El euskera en Aragón

Las danzas del Pirineo aragonés tienen un notable parecido con las vascas, como es el caso de los paloteaos. En una de esas danzas se grita: «¡Viva Sancho Abarca!», rey nabarro y aragonés del siglo X.

Además, es conocida la costumbre común de administrar justicia bajo un árbol y otras muchas más como el tizón de Navidad o Subilaro dentro de la religión precristiana que se extendía por todo el Pirineo, con genios como el Basajaun o Simiot y los Mairu o Majus. También existen deportes comunes como el lanzamiento de la barra o la pelota a mano “al estilo vasco”. Por tanto, nuestra raíz cultural vasconabarra-aragonesa es la misma, ya que todo el Pirineo ha formado una misma unidad cultural desde la prehistoria hasta hace no tanto tiempo (https://lehoinabarra.blogspot.com/2016/05/el-enigma-de-los-mairubaratz-una.html).

El que fuera jurista y catedrático bizkaíno en derecho y experto en temas forales, Adrián Celaya Ibarra (1917-2015), llamó la atención sobre la afinidad existente entre los usos y costumbres de las diferentes regiones pirenaicas de ambos lados. Es destacable el caso de la herencia, la cual recae en uno solo de los hijos, lo que evita la fragmentación del solar y de los bienes inmuebles, lo que se ha llamado “testar a la nabarra” (“Derecho Foral y Autonómico Vasco”, tomo I, 1984). Añadía Adrián Celaya que: “Navarra aparece en la Historia como reino al menos en el siglo IX. La tradición hace remontar su origen al llamado Fuero de Sobrarbe promulgado en una cueva del monte Uruel al tiempo de proclamar el primer rey”, tradición que se repite con Eneko Aritza, primer rey de Nabarra alzado como tal en una cueva del valle del Roncal y cuyo escudo está presente en la bandera actual de Aragón.

El fuero de la villa de Jaca dentro del Camino de Santiago, fue otorgado por el rey de Nabarra y Aragón Sancho Ramírez sobre los años 1076-77, con el cual buscaba el monarca favorecer la repoblación de la comarca con francos y eliminar los «malos fueros» o impuestos abusivos. Este fuero es la base de los demás fueros de villa del reino de Nabarra, empezando por el de Lizarrara-Estella de 1090 y el de Sangüesa del mismo año, e incluso el de los burgos de Pamplona San Cernín, Nabarrería y San Nicolás. El fuero de Estella se extendió por toda la Nabarra marítima o por La Rioja, incluso después de la conquista castellana.

Aragoneses y nabarros fuimos gobernados por los mismos reyes desde Eneko Aritza en el siglo IX hasta Alfonso I El Batallador en 1134, pero además compartimos el idioma baskón, nabarro o euskera como vamos a ver (https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/origenes-de-aragon-la-cruz-de-eneko.html).

UN ARAGONÉS EL PRIMER EUSKALDUN DOCUMENTADO

La primera vez que aparece escrita la palabra “euskera” hace referencia a un aragonés. Es en Huesca hacia el año 797, se trataba de Bahlul ibn Marzuq ibn Uskara, tradición oscense recogida por el geógrafo musulmán Al-Udrí en el siglo XI. El historiador artajonés Jimeno Jurío en su obra «Capítulos de la historia del euskera» contextualizó el hecho: “En el siglo XI un geógrafo musulmán, Ahmad ibn Umar al-Udrí (1003-1085), recogió una tradición sobre los Banu Salama. Contaba que, al entrar los musulmanes en al-Andalus, llegaron a Huesca y la tuvieron asediada durante siete años hasta que los cristianos se entregaron, abrazando unos el islam y pagando otros el amán.

Los tuchibíes (tribu árabe) Banu Salama tuvieron sometida la ciudad durante muchos años, con gran descontento de la población. Para librarla de los opresores, Dios, envió un libertador, Bahlul ibn Marzuq, el cual derrotó y dio muerte a los Banu Salama, y luego se apoderó de Zaragoza. El Libertador Bahlul, era hijo de Marzuq ibn Uskara. Marzuq, hijo de Uskara era padre de tres hijos varones, y «había llegado por el norte» a un castillo de la Barbitania (actual Barbastro). El investigador Cañada Juste se pregunta si Marzuq sería «hijo tal vez de un vascón llamado Uskara». El euskaltzain Txomin Peillen comentaba que “Está claro que Uskara no es nombre árabe ni bereber, sino indígena, y en aquella época significaría euskaldun. Es sintomático que el hijo de Marzuk ibn Uskara fuera un hombre llegado del norte (comarca del Pirineo), euskaldún o vascohablante y fuera celebrado en Huesca como libertador contra un clan musulmán opresor” (Mikel Burgui http://ujue-uxue.blogspot.com).

