosegur, Halcón Viajes o El Corte Inglés. Pero, en fin…

El caso es que la RAH continúa una tarea que ya hace tiempo que perdura: «La autorización la dio Felipe V por Real Cédula de 17 de junio de 1738. Desde entonces, la Academia disfrutó de la protección real, vínculo institucional que perdura, al ser Su Majestad el Rey Patrón de todas las Reales Academias», dicen ellos. Y entre Felipe y Felipe, entre la ‘V’ y la ‘V’ con palito, cerca de trescientos años de escribir la historia, como dicen ellos, «disfrutando de la real protección».

Protección e iluminación, como la de la actual presidenta de la RAH, que afirma que «la deslealtad viene de antiguo y, precisamente por eso, vascos y catalanes han sido beneficiados por los gobiernos españoles en diferentes épocas, es decir, financiados por todos los españoles». La señora también asegura que «la inmersión lingüística, por ejemplo, lo que crea es una mano de obra barata. Cuando se le hace una inmersión lingüística a un inmigrante que llega hablando español, hasta hacerlo desaparecer como lengua con la que se pueda mover por el mundo, lo que se está es limitando enormemente sus opciones de futuro. Mano de obra barata». Más aún: «el catalán es una lengua espléndida, pero el español lo hablan 500 millones de personas en todo el mundo. Los oligarcas y los intelectuales orgánicos que se están beneficiando del independentismo envían a sus hijos a estudiar en el extranjero».

Total que, como ciudadano, pido a algún diputado socialista -o republicano, por supuesto- que se interese por la Real Academia de la Historia porque, como dice Ferran Pedret «es preocupante cuando empiezas a ver que una cosa liga con otra, y con el apoyo de dinero público». Y, como denuncia él, con toda la razón, «ni un euro público para algo así». ¡¡¡Adelante PSC!!!

(1) «¡Mirad!, ¡milagro!»

(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Anselm_Turmeda

EL MÓN