“Los países de Europa son demasiado pequeños para asegurar a sus pueblos la prosperidad y los avances sociales indispensables. Esto supone que los Estados de Europa se agrupen en una federación o entidad europea que los convierta en una unidad económica común”, comentó Jean Monnet, el llamado padre de Europaen 1943. En aquel entonces el imperio británico se enfrentaba a su propia existencia y era obvio que caminaba ya a la sombra de la gran potencia emergente y aliada que eran los Estados Unidos de América.
En pleno despropósito del brexit la frase no puede ser más actual. Los tiempos han cambiado mucho, tras 70 años de paz continuada (el periodo más largo de paz en Europa desde la Edad Media) y una prosperidad sin precedentes. En 1900, Europa representaba alrededor del 25% de la población mundial. Hoy, la UE apenas representa el 6%. En 2004 el peso de la UE en la economía mundial era del 31%, hoy nos sitiamos en el 22%. Nos enfrentamos a un desafío que ya es presente: Asia.
El 60% de la población mundial vive en Asia. Dos terceras partes de las llamadas megaciudades se encuentran en Asia, que a su vez representa hoy en día un tercio de la economía global, pero dos tercios del crecimiento total de la misma. Aún más, de las cien mayores fortunas del mundo, treinta se localizan en este continente, así como seis de los diez mayores bancos mundiales. Otros datos son menos económicos pero también reseñables: ocho de las diez mayores fuerzas armadas del mundo se encuentran en Asia, que además cuenta con cinco potencias nucleares. Europa es el continente más envejecido, con una media de edad de 45 años, casi el doble que Asia, si bien somos el continente con mayor esperanza de vida y con mayor gasto en servicios sociales.
Todo ello no significa que estemos abocados el desastre, ni mucho menos. Lo cierto es que la última década en la UE tampoco ha sido la más boyante en términos económicos (ni sociales) para la UE, donde varios Estados miembros han visto retroceder su economía de manera sustancial, siendo reseñable el caso de Grecia que llegó a perder un 25% de su PIB. De hecho, la UE, con 500 millones de consumidores, seguimos siendo el mercado único más grande del mundo con normas y regulaciones transparentes. Contamos con un marco de inversión legal seguro que se encuentra entre los más abiertos del planeta, y somos el mayor mercado de exportación para alrededor de 80 países, representando el 16% de las importaciones y exportaciones mundiales.
Una de las medidas impulsadas por la UE ante este reto asiáticoes la firma de diversos acuerdos comerciales con diversos países del mundo. Por ejemplo, se han firmado o se están negociando acuerdos con Mercosur, México, Singapur, Japón, Australia, Vietnam o Canadá, entre otros. Por poner un ejemplo, según un informe de la Comisión “el acuerdo comercial UE-Canadá (CETA) ha dado un impulso a las exportaciones españolas de alimentos y bebidas. Canadá en el último año y medio, creciendo por casi el 18%, en particular para aceitunas, aceite de oliva, vino, zumos, especias, y vegetales congelados y enlatados. CETA ha abierto nuevas oportunidades para las empresas españolas, con menos aranceles y menos barreras no arancelarias que se traducen en más comercio e inversión”.
El reto no es sólo económico, es también de valores. El mercado interior europeo ha eliminado aduanas y fronteras y ha hecho que la libertad de circulación de trabajadores, mercancías, servicios y capitales sea una realidad. Todo ello además con un paraguas democrático establecido el artículo 2 del Tratado de la UE según el cual “unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías”. Podemos compararlo con el artículo primero de la Constitución de la potencia emergente por antonomasia que es China, según la cual “la República Popular China es un Estado socialista de dictadura democrática popular, dirigido por la clase obrera y basada en la alianza obrero campesina… está prohibido todo sabotaje por parte de cualquier organización o individuo contra el sistema socialista”, donde tampoco se hace ni una solo referencia a los derechos humanos. Como decía al principio del artículo, valores.
La UE tiene infinidad de retos por delante, crecimiento, competitividad, flujos migratorios, sostenimiento de niveles de protección social, así como el encaje de su diversidad institucional, incluyendo el papel de los gobiernos subestatales. Pero esto no es nuevo, siempre hemos tenido retos por delante. La cuestión es que el Reino Unido se va a enfrentar a todos ellos en solitario. ¿Cómo negociará un país de apenas 70 millones de habitantes un acuerdo con China que cuenta con 1.400 millones de personas y un crecimiento que triplica el de la UE? El mundo ha cambiado y ello no es negativo, pero los europeos debemos ser conscientes de nuestra realidad y los retos que ello conlleva.
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