Uskara es “euskara” en dialecto ronkalés y en los dialectos aquitanos. El euskara de ese valle era el mismo que el del siguiente valle hacia el oeste y el primero de Alta Nabarra, el Ronkal. En todos los valles altos fronterizos entre Alta Nabarra y Aragón, se habló euskara al menos hasta el siglo XVI y en algunos hasta el siglo XX como detallaremos a continuación.

El que fue investigador y canónigo archivero de la catedral oscense, A. Durán Gudiol en su trabajo “De la marca superior de al-Andalus al reino de Aragón, Sobrabe y Ribagorza, Huesca” (1975), analiza cómo en fecha imprecisa entre los años 858 y 893 se produjo una interesante alteración de tipo colonizador en la comarca abierta a los pies del valle de Ansó, llamada Llano de Ansó a lo largo de la Edad Media. Se trataba de gentes procedentes del valle nabarro de Salazar y del Bailés que se establecieron en el Llano y poblaron las villas de Biniés, Tolosana y Orrios. Si tenemos en cuenta que el valle de Salazar es la cuna de uno de los dialectos vascos, el salacenco, y que aún hoy día, según Koldo Mitxelena, puede ser bien estudiado en pueblos como Esparza, Oronz y Jaurrieta, es lógico suponer que las gentes que en el siglo IX repoblaron el Llano de Ansó debieron ser vascoparlantes.

En 1984 otro investigador altoaragonés, Enrique Satué Oliván, se hacía eco de la presencia en Nocito en la comarca de la Hoya de Huesca ya en el llano, en las inmediaciones del Santuario de San Urbez (sic.), de una necrópolis de tumbas antropomorfas excavadas en roca, posiblemente del siglo X, y que correspondería a las incursiones de la monarquía nabarra acompañadas de repoblación (“Nocito valle del agua” Serrablo n.º 52 -1984-).

(Castillo de Loarre, mandado construir por Sancho III el Mayor de Nabarra en el siglo XI)

 

Los romanos e hispano-musulmanes son los que redujeron el territorio del euskara por el Sur y Sureste, entre los Pirineos y el Ebro. El Pirineo se mantuvo firme en su cultura indígena durante el imperio romano, tal y como demuestran los textos de la época, como las cartas entre Ausonio y Paulino del siglo IV, aunque hubo comarcas repobladas dentro del reino de Pamplona-Nabarra tras la invasión musulmana que comenzó por el sur peninsular en el año 711 sin que su huestes se asentaran en zonas pirenaicas, siendo muy efímera la presencia de los bárbaros godos y francos, salvo en el Este de la cadena montañosa o en la comarca mediterránea de la actual Catalunya (https://lehoinabarra.blogspot.com/2019/03/baskones-contra-francos.html).

Durante el reino nabarro y la repoblación de la comarca, los castillos que se construyeron tienen nombres en euskera tal y como señala Iñaki Sagredo Garde en su libro “Navarra, castillos que defendieron el reino, Sancho III”: “los castillos de Alto Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, construidos bajo el reino navarro, tienen nombres en euskera como Urbel, Arreba, Loarre o Ainsa”.

Comenta Gartzen Lacasta en su trabajo “El euskera en el Alto Aragón” del que tomamos parte de estas notas, que “La comarca del Alto Aragón constituye una unidad con características muy peculiares y bien diferenciadas del resto de la actual región aragonesa, como bien ha destacado, entre otros, Julio Caro Baroja. Simultáneamente, tal como observaremos en el apartado Notas históricas, destacan las afinidades entre el Alto Aragón y el territorio que en otros tiempos constituyó el antiguo reino de Navarra. Suele aplicarse este nombre a la franja comprendida entre la línea de altas cumbres pirenaicas y otra línea paralela, imaginaria, que pasaría no muy distante, al sur de la ciudad de Huesca. Comprendería un poco más de la mitad norte de la provincia de Huesca, con los partidos judiciales de Barbastro, Benabarre, Boltaña, Huesca y Jaca, así como el actual partido judicial de Ejea de los Caballeros, en provincia de Zaragoza, al que fue incorporado en 1965 el de Sos del Rey Católico”.

El lingüista gipuzkoano Koldo Mitxelena (1915-1987) comentaba al respecto: “En nuestro caso, el punto decisivo del problema está en que los hechos medievales navarros y pirenaicos en general, sean lingüísticos o no, no han nacido de la nada, sino que han de tener antecedentes, antecedentes que en buena parte parecen difuminarse en el largo hiato documental. que va del Bajo Imperio hasta más o menos el siglo X» (Notas lingüísticas a «Colección diplomática de Irache», FLV, n.º 1 -1969-). El propio Mitxelena en “La lengua vasca” (1977) sentenciaba: “(…) aunque aquí no parece haber testimonios directos, los nombres de lugar, que Corominas viene estudiando sistemáticamente, apoyan inconfundiblemente la tesis de que en los altos valles pirenaicos se conservaron hasta muy entrada la Edad Media hablas de tipo éuskaro, muy al este de la actual Vasconia (…)”.

En el Real Monasterio de San Juan de la Peña en Huesca, cuna espiritual del reino de Aragón y fundado por Sancho III el Mayor de Nabarra, la documentación de entre los siglos XI al XII son frecuentes los nombres de monjes en euskera: aitano-eitano, garceiç, amunna, enneco scemenones, andregoto, annaia, auria (euria), Aznar, Belasco, Iaun, Ozaba etc. Incluso actualmente en el vocabulario del Alto Aragón trasciende vocabulario euskaro como: Apurra, Arañón, Arto/Arte, Atarria, Biritaco, Bizcarra, Borda, Caparra, Cartola, Cozcorro, Chicolí, Chingarra etc.

Es decir, las zonas Pirenaicas más al norte se conservó mejor el euskera que en las tierras conquistadas por los godos y los hispano-musulmanes después, aunque al integrarse en el reino de Pamplona-Nabarra a comienzos del siglo IX su recuperación mediante repoblación fue también significativa, siendo claves la toma a los musulmanes de Huesca por Pedro I (1094) y de Zaragoza por Alfonso I el Batallador (1118), reyes de Nabarra y Aragón.

LA TOPONIMIA EUSKARA DEL ALTO ARAGÓN

El historiador español Ramón Menéndez Pidal (La Coruña 1869-Madrid 1968), con escrupulosidad y rigor, dio un detallado listado toponímico en “Toponimia prerrománica hispana” (1968), con un análisis de “multitud de nombres toponímicos de tipo vasco” en el Alto Aragón y en la parte alta de Sobrarbe, Ribagorza y PaIlars. Menéndez Pidal estableció que para estas comarcas pirenaicas “en época primitiva románica una romanización débil, o a medias, lo cual originó una situación bilingüe estacionaria en que convivieron durante siglos gentes vascongadas con gentes romanizadas, y de ahí la abundante conservación de topónimos vascos”.

Se hallan éstos en zonas pirenaicas de Huesca y Lérida, “en donde se documenta una diptongación de o y e en nombres en que se veía el adjetivo gorri por un lado, el adjetivo berri por otro y unos sufijos -toi y -oi, abundanciales o de tendencia. También se tenía muy en cuenta, como punto de partida la terminación -otz, -otze = frío”. El lingüista alemán Gerhard Rohlfs en “Le suffixe préroman -ue, -uy dans la toponymie aragonaise et catalane”, afirma que su máxima densidad la alcanza al norte de Huesca y, sobre todo, entre las antiguas ciudades baskonas de Jaca y Pamplona, es decir, “en un dominio donde puede notarse una extraordinaria densidad de supervivencias vascas” (Archivo de Filología Aragonesa, IV, 1952).

Alfonso Irigoyen en “Cuestiones de Toponimia vasca circumpirenaica” (1986), hizo un exhaustivo trabajo valiéndose fundamentalmente de los repertorios elaborados por Ariño (para la época actual) y por Agustín Ubieto (para la época medieval), donde concluye que “es una cuestión difícilmente rebatible la afirmación de que, a ambos lados de los Pirineos, en una zona bastante más extensa que el área vasca actual, hubo otras tablas protovascas o vascas en épocas antiguas”.

Un caso especial es el del propio nombre “Aragón” o “Aragoi” que está también en euskera: “Valle en el alto” o más probablemente de Aragoa, “del valle alto” frente a la gente del llano, lo que nos retrotrae al comienzo de la repoblación que hemos visto, donde “oa” es simplemente el locativo (Nafarroa, Zuberoa, Gipuzkoa etc.).

El antropólogo, lingüista, historiador y etnólogo madrileño Julio Caro Baroja (1914-1995) comentaba en “Sobre la toponimia del Pirineo aragonés”: “En realidad es un nombre geográfico que delimita, por el Sur, un territorio. Suprarbi o Superarvi era lo que quedaba por encima de la sierra de Arbe. En el territorio de Sobrarbe, como en el de Aragón, se señaló un último reducto de los dialectos ibéricos, que llegaría a Ribagorza y Pallars, y que estaría representado por una serie de nombres de tipo vasco, los cuales sufrieron los efectos de una tardía influencia romance”.

(Torre de Abizanda mandada construir por Sancho III el Mayor de Nabarra en el siglo XI)

 

El filólogo Joan Corominas (Barcelona 1905-1997) concretaba incluso el porcentaje de toponimia euskara:

Comarca río Aragón (Jaca): 67%

Comarca río Gallego: 50%

Comarca Sobrarbe: 30%

Comarca del Bajo Ribagorza: 15%.

 

(En lo que se refiere a los valles colindantes de Catalunya y de Andorra se puede leer: https://lehoinabarra.blogspot.com/2015/09/hasta-cuando-se-hablo-euskera-en.html).

Ejemplos de topónimos en euskera desde el valle nabarro del Ronkal al valle de Arán en Lleida, incluido Aragón, nos los daba el estudioso ronkalés Bernardo Estornés Lasa:

Benabarre, Zoriza, Lujiarre, Lascuarre, Luparre, Bizberri, Astu, Arbe, Axpe, Arbe, Cenarbe, Javierregay, Achar, Lizarra, Gistain, Eunate, Artaso, Artasona, Barosa, Ayerbe, Bisauri, Loarre, Aisa, Besos, Acon, Larres, Biescas, Escarrilla, Lanuza, Basaran, Bergua, Ara, Ecuain, Yaga, Arazas, Suelza, Barrosa, Yna, Ainsa, Gerbe, Nabal, Arro, Benasque, Ariste, Chia, Serraduy, Isabena, Barasona, Estada, Aren, Barruera, Escuñau, Esera, Espua, Isona, Cuarte, Gurea, Biscarrués, Ardisa, Erla, Bolea, Arascués, Esquedas, Aniés, Sabayés, Belarra, Hirbike, Mascún, Guarga, Basa, Estron, Escaldes, Engolasters, Esquella, Aranza, Esabol, Escardars, Estana, Nabas, Cuart, Aña, Gurri, Maya, Bascara, Estiche, Jubierre, Ballobar, Escarpe, Algerri, Ibars, Aytona, Asco, Estanga, Urria etc.

EL EUSKERA EN EL REINO DE ARAGÓN

Respecto a cuál era la situación del euskera en el Estado o reino de Aragón separado de Nabarra en 1134, donde se hablaba en tan sólo en una parte reducida y pirenaica de su territorio final, su evolución es muy significativa. En Huesca unas ordenanzas de 1349 decían: «Item nuyl corredor non sia usado que faga mercaduria ninguna que compre ni vende ningunas personas, faulando en algaravia (árabe) ni en abraych (hebreo) nin en bascúenç et qui lo fara pague por coto XXX sol» (documento hoy desaparecido).

Este mismo documento legal que prohíbe hablar euskera, árabe y hebreo en el mercado de Huesca, se repite durante siglos. El estudioso del euskera en la comarca Bixente Latiegi, comenta que en el documento que sí se ha conservado “del siglo XVI de la Cofradía del Vendedores y Compradores de Huesca de la segunda mitad del siglo XVI, de 1567, se vuelve a prohibir a los corredores hacer mercadurías en euskera”:

“En el Archivo Municipal de Huesca aparecen frecuentemente contratos hechos por canteros y herreros vizcaínos y navarros con el Ayuntamiento y lo mismo ocurre en el Archivo Provincial. Tal y como me dijo su responsable, las mayores iglesias, las casas y los palacios más elegantes fueron hechos por “vizcaínos”, que habitualmente actuaban como maestros de obras y arquitectos o trabajadores de la piedra y el metal». Siendo “bizkaíno” sinónimo de euskaldun o vascoparlante como veremos. Incluso había un documento igual del siglo XVII que también se ha perdido.

Estas son las primeras leyes explícitas documentadas contra el euskera en la historia, mientras que en la corona de Las Españas las primeras son del siglo XVIII con la familia de los Bourbones franceses, precisamente tratan sobre temas similares, como en el año 1772 donde una Real Cédula de Carlos III de Las Españas prohibió la contabilidad en euskera y catalán a “todos los mercaderes y comerciantes de por mayor y menor”. En el año 1776 se prohibieron los libros en euskera y catalán, cuando el ministro real, el Conde de Aranda, exigía que: “sin especial noticia suya no se den licencias por este Consejo para imprimir libros en otra lengua que la castellana” y especifica después: “archivándose la obra original de la obra de la vida de San Ignacio escrita en bascuence” (http://nafarzaleak.blogspot.com/2015/12/250-anos-de-leyes-contra-el-euskera-y.html).

Estas prohibiciones de usar en las administraciones cualquier idioma que no fuese el del imperio, se repite en el caso francés desde el año 1794 hasta el presente tras el informe de Grégorie y Barére, tras el cual la educación solo podía ser francés y se persiguió hasta con la guillotina cualquier otro idioma hablado en el Estado francés en cualquier tipo de publicación o escrito, incluso entre particulares (https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/07/la-persecucion-sistematica-del-euskera.html).

(Iglesia de Ainsa, primer románico mandada a construir en el siglo XI)

 

Pero el euskera sobrevivió en Aragón durante varios siglos más. El matemático, cosmógrafo y licenciado en leyes Andrés de Poza y Yarza nacido en Orduña (Bizkaia, 1547-1595), conocido como Licenciado Poza, dejó escrito que en los alrededores de Jaca se seguía hablando euskera en su época. En todos los valles altos fronterizos entre Alta Nabarra y Aragón tanto en Huesca como en Zaragoza, se habló euskera al menos hasta el siglo XVI, según la tesis doctoral del filólogo Juan Carlos López-Mugartza (Universidad Pública de Navarra, 2007): «El euskera ha sido la lengua propia de los valles navarros orientales y de los valles bearneses y aragoneses limítrofes hasta época relativamente reciente» (…) en el Valle de Ansó la presencia del euskera es abrumadora”. Este valle Ansó es contiguo al Ronkal y da nombre a una gran saga de reyes nabarros: los Antso o Sancho.

En un documento de 1627 el franciscano fray Pedro de Pinedo afirmaba que se confesaba en euskera en “Olite, Villafranca y la villa de Sos que es en el reyno de Aragón”. Lo cual quiere decir, que Fernando II de Aragón el Falsario o el Católico, natural de Sos (1479-1516), nació en un lugar donde la lengua de uso habitual era el euskera. El nombre de Sos es una deformación del original euskérico, pues está documentado Sossitu en 1068 o Sose en el año 1083.

Existieron en jacetania con seguridad comarcas de habla vasca al menos hasta el siglo XVII, tal y como dejó escrito el historiador y parlamentario nabarro Arnaut Oihenart en su “Noticia Utrisque Vasconia”, cuando nos dice que Euskal Herria está formada por “los nabarros, los jacetanos, los vizcaínos, los gipuzkoanos y los alabeses”. En el trabajo mencionado “El euskera en el Alto Aragón” Gartzen Lacasta Estaun, comenta que Julio Caro Baroja en su libro “Sobre la lengua vasca” (1979) enumera las regiones donde se debió hablar vasco en la Edad Media: “la totalidad de Navarra, provincias vascongadas, en el norte de Huesca y en los valles más septentrionales de la actual provincia de Zaragoza…”, y recoge en una nota la siguiente información: “Irigaray me indica que Axular en el ‘Guero’ (1643), después de enumerar las variedades del vascuence y las siete provincias donde se hablaba en su época (cuatro españolas y tres francesas), dice: ‘… eta berze ainitz lecutan’, con lo cual debe referirse a los valles de Aragón con la mayor probabilidad”. Aunque también había entonces euskaldunes en al menos el Beárn y Rioja Alta.

(Catedral de Jaca, comenzó su construcción a principios del siglo XI y constituye la culminación de una época esplendorosa del románico nabarro-aragonés)

 

El labortano Dominique Joseph Garat a principios del siglo XIX que fue Ministro de Justicia de Francia y quien leyó al Bourbón Luis XVI su sentencia de muerte (“muy a su pesar”), le envió al emperador francés Napoleón un informe en el que le pedía que se hiciese un Estado para Euskal Herria, bajo la dirección del emperador, con los territorios de habla euskara de: Gipuzkoa, Alaba, Bizkaia, Alta Nabarra y los Pirineos hasta la frontera con Catalunya. En Salvatierra de Esca (jacetania pero provincia de Zaragoza) en el año 1838, el abate interior debía de saber euskera “el que ha de servir en esta villa ha de ser vascongado para poder predicar, de otro modo no puede servir en esta villa”.

Es también muy significativa la última comarca en hablar euskara en Aragón y su motivo. Según el historiador sangüesino Antonio Ubieto Arteta (1923-1990) en su trabajo “Las fronteras de Navarra” («Príncipe de Viana», n.º 50 1953): “Hacia 1097 son devueltas a Pamplona: Sos, Luesia, Uncastillo, Agüero, Murillo y todo el valle del Onsela, y desde 1786 pertenecen nuevamente a la mitra jaquesa”. Éste es el último reducto del euskera en Aragón, territorio zaragozano  al sur de la jacetania  oscense y fronterizo con Alta Nabarra por el Este, el norte de las Cinco Villas de Aragón.

Por tanto, en Uncastillo se creó un arzobispado, el cual perteneció al obispado de Pamplona hasta 1786 con los municipios mencionados que quedarían eclesialmente dentro del reino de Nabarra en toda la Baja Edad Media y en la Edad Moderna, pese a que Aragón se independizara de Nabarra en 1136, coincidiendo los límites del idioma con los políticos y los eclesiales una vez más. No es baladí constatar que en el arzobispado de Uncastillo se rezaba en euskera hasta el siglo XX el padre nuestro, el Ave María, el Credo, la Salve y a la Virgen de San Cristóbal: “gosua San Kristonalua…” (“Navarra sin fronteras impuestas” Tomás Urzainqui).

Alfonso Irigoyen recoge del testigo Isidro Escagüés de Javierre (Huesca) el Padre Nuestro cantado en el arzobispado de Uncastillo en 1922 o 1923: “Aita guria seude / etán saudená santifikát bedí surei / sená betor gure / gana sure erréi / nué eman de / sagesú egunesko ogié egunéta beti barkais / ki / gusú guri gerén sorrák”.

CONCLUSIÓN

Como conclusión, y como dejó escrito el filólogo Joan Corominas (Barcelona 1905-1997): “los vascos (vasconabarros) han desempeñado un gran papel en el pastoreo pirenaico y no sólo los actuales vascos de (Alta) Navarra, Soule (Zuberoa) y Vascongadas (Navarra Occidental) sino también los antiguos pastores vascófonos nativos del Alto Aragón y los Altos Pirineos gascones aún quizás del Pallars y el Valle de Arán, donde la muerte de los idiomas prerromanos es mucho más moderna de lo que suele admitirse”.

También es muy significativo que en todos esos siglos en la corona de Castilla se llamaba “bizkaínos” a todos los que hablaban euskera, desde San Francisco de Xabier (Alta Navarra) a Agusti Xaho (Zuberoa). En Castilla el territorio conquistado a Nabarra en 1200, se llamaba genéricamente “Bizkaia” hasta la villa de Laredo, y así aparece en los documentos y en los mapas de la época hasta el siglo XIX.

Sin embargo, en la corona de Aragón el euskera se identificaba todavía con el reino de Nabarra, y nabarro era sinónimo de euskaldun. Valía tanto para un bizkaíno como para un pamplonés, por lo que se da a entender que no interiorizaban el euskera como el idioma del reino de Aragón. Bixente Latiegi: «En aquella época se llamaba bizkaínos nabarros o vascos a todos los que hablaban euskera. Por ejemplo, aparece una cita de los nabarros de Otxandiano y estos son bizkaínos «.

